viernes, 22 de noviembre de 2013

DEFECAR

El pobre hombre aún tiene cara de susto. No es para menos. El pasado miércoles, a la tarde noche, volvió a su casa, para conciliar con su familia. Son ratitos, pero saben a gloria. Jugaba con sus hijos de corta edad en el tránsito del baño, la cena, la cama, cuando se dio cuenta de que el mayor de ellos tenía el vientre duro como una piedra e inflamado como un globo.

Miró y remiró. El chiquillo no tenía signos aparentes de tener dolencia alguna, pero aquella tripa no era normal. Así que, ni corto ni perezoso, se echó a la criatura en brazos y se la llevó al hospital. En las urgencias, recién estrenadas, le atendieron maravillosamente. Todo fueron atenciones y el chaval pasó de mano en mano para que los especialistas diagnosticaran el problema. Fueron momentos tensos, llenos de nervios e incertidumbre. ¿Qué podía tener aquel angelito que de nada se quejaba?.

La sonrisa del pediatra lo decía todo. “No es nada grave. Unaitxu ha almacenado la comida de los últimos días y aún no ha defecado”. ¿”Defecado”?. Es cierto que el chaval había dicho que se había comido dos platos de alubias el día anterior y que esa misma tarde merendaba como un campeón, pero no había dicho nada de “defecar”.

.- ¡Cagar, que no ha cagado y tiene el vientre a reventar!.

Mi amigo respiró aliviado. Como si hubiera sido él quien hubiera tirado de la cadena.

.- No sabes que mal rato pasé. Te pones en lo peor y más, cuando un médico, con la severidad de sus explicaciones, te dice algo con unas palabras que te cuesta distinguir. Es como si, en un exceso de pulcritud, desinfectaran hasta el lenguaje.
.- Pero –le dije-, “defecar” es un término fácilmente identificable...

.-Ya –me respondió-, pero lo podía haber dicho de otra manera.

Tampoco le faltaba razón a mi amigo. Evitando la escatología, la sabiduría popular ha utilizado diversas fórmulas para definir ese tipo de acción fisiológica. Así, ¿quien no ha echado mano de fórmulas como “hacer de vientre”, “hacer de cuerpo”?.

(Pensemos un poco en la fórmula; ¿hacer qué? ¿De cuerpo? ¿Acaso estamos podridos?)

Mi abuelo, solía ser aún más creativo. Él, “tiraba de pantalón”, si bien un compañero de la zona minera que asistía entretenido a la conversación me matizaba que allí se decía “soltarse el cinto” (y echar una carta para México).

Metáforas a un lado, mi amigo se tranquilizó totalmente cuando administrada la dosis de laxante, su pequeño vástago sentó sus posaderas en el retrete y, pasado un corto espacio de tiempo, adelgazó sensiblemente.

“Lo más eficaz para estos casos – le aconsejó el amigo común de Meatzaldea que seguía atento la conversación- es emplear remedios naturales”. Cuan Carlos Argiñano, vaticinó. “Lo mejor es el perejil. Metes una ramita de perejil por el culo y, al instante...la bomba. Yo, con esta fórmula, una vez, me vi obligado a repintar las paredes del retrete”. ¡Que bárbaro!

Unaitxu no llegó a tanto, pero su aita no duda en exponer con vehemencia y detalle, las características morfológicas del depósito. Un “mocordo colosal”. (Mocordo= léase en el “lexicón etimológico, naturalista y popular del bilbaino neto” (1896) de Emiliano Arriaga la siguiente definición: “vocablo procedente del euskera que los bilbaínos utilizaban para referirse a una defecación humana siempre que sea producto de persona robusta y sanota y aparezca según su calibre ya a modo de chorizo, de morcilla, o de lingote ligeramente curvo, bien enjuto y solidificado”.
Santo remedio. Explicado lisa y llanamente, que el chiquillo cagó a gusto y su padre se quedó tranquilo.

Unas declaraciones pronunciadas por Hasier Arraiz en el marco de una conferencia celebrada en Bilbao con motivo del aniversario de los asesinatos de Santiago Brouard y Josu Muguruza, han suscitado una agria polémica. Arraiz manifestó a preguntas de un asistente a su charla que "hace 35 años la izquierda abertzale hizo una elección que consideramos hoy más que nunca acertada. No participamos en un juego que no tenía nada de democrático y nos hemos dedicado todo este tiempo a poner sobre la mesa las contradicciones de ese supuesto juego democrático y las hemos pagado y muy caro además, y no estamos dispuestos a rechazar ni a revisar nada de aquello y reivindicamos con todos nuestros errores lo que fuimos y lo que somos, y lo que hemos hecho y lo que hacemos, como no podía ser de otra manera".

El diario “El Mundo” interpretó por su cuenta las declaraciones (algo habitual en el periódico de Pedro José Ramírez) y redactó lo que anteriormente se cita literalmente de la siguiente manera; “La decisión que tomó la izquierda abertzale hace 35 años -que ETA siguiera matando tras la Constitución- fue acertada". Ni que decir tiene que una cosa es lo dicho y otra muy distinta lo consignado por “El Mundo”. Pero, más allá de intencionada interpretación del rotativo madrileño, las palabras de Arraiz suponen, cuando menos una torpeza. No porque expresamente afirmen un apoyo a la actividad violenta de años pasados, sino porque en su contexto, la falta de autocrítica y la reivindicación total del pasado, lo hacen tácitamente.

No reconocer error alguno es dar por bueno todo lo que se hizo mal. Y, aunque las palabras fueran consignadas para tranquilizar a la parroquia, en la expresión del “nuevo tiempo”, el dirigente de Sortu ha desandado muchos metros de los que creíamos ya transitados cuando la Izquierda Abertzale se embarcó en su refundación.

Abstenerse de participar en el proceso democrático no fue una decisión de Herri Batasuna. Fue ETA directamente la que en Xiberta habló y decidió por todo ese mundo. No fue ni HB ni las organizaciones políticas de todo el universo del entonces MLNV quienes optaron por combinar lucha armada y lucha política. Porque a lo largo de su andadura, Batasuna, Herri Batasuna o como se llamara en cada caso el instrumento utilizado, no fueron sino el apoyo organizativo de una estrategia político-militar dirigida desde la “vanguardia” que tutelaba en todo la Izquierda Abertzale. El enfrentamiento permanente contra todo y todos fue igualmente una decisión, no sé si compartida, pero sí practicada de conjuntamente. Por no hablar de “Oldartzen” o la socialización del sufrimiento, una estrategia que surgió de la propia Batasuna, de esa misma Izquierda Abertzale que Arraiz se niega a revisar y cuya estrategia hoy considera “acertada”.

Puedo colegir que “el Mundo” ha tergiversado interesadamente el discurso del presidente de Sortu. Pero, su falta de humildad para reconocer errores pasados, sosteniendo discursivamente la legitimidad de su pasado es una equivocación que linda con la torpeza.

Tal vez no hayamos entendido lo que Arraiz ha querido decir. Cuando alguien debe explicar su discurso es, cuando menos, el reconocimiento de que inicialmente no lo ha formulado de manera adecuada. Y el presidente de Sortu necesita explicarse.

La Izquierda patriótica lleva en su interior el resultado de decenios de actividad improductiva y tóxica. Su metabolismo particular y antisistémico le ha permitido, hasta ahora, deglutirla y almacenarla sin problemas. Pero en su evolución hacia la democracia necesita, con urgencia, defecarla.

Nadie le pide que se flagele en la plaza pública con escarnio y ejemplaridad. Simplemente que reconozca su equívoco de años y su propósito de enmienda. Un ejercicio de humildad y de sinceridad. Por su propio bien, y el del conjunto de la sociedad vasca, necesitan aliviarse. Echar fuera, “tirar de pantalón” o “hacer de cuerpo”. Después de eso, se sentirán mucho mejor. Seguro. Aunque huela mal. Muy mal.

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