lunes, 30 de junio de 2014

MADINA-SÁNCHEZ, LAS ESPADAS EN ALTO

Cuando de los procesos internos de otra formación se habla o se escribe,  ha de hacerse con respeto y sabiendo mantener las distancias. Meterse en camisa de once varas no suele ser lo más aconsejable.

Por eso contemplo la renovación interna del Partido Socialista con distancia  y mesura.  Mi deseo, por simple  reconocimiento democrático, es que de esta, los socialistas salgan bien, que afronten los cambios que hayan determinado establecer, sin mayores traumas y que acierten en las decisiones que lleven adelante.

Los enfrentamientos internos en cualquier organización  son los peores en sobrellevarse y las heridas tardan mucho tiempo en curarse. Son, salvando el símil, como las disputas familiares; dolorosas y cuyas secuelas se arrastran, a veces, de por vida.

Y en el Partido Socialista Obrero Español, los guantazos, dicho con todos los respetos,  están siendo de órdago. Basta escuchar a algunos “chaconistas” hablar de Rubalcaba  a quien despectivamente denominan “el maligno”, para darse cuenta  de la virulencia  de algunos enfrentamientos.

El futuro del PSOE sigue siendo incierto. Si hace un tiempo Eduardo Madina se presentaba como una alternativa emergente sólida, hoy, todas las apuestas  van con Pedro Sánchez, un desconocido  para el público general que ya califiqué como “tapado” en mi post del 29 de mayo.

Madina, en este proceso de recogida de avales previo a la consulta de las bases, se ha encontrado con un muro de rechazo. El muro levantado por los “barones” y por el sistema, el “aparato”, que se sintió incomodado por la insolencia del vizcaino al rechazar el pacto interno muñido para designar orgánicamente a Susana Díaz como sustituta  de consenso  de Pérez Rubalcaba.

La “insolencia” de Madina, denunciando el pacto interno y reclamando el protagonismo directo de la militancia, ha tenido dos consecuencias; el apartamiento de la líder andaluza de este  proceso de elección (que no de su posible candidatura para las elecciones generales) y el reposicionamiento de todo el aparato del partido contra el diputado vasco. Hasta los más próximos (incluido Patxi López) le han dado la espalda  apoyando, como alternativa de respuesta,  a Pedro Sánchez. Destaca lo que algunos califican ya de “puñalada”, el alineamiento del PSE guipuzcoano de Iñaki Arriola con el “guapo” Sánchez.

Del debate ideológico, nada de nada. Salvo Pérez Tapia, el tercero en discordia e identificado con la corriente Izquierda Socialista, no ha habido  ninguna propuesta novedosa destacable. Madina y Sánchez  se han limitado hasta ahora a decir lo que algunos querían escuchar, en lugar de  verbalizar las ideas íntimas de cada cual.

Madina está muy enfadado por cómo han evolucionado  los apoyos internos. Se siente traicionado e injustamente tratado. Pero no arrojará la toalla. Y si pierde, se marchará de todo, porque sabe que quien pierda no deberá quedarse entre bambalinas, porque allí, será blanco de las iras de unos y otros. Se irá y punto.

Pero eso es ya mucho opinar, porque en el PSOE , acertar quien ganará el pulso interno  es un exceso de adivinación.

Sánchez parte -con sus apabullantes 41.000 avales- como favorito. Pero  el pasado nos indica que ni los favoritos ganaron en el socialismo español. Después de Felipe González, nunca ha pasado lo previsible: en 1998 iba a ser Almunia y fue Borrell; en 2000 iba a ser Bono y fue Zapatero; en 2012 iba a ser Chacón y fue Rubalcaba y en 2014 primero iba a ser Madina y ahora Sánchez, pero el final de esta historia aún no estará escrito hasta el 13 de julio.

Que les vaya bien.

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