viernes, 17 de octubre de 2014

RECON...CONVIVENCIA

Antes de su visionado –en privado y con todos los poros de mi cuerpo abiertos a recibir múltiples sensaciones-, tomé un pequeño taco de tarjetas verdes adhesivas. Quería apuntar lo que la película me transmitía. Como un ejercicio práctico de terapia. Una práctica personal que nos convendría hacer a todos. Porque, aunque lejana, la injusticia de la violencia, o mejor dicho, de las violencias, que se han practicado en este Pueblo, nos han afectado, de una u otra manera a todos. Unos las han padecido con mayor intensidad. Otros, con menor impacto. Pero, la vulneración de los derechos humanos básicos que ha habido en Euskadi en los últimos decenios nos ha marcado  globalmente, aunque algunos no se percaten  de su huella.

Hoy, felizmente, esa etapa de perturbación continuada de la dignidad humana, parece finalizada. Vivimos días balsámicos de ausencia de violencia, de atentados, de una incipiente forma de vida en la que nadie teme por su integridad. Es, como una bendición que, cada día que pasa,  valoramos menos porque las personas nos acostumbramos enseguida a lo bueno. Y, si lo bueno se convierte en cotidiano, dejamos de atender su valor excepcional.

Pero,  debajo de la epidermis de sosiego que hoy nos alimenta,  seguimos manteniendo heridas y cicatrices que nos reflejan  el insoportable daño que las violencias nos ocasionaron. Y, con ellas aún recientes, inicié la visualización del documental dirigido por Fermín Aio y basado en el ensayo de monseñor Juan Mari Uriarte, titulado “Reconciliación”.

El planteamiento del filme, elaborado  con especial técnica y pulcritud profesional en el montaje, es sencillo. Víctimas de las diversas violencias existentes en Euskadi, hablan , cara a cara, sobre el dolor por la ausencia de sus seres queridos, de la incomprensión y la soledad, también del vacío, pero sobre todo dialogan del futuro de una convivencia en nuestra sociedad. Y todo ello, bajo el hilo argumental de las reflexiones del obispo Uriarte.

Lo primero en apuntar en mis notas de “pósit”, fue  el nombre de las víctimas comparecientes en el documental. Compartían diálogo por parejas; Sara Buesa –hija del parlamentario socialista Fernando Buesa- y Josu Elespe –hijo de Froilán Elespe, concejal del PSE  igualmente asesinado por ETA;   Leire Goikoetxea y Jon Doral, hijos de los ertzainas Joseba Goikoetxea y Montxo Doral asesinados por ETA; Edurne Brouard, hija del dirigente de HB asesinado por los GAL conversaba con Fernando Garrido, hijo del gobernador militar de Gipuzkoa, Rafael Garrido, asesinado por ETA junto a su esposa Daniela y uno de sus hermanos, Daniel . Iñaki Garcia Arrizabalaga, hijo de Juan Manuel García, una víctima de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, e Inés Nuñez, cuyo padre, Francisco Javier Nuñez, fue asesinado como consecuencia de abusos policiales en 1977, compartían juntos sus experiencias. También aparecían  Andoitz Korta, hijo del asesinado Presidente de Adegi - Joxe Mari Korta-, que conversaba con Pili Zabala, hermana de Joxi Zabala, secuestrado, torturado y asesinado por los GAL en 1983. Y, de manera individual aportaban sus inquietudes Marixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jauregi, asesinado por ETA; Sabino Ormazabal, detenido y juzgado en el macrosumario 18/98 y el sacerdote claretiano Josu Zabaleta quien ha desarrollado una enorme labor humanitaria entre los presos de la denominada “vía Nanclares”.

Fijé los nombres y apellidos, su parentesco y la procedencia del dolor que les afligía pues, en el reconocimiento de la memoria, cada historia tiene sus protagonistas y sus circunstancias. Ninguna es igual y  cada víctima merece ser recordada  en su singularidad.

Sé que en la película no estaban todas, ni mucho menos. O que, desde algún lugar, alguien acusará a los realizadores  del docudrama de ser parciales a la hora de seleccionar los protagonistas. Críticas las habrá siempre, pero el espectro  de las voces incorporadas al documento me resultó suficientemente representativo. A unos conocía, de manera directa. A otras víctimas, simplemente, las identifiqué. Y, antes de escuchar  lo que tenían que decir, apunté mi primera impresión de su apariencia.

De Sara Buesa me quedé con la paz interna  que transmitía. Era una imagen radiante de tolerancia. Con Pili Zabala, su lenguaje no verbal ponía en evidencia la dureza del sufrimiento prolongado provocado por una desaparición (secuestro), pero su elocuencia dejó claro que en su casa, no se vivía con odio.
Especialmente emotivo fue el encuentro entre Inés Núñez e Iñaki García Arrizabalaga. La joven, que aún conserva el dolor de haber padecido a escondidas y en casi en clandestinidad, el asesinato de su aita a manos de la policía, no pudo contener las lágrimas recordando el drama, siendo consolada  instantáneamente por el compañero de tertulia con un beso y un abrazo reparadores. Iñaki, con quien he compartido durante años espacio en el Consejo de Administración de EITB, relató con crudeza el instante en el que  encontró el cuerpo de su padre;“sentado en el suelo, encadenado, con una capucha y un tiro en la nuca”. Espeluznante.

El dúo más “rocoso” del testimonial lo conformaban Edurne Brouard  y Fernando Garrido. A pesar del ellos,  son los herederos más “genuinos”  del escarnio. Ella, hija de un dirigente político de la Izquierda Abertzale. Él, descendiente de un militar.  Quisieron mirar más hacia delante que hacia atrás. Lógico. El pasado representa lo antagónico y librarse de las ataduras de donde se proviene no es fácil. Dirigirse hacia Ítaca es más llevadero que recordar Troya.

El abrazo último, punto final del encuentro, fue la imagen destacada  de una amable y correcta conversación.

Miro mis apuntes y observo un punto de admiración. “Es Montxo”. Sí, el vivo reflejo de aquel jóven ertzaintza al que ETA  segó la vida con una bomba lapa bajo su coche. Sus rasgos, sus ojos...Todo en él  me recordó a su aita.
Jon Doral y Leire Goikoetxea representaron la inocencia en estado puro. Con ellos, la nueva Euskadi será posible.

Monseñor Uriarte, con su sabiduría y visión ética de la vida desarrolló su tesis de reencuentro, de reconciliación. Pero una de las conclusiones extraídas de los múltiples debates  recogidos en la película me hizo ver que, pese a los esfuerzos del obispo en conquistarla,  la reconciliación  está lejana. Pasarán generaciones antes de alcanzarse. Las víctimas, de una manera u otra,  creen que el objetivo inicial es mucho más limitado; la  convivencia. Josu Elespe lo resumió bien; si metes en una batidora las violencias de ETA, del GAL, de los abusos policiales ...obtienes  víctimas y victimarios diferentes. Él, y otros, no se sienten parte de conflicto alguno y, por lo tanto, no encuentran necesidad de conciliarse con nadie. Lo fundamental pasa por vivir juntos, una nueva oportunidad, convivir.

Marixabel Lasa lo clarificó con esa elocuencia  tan propia del país. Tras su experiencia de  compartir encuentro con un preso de ETA le confesó a éste: “Prefiero ser la viuda de Jáuregui que no tu madre”. Demoledor.

El documental “Reconciliación”, podrá verse próximamente en ETB y animo vivamente a contemplarlo. Sin apriorismos ni complejos. Su contenido es un ejercicio que la gran mayoría de este país debiera asimilar y compartir. Sus protagonistas han accedido a pasar por las aulas para dar testimonio a las nuevas generaciones de vascos del sufrimiento padecido y de la liberación que supone  vivir sin rencor ni alimentados por el motor del odio. Es la mejor fórmula para que las desgracias del pasado no vuelvan a repetirse en el futuro. Y para que establezcamos las barreras de una sociedad fundamentada en los derechos humanos,  una premisa  prepolítica  que jamás debió ser franqueada.

Cuando escuchamos los dimes y diretes de las formaciones políticas  que hablan de suelo ético  recuperando la cal viva en sus mensajes, cuando se dice buscar el acuerdo utilizando  los compromisos éticos como arma arrojadiza,  la posibilidad de reconciliación  se esfuma. Paz no es simplemente ausencia de violencia. Es mucho más.


Josu Zabaleta, con lágrimas en los ojos,  afirma en el film de Fermín Aio que “creo en el cambio de todas las personas”. Todos queremos creer en que es cambio va a ser posible. Pero la meta de la reconciliación vasca aún  está lejana en el camino emprendido. Mejor aceptar una estación término más modesta. Recon....Convivencia.  

1 comentario:

  1. Koldo llevo tiempo leyéndote y este escrito, que no articulo, me ha encantado. Sin haber tenido ocasión de ver ese documental , solo con tu escrito he sentido emoción. Digo emoción si, tengo algo que enseñar a los incrédulos de la pluralidad vasca y los que no quieren una convivencia en paz. Pero sobre todo para que mi hija lo vea conmigo y decirle que esto ocurrió y que no debe volver a pasar. Eskerrik asko al director, los participantes y a ese hombre desconocido para muchos ex director de Askartza y a ti por el relato.

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