Basta el despecho de un fiscal, al borde de su jubilación,
porque, a su juicio el Tribunal de Cuentas no responde a sus peticiones, para
que un “contundente” informe de 15 folios, filtrado a un medio de comunicación,
te sitúe en el escaparate público con el sanbenito colgado de actividad ilícita
o abiertamente de ser una organización delincuente.
Basten unas conclusiones no contrastadas y matizadas horas
más tarde como “preliminares”, para que todo el mundo te apunte con el dedo
acusador y pases a formar parte de un todo identificado como “corrupción
política”. Baste un titular cocinado con sal gorda para que te aprestes a
sufrir la lapidación más injusta e
irracional que hayas pensado.
Al Fiscal jefe del Tribunal de Cuentas del Reino de España se
le supone un grado de responsabilidad y rigurosidad en su trabajo. De ser así,
en su labor evaluadora del cumplimiento de la legalidad, debería, antes de
sacar conclusiones y hacerlas públicas, confrontarlas y verificarlas para
alcanzar su autenticidad. Para evacuar denuncia o archivar su expediente.
Debería, cuando menos, estudiar las alegaciones, las explicaciones de quien siendo investigado haya aportado
para el esclarecimiento de sus actuaciones.
El Tribunal de Cuentas del Reino de España, donde se
convendrá que el PNV no tiene amigo alguno que le eche un capote, había –como
es su obligación- auditado los presupuestos
de las formaciones políticas en el pasado ejercicio 2012. Fruto de ese
estudio, en el que los investigadores
profesionales de este estamento destripan y desnudan las cuentas de cada
organización, aparecieron, en el supuesto del PNV, diversas cuestiones que a
juicio del estamento fiscalizador, pudieran suponer algún tipo de
irregularidad. Y el PNV, como siempre lo ha hecho, explicó y matizó dichas
dudas. Con total transparencia.
Las aclaraciones fueron dadas por buenas por el Tribunal de
Cuentas y como tal aparecen en su informe del año 12. Sin embargo, el Fiscal
parece, a tenor de lo publicado por un medio de comunicación, que ni tan siquiera las ha mirado. Y ha
elevado a categoría de “posibles delitos” de “financiación ilícita” lo que el
propio Tribunal dio por bueno. Y metió
al PNV en el mismo saco de la “casta corrupta”.
Tres fueron las
acusaciones básicas lanzadas por el fiscal en el informe conocido a través de
un diario madrileño. La primera hablaba de una lucrativa plusvalía por una
operación de permuta de una “extensa finca”. ¿Sotogrande?. ¿Un cortijo?. No, el
batzoki antiguo de Barakaldo situado en la céntrica calle de los Fueros. Para
su remodelación, y con todos los permisos y licencias en orden –no olvidemos
que el PSE gobierna en el municipio fabril- el PNV pactó con quien realizó las
obras de modernización una permuta. Es
decir, los jeltzales se quedaron con los bajos y otros locales del edificio
remozado y quien ejecutó los trabajos se hizo cargo del resto. “¿Extraña y
lucrativa” operación?. Transparente y ajustada a derecho.
La segunda acusación del Fiscal jefe, según el diario “El
País”, hablaba de “maraña de sociedades mercantiles” que podían dar origen a
“financiación ilícita”. La legislación vigente prohíbe a los partidos políticos
tener actividad mercantil. Pero no
impide a las formaciones partidarias tener sociedades mercantiles para
gestionar sus inmuebles siempre y cuando no haya actividad de lucro y sus
servicios estén vinculados directamente a sus afiliados o simpatizantes.
El
único fin de las sociedades en las que participa el PNV radica en el
sostenimiento de la actividad política, social y cultural del propio partido
(los batzokis). La “maraña de sociedades” a las que se referiría el fiscal jefe
no son más que cuatro entidades, de las cuales una está ya liquidada
(Lurukanez, constituida en su día para la adquisición de los terrenos de
Foronda donde el partido celebra cada año el Alderdi Eguna, y disuelta una vez
cumplido su cometido con pérdidas de 148.000 euros). Las otras tres son
Batzokia, Landaburu e Iguzkia, que el fiscal jefe situaría en Francia. Iguzkia
cuenta con un capital social de 7.500 euros y se encarga de gestionar los tres
batzokis que el PNV tiene en Iparralde. ¿Maraña de sociedades mercantiles?
¿Ingeniería financiera? ¿Financiación ilícita?. Sólo le faltó hablar de
“emporio empresarial”.
La tercera imputación del Fiscal Jefe; “las
cuentas del PNV no son reales y no incluyen toda su actividad verídica. El PNV
tiene 357 cuentas corrientes, depósitos y fondos de inversión por importe de
3,1 millones de euros, que oculta en sus balances oficiales”.
Las
cuentas ni son opacas, ni están ocultas. Esas 357 cuentas corrientes que conoce
el fiscal y el Tribunal de Cuentas, con
un saldo medio que no alcanza los 9.000 euros, son correspondientes a los
batzokis y las Juntas Municipales que el PNV tenía en 2012 a lo largo y ancho de
la geografía vasca. La obligación de
incorporar esas cuentas a la contabilidad general del partido se estableció por
ley el 1 de enero de 2014 y no en 2012 cuando el Fiscal Jefe establece su
análisis. Dicha adecuación, con la
complejidad que tiene, el PNV la está ejecutando ya.
Hasta
aquí, las acusaciones y las explicaciones.(ver información detallada en http://www.eaj-pnv.eus/noticias/valoracian-eajpnv-del-informe-del_39888.html)
Todas
estas informaciones, y algunas más, estaban ya en poder del Tribunal de Cuentas
cuando el Fiscal escribió su “contundente” informe. Su no consideración ha provocado ya un daño
irreparable a la imagen pública del PNV. Lo fácil hoy es decir que “todos son
iguales”, que “la porquería afecta a todos por igual” y que “nadie se libra de
la corrupción”. Por muchas rectificaciones, matices o datos que se expongan en
sentido contrario.
Somos
rehenes de una globalización comunicativa que nos deja indefensos ante buena
parte de la opinión pública. Porque nadie, entre los medios de comunicación
hace diferencias. Si se descubre una trama corrupta en Castilla la Mancha o en Andalucía, la noticia
se rebota en Euskadi como su hubiera pasado en Gernika o Vitoria. Si los
mangoneos afectan a Bankia o a Caja Madrid,
la sospecha se extiende a todas las entidades financieras. También a las
de ámbito vasco aunque aquí jamás haya habido ni tarjetas negras o blancas. Ni
sobresueldos, ni comisiones ni rescates. Sólo buena gestión y primer puesto en
solvencia.
Llevamos
asistiendo durante mucho tiempo ya al poco edificante espectáculo en el que los
medios de comunicación (privados pero también públicos por desgracia), lejos de
separar la paja del grano, parecen abonados a
hacer tabla rasa en el descrédito –en ocasiones bien ganado- de toda la
actividad política. No hay matices, ni rigor, ni responsabilidad. Es lo fácil.
Convertir la acción política en un lodazal
en el que la crítica genérica es parte consustancial del pim-pam-pum. Se
escribe y se dice de todo sin el mínimo rubor. Tertulianos, opinadores y hasta
profesionales de los medios se han
convertido en una parte más de la lapidación pública, dotando a la cabreada
opinión pública de toneladas de piedras que llevarse al bolsillo para, cuando
mejor convenga, lanzarlas contra el primero que pase por delante. Tenga éste
responsabilidad o no. Como todos son iguales, que más da.
Y,
por si esto fuera poco, el canibalismo político de algunos, abona aún más el
terreno. Denuncias infundadas. Acusaciones sin la mínima prueba, ataques
ventajistas para debilitar al adversario.
La
perseverancia en intentar demostrar que la corrupción ha anidado también en
Euskadi, los mensajes indiscriminados en este sentido, la falta de rigor a la
hora de discernir lo propio de lo ajeno, de la verdad del rumor, nos puede conducir a una quiebra de confianza
en el sistema democrático de convivencia.
Poner
en valor lo bueno que entre todos hemos construido parece no estar de moda. Es
más fácil destruir con el “calumnia que algo queda”.
Menos
mal que todavía hay voces sensatas entre nosotros que nos alivian un tanto de
la sensación de indefensión que padecemos.
Una
de ellas es la de Fermin Muguruza.
El hiperactivo artista radical fue entrevistado el pasado jueves en ETB en el programa “Iñaki & cia”. La
pregunta fue directa; “¿En Euskadi no hay corrupción... o no sale a la luz?. Su
respuesta no admite equívocos. “Hay y ha habido casos...pero en Euskadi
gobierna un partido que aun siendo de derechas tiene una cultura de servicio
social. No me gusta generalizar, pero aquí hay una cultura del trabajo
distinta. Yo no me imagino a Ibarretxe mangoneango como han hecho otros en
otras comunidades autónomas”.
Yo
tampoco. Ni a Ibarretxe ni a centenares de mujeres y hombres de todos los
colores políticos que con
honestidad y honradez representan a la
pluralidad de una sociedad –la vasca- que necesita seguir creyendo en la
democracia y en la dignidad de las personas. ¿Todos iguales?. No. Rotundamente,
no.
Tarde o temprano alguien tenia que intentar enmierdar al PNV. Esta mas que claro que es una pura calumnia. Has comentado que no te imaginas a Ibarretxe mangoneando, yo tampoco. Solo hacer mención de lo que un sentimiento "nacionalista" tan criticado,enseña a nosotros abertzales, de cuna o no, querer a nuestro país, familia, vecino, el del taller de abajo, el panadero de la esquina, el del ventanillo del banco....cualquiera que este en nuestra tierra debe saber que los que ha este partido pertenecemos, hemos crecido en lo mas escrupuloso de la legalidad con dos máximas ,paga lo que debas y no cojas lo que no es tuyo. Pertenecemos a una tierra de palabra y honor y eso se debe notar y de echo en el exterior de Euskal Herria lo notan. No quiero parecer presuntuoso pero amago de chorizo en este mi partido no dura un minuto. Eskerrik asko a los políticos de EAJ por seguir fieles a nuestras ancestrales construmbre de ser honestos.
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