En mi vida, me habían llamado de todo. Me gustan, sobre
todo, las definiciones enraizadas en el acervo popular. Lerdo, jebo, sinsorgo,
aparvado, insustancial, atorrante, mamarracho…Estas y más imputaciones, por
despreciativas que resulten, suenan a reproche familiar o cercano. Y las
contemplo con una sonrisa cómplice de displicencia dialéctica. Pero jamás me
había sentido tan contrariado como al escuchar al ministro de Exteriores de
España definir a mi opción ideológica –la nacionalista vasca- como “experimento
peligroso”. García Margallo, que así se llama el jefe de la diplomacia
española, alertó el pasado jueves a los empresarios catalanes de los males
disolventes que a su juicio amenazan su destino patrio. Y entre ellos, junto a
las formaciones políticas emergentes que cuestionan el bipartidismo y que
estiran el sistema partidario por la izquierda y la derecha, se encuentran –nos
encontramos-quienes buscamos la “fragmentación nacional” de su España. Somos
“experimentos peligrosos”.
Margallo ha empezado a poner voz a lo que algunos analistas políticos
y económicos que campean por los alrededores venían alertando a los “mercados”
y a los “fondos de inversión” que sobrevuelan nuestro espacio aéreo. Que la
incertidumbre, como borrasca estable, se cierne sobre nuestras cabezas. Y que,
los posos de té que aún se observan en el fondo de la taza son insuficientes
para vaticinar qué cambios y de qué naturaleza se cernirán sobre nosotros en un
horizonte próximo.
A Margallo le han llegado los mismos informes que nos han
llegado a otros. Estudios elaborados por
analistas reconocidos que auguran un derrumbe, por méritos propios, de las
opciones políticas que han
protagonizado el binomio poder-oposición
en el Estado y que no encuentran alternativa en las opciones emergentes que, pese haber hallado el mejor caldo de
cultivo para hacer prosperar sus alternativas no parecen haber encontrado la
tecla decisiva con la que manifestarse como realidades determinantes. Y me
refiero a “Podemos” y a “Ciudadanos”.
Dichos informes, que se atesoran como fiable prospección de
cabecera, vaticinan un escenario político convulso en el Estado español. Con un
PP en horas bajas y en caída, con un socialismo en mínimos históricos pero que
parece haber detenido su sangría, dibujan un nuevo parlamento en el que los
populares seguirían siendo primera fuerza pero que no llegaría a los 150
escaños y con un PSOE cuyas mejores hipótesis les reservan un centenar de
representantes en la Carrera de San Jerónimo.
Números que desbaratarían el tradicional bipartidismo que ha gobernado
España desde la caída del dictador.
Y ahí es donde la ecuación de nuevas mayorías permite
ejercicios teóricos donde los analistas de mercados afilan sus plumas. La “gran
coalición” es la primera hipótesis que apuntan pero que ven imposible. Lo hacen
porque no creen previsible que el PSOE
anteponga su “patriotismo” a su propia supervivencia, ya que echarse en
manos del PP provocaría la rebelión de buena parte de su base social,
alimentando la opción de “Podemos” que , según sus propias previsiones se
situaría en tercer lugar del ranking parlamentario a un margen próximo de la
formación del nuevamente desaparecido Pedro Sánchez. La historia reciente del PSOC
griego, desmantelado tras su pacto con la conservadora Nueva Democracia, representa
todo un augurio para los socialistas españoles cuya única alternativa viable de
futuro estaría en editar una minoría mayoritaria de izquierdas con “Podemos”.
Pero esa tesis de establecer un gobierno en minoría con la incógnita de Pablo
Iglesias convertido en árbitro de una nueva situación, en la que pasaría a ser
de “alternativa” a “opción de mando”, también resulta descabellada.
La alianza del PP con los otros emergentes, “Ciudadanos”, es
tenida en cuenta como siguiente hipótesis, pero, hasta donde se analizan las
encuestas, la suma tampoco da. Y tiene visos de que no alcance la expectativa
de una mayoría absoluta. “Ciudadanos” que ha emergido con fuerza en los últimos
meses como consecuencia del electorado fluctuante del propio PP, está aún en
fase de construcción y los de Albert Ribera no cuentan ni con los platós de
televisión con los que ha gozado Iglesias en su ascenso en popularidad, ni con
el discurso demagógico del partido de los círculos. “Ciudadanos” cuenta con los
apoyos mediáticos de los dinosaurios de la derecha, de Pedrojota, Zarzalejos y
compañía. Y, además goza de la oportunidad de trasvase masivo de dirigentes de
la organización magenta de Rosa Díez. Aun así, pese a la oportunidad
inigualable de engorde, Ciudadanos no parece tener gran capacidad de medrar,
máxime si en su fase expansiva da cobijo entre sus filas a arribistas de todo
signo que conviertan a esta opción en una miscelánea de divos y divas a la
búsqueda de notoriedad política y mediática.
Sea como fuere, los estudios que han llegado hasta Margallo
o hasta la Moncloa, dibujan para Ciudadanos la nada desdeñable veintena de
actas parlamentarias en las futuras Cortes, lo que haría del juego político una
caótica búsqueda de alianzas sin solución.
Y, por si fuera poco el puzzle, faltamos los “periféricos”.
Vascos y catalanes de distintas familias que, para entonces, viviríamos
concentrados en nuestras respectivas estrategias nacionales. Catalunya con las
elecciones plebiscitarias y en Euskadi con la fase intensiva de posibilitar un
nuevo estatus. De ahí que las luces de alarma se hayan encendido en la capital
del reino. Inestabilidad parlamentaria y tensionamiento territorial. Resultado de la ecuación; crisis global y por
lo tanto, “experimentos peligrosos”.
La descarga dialéctica de Margallo en Barcelona ha sido el
primer cohete de una larga traca de discursos que van a incidir en el miedo y
en la catástrofe política para intentar
enderezar el rumbo de un bipartidismo en fase de desintegración. Miedo y pánico
a un nuevo tiempo que , conociendo el percal, puede desembocar en
modificaciones legales de última hora que pretendan variar el actual esquema de
representación proporcional para, como medida ventajista, afianzar un nuevo
sistema mayoritario en el que se pretenda eliminar a los periféricos y
amortiguar el crecimiento de los terceros y cuartos en liza.
De ahí que merezca la pena estar en “prevengan” y agudizar
el olfato ante cualquier tentativa de cambio electoral pactado entre
socialistas y populares.
En Madrid preocupan las elecciones generales y parecen
desdeñarse los comicios próximos, venideros en mayo. Al parecer, según los
analistas de referencia, las elecciones municipales –forales en nuestro caso- y
autonómicas en otros lares, no serán referentes para lo que acontezca a final
de año. Y en ese sentido parecen minusvalorarse, a la espera de la gran
confrontación.
Quienes solo pensamos en Euskadi discrepamos de ese
análisis. Los cambios territoriales que puedan darse –especialmente en la
Comunidad Foral de Navarra- son de primera magnitud. La pugna por el liderazgo
va estar centrada entre los nacionalistas del PNV y EH Bildu. Las formaciones
de obediencia española aguardan capear el temporal mitigando daños. Los
socialistas a no perder más espacio del exiguo mapa municipal que conservan -8
municipios en la Comunidad Autónoma Vasca-.
Los populares de Arantza Quiroga a
salvar los muebles, en su caso más carismático, Araba y Gasteiz donde Maroto no
quiere saber nada de su sigla que ha silenciado de todo soporte
propagandístico.
El resto, a contrastar su grado de aceptación social.
Ciudadanos quizá tenga cabida en Araba. Su discurso compite en dureza con el de
Maroto y quizá, por su novedad, consiga restañarle espacio. De “Podemos”, qué
decir. Sabemos más de esta formación por lo que no es que por lo que realmente
representa. No es nacionalista vasca (su negatividad respecto al Aberri eguna
lo ha dejado patente). Tampoco se identifica con la tradición foral.
Eliminarían las diputaciones, centralizarían las Haciendas, no pactarán con
nadie. ¿Qué carne o qué pescado es este?. Veremos.
Todas las elecciones son importantes. Especialmente para los
partidos. Pero la auténtica trascendencia de unos comicios estriba en los
cambios políticos y sociales que provocará. Mayo está a la vuelta de la
esquina y más allá de quien gane o no en
esa cita con las urnas, nos traerá una mayoría abertzale como quizá jamás había
tenido este país en su reciente historia democrática. Si es así y unos y otros
sabemos leer bien el resultado, quizá dispongamos de un momento relevante para
dar un paso decisivo en nuestro reconocimiento nacional futuro. Quizá por eso
para algunos seamos “experimentos peligrosos”.
Cuando de txikitxu me empezaron a llevar a un piso de la calle Elcano de Bilbao oficialmente guardería, extraoficialmente los mimbres de la Ikastola. Me imagino que a mis Aitas "valientes Aitas" alguien les diría, no hagas experimentos con la educación de tus hijos.
ResponderEliminarEllos hicieron caso omiso. La necesidad de no morir como pueblo, que tiene como corazón el idioma, les hizo seguir adelante. Hoy en día de aquel experimento peligroso nadie se acuerda y ahora la matriculación en nuestra lengua es muy superior a la del castellano.
Podríamos seguir con mas experimentos. Cuando la suma de votos era mas cortos entre Abertzales y no, también en los mítines de los no Abertzales se Hablaba de experimentos. La subida imparable del auge del voto Abertzale es un experimento peligroso?, pues señores del estado salgan de su zona de confort y mimetícense con la realidad de este pueblo. I+D+I, Ilusion+Dedicacion+Iimplicacion, máximas por las que se mueve al menos mi Partido. Gora gu ta gutarrak.