No salimos de una y entramos en otra. Como el pasodoble.
Todo seguido. Y este ritmo de elecciones, de confrontación ideológica, comienza
a resultar agotador. Tal vez por ello, algunos comienzan a evidenciar síntomas
de fatiga y ahogo. No es para menos.
El centro de atención se posiciona en el Estado. La alternativa al bipartidismo, las nuevas
tendencias, la reformulación constitucional, el modelo de Estado. Todo en una
coctelera que va a levantar pasiones y que nos va a afectar, querámoslo o no a
todos. También a los vascos.
Aunque todo el mundo hable de ello, seguimos sin saber
cuando serán las elecciones. Ni en el Estado ni en Catalunya. La incógnita se
despejará en la primera semana de agosto. Ahí se encuentra el plazo legal para
que Artur Mas cumpla con su compromiso
de disolver el Parlament y convocar a los catalanes a unos comicios de carácter
plebiscitario el 27 de septiembre. Rajoy puede estar tentado en hacer coincidir
las elecciones españolas en dicha fecha.. Una duda metafísica que pronto quedará aclarada.
Quienes decían que la efervescencia secesionista de
Catalunya se había desinflado han vuelto a errar en sus vaticinios. La
irrupción de “Podemos”, la fuerza de los
movimientos populares –Ada Colau-, la contraposición del paradigma social al
nacional, o la disensión de una parte del bloque soberanista, no ha terminado
por desvanecer la amenaza de ruptura catalana.
En cuanto Artur Mas y Oriol Junqueras han pactado una lista
unitaria, con la integración de la Asamblea Nacional de Catalunya y la fundación Ómnium, todas luces de alarma
han vuelto a encenderse en la política estatal.
Y eso que el bloque que impulsó el derecho a decidir se ha visto
debilitado por el distanciamiento de ICV
–ahora en coalición con “Podemos”-, de las Cup (desorientada en el actual
escenario) o de Unió –desagregada de su federación con Convergencia- . La lista
“Junts pel sí” (juntos por el sí) es un desafío para el Estado porque en su
plataforma vuelve a cobrar vida el espíritu de la consulta oficiosa del pasado 9-N.
Nadie se atreve a cifrar los apoyos que unos y otros
tendrán. El bloque españolista sólo cuenta con la pujanza de “Ciudadanos” –que
no tendrá a Rivera como candidato-, con un PP en horas bajas y un socialismo
sin perfil ni relevancia. De ahí que la
polarización del voto pase a los ejes
independentista-Podemos. Tal polarización
de paradigmas (nacional-social) ha provocado los primeros movimientos
tácticos. Convergencia y Esquerra han actuado con inteligencia, situando como
cabeza de lista de su propuesta a Raül Romeva, un ex eurodiputado ecosocialista
proveniente de Iniciativa Per Catalunya Verds. Toda una apuesta que pretende que el bloque nacionalista no pierda apoyos por la izquierda frente a alternativa
en construcción de “Sí que es Pot” (sí que podemos) patrocinada por ICV, Izquierda Unida y Alternativa y la “Podemos ” de Pablo
Iglesias.
El resultado se presenta incierto, lo que no quita para que
en el Estado hayan vuelto a sonar los tambores de emergencia con
pronunciamientos tan llamativos como los del rey español en Bilbao, donde apeló a los responsables públicos a cumplir
con sus deberes de legalidad, la amenaza de suspensión de la autonomía justificada por el Ministro de justicia o la extravagante declaración del locuaz
presidente cántabro (Revilla) que advertía a los catalanes con dejarles sin
agua si pretendían independizarse
recordando que “el pantano del Ebro está aquí”. Estupideces a un lado,
la cuestión catalana ha vuelto a la primera página de la política estatal y eso
demuestra que el problema sigue abierto
de par en par.
¿Y en España qué?. Pues que nadie sabe quien gobernará tras
las elecciones generales. Una segunda conclusión; que el anunciado fin del
bipartidismo tampoco llegará. Habrá dos formaciones mayoritarias. Una de derechas; el PP. Y otra
de izquierdas; previsiblemente el PSOE. En ese esquema coincidirán
varias luchas que acaparen la atención. La lucha por el cambio (PP vs PSOE o
Podemos) y la pugna por el liderazgo de la izquierda .
El PP es consciente de que ganará las elecciones. Pero
desconoce con qué margen. Cree que el resultado será ajustado. Sus análisis hablan de entre 120 y 130
diputados. Ciudadanos le aprieta
liderazgo. Pero no ahoga. La formación de Rivera cuenta a su favor con la
ausencia de desgaste. El ser una formación “nueva” con imagen de modernidad.
Pero tal rostro contrasta con su falta de experiencia y con la sensación
general de que sólo sabe moverse en el plano teórico, sin pisar tierra.
El PP, que conoce tales circunstancias, tiene ya
“monitorizado” al partido de Rivera, al que le sigue los pasos permanentemente para vaciar de contenido sus
propuestas, copiándolas sin disimulo si hiciera falta.
“Ciudadanos” parte además con un hándicap importante; le ley
electoral y el reparto de escaños por ella establecida que penaliza severamente
a las formaciones no mayoritarias.
Sea como fuere, los analistas políticos asignan a Ciudadanos
una fuerza que oscila entre los 20 y 30
nuevos diputados. Su suma con el PP no sería suficiente para alcanzar la
mayoría absoluta (176 escaños).
El PSOE también lo tiene claro. Sabe que va a perder. Y su
obsesión es tener un diputado más que “Podemos”. Eso le permitiría “liderar”
una opción de gobierno de cambio. Pero para ello debería contar no sólo con el
apoyo de la formación de los círculos sino, además, con el resto de la
izquierda fragmentada, con los vascos y con los catalanes.
Se trata de una hipótesis difícil de contemplar, habida
cuenta de la prevención, cuando no temor, de Pedro Sánchez a verse
reflejado al lado de lo que Rajoy ya ha
determinado como “fuerzas radicales”.
“Podemos”, pese a quienes aventuran su fracaso, tendrá un
papel relevante en los próximos comicios generales. Ni la convulsión interna
provocada por el férreo “centralismo democrático” va a impedir su protagonismo en campaña. Su
principal adversario será la articulación de listas de “convergencia” emulando
las alternativas de Colau o Carmena. Propuestas que, de prosperar, harían mucho
daño a los seguidores de Iglesias y que convertiría a toda la izquierda en un universo satelital sin planeta masa de referencia.
Todas esas peleas –cambio/certidumbre; izquierda/derecha;
izquierda/ qué izquierda- van a influir notablemente en la campaña, en su
polarización y en el agrupamiento de los electores. También en Euskadi.
Quien peor lo tiene para afianzar su perfil es la izquierda
abertzale. Tras la factura de mayo (que
alguien va a terminar pagando) las cosas no están claras en EH Bildu. La
certeza de que “Podemos” es en estos
comicios el principal rival que competirá por pescar votos en sus propios
caladeros, ha llevado a algunos a proponer la ausencia voluntaria de la
Izquierda abertzale en estas elecciones. Al fin y al cabo, dicen, son
“elecciones españolas”. Pero desaparecer de escena por temor a un fracaso es
demasiado fuerte. Para evitar tal escarnio, han salido a su rescate los
“colectivos intelectuales de siempre”. “Mecenas”
que desde la transición hasta ahora han participado en todas las fiestas
políticas sin pagar jamás una factura. Ahora, según los “eruditos” de la
revolución, lo que toca es articular una
plataforma de izquierda que aglutine, si es posible, a todo el voto radical en
una especie de Frente Popular. ¡Viva la casta y la nomenklatura!.
¿Y el PNV?. El PNV confía en que el “recuerdo de voto”
permanezca en buena parte de su electorado. Sabe que el momento político puede
ser trascendente, aunque todos los signos que desde el Estado y sus partidos
referentes se viene prodigando, no auguran nada bueno. La afirmación –en Bilbao
nada más y nada menos- de Felipe VI de que “lo que nos une es España” evidencia
que se sigue sin entender la realidad nacional de Euskadi y Catalunya. Mal
presagio ante un problema enquistado que si España no aborda adecuadamente
terminará por reventar. Y no es una advertencia. Es la constatación de que la
unidad que impone subordinación no es modelo de convivencia. La convivencia
impuesta solo es garantía de fracaso y, en su último extremo, de ruptura.
Defender el reconocimiento de cada cual y, desde esa base,
alcanzar un acuerdo de igual a igual, será la baza por la que el PNV se
presentará a este nuevo tiempo que se
presenta próximo. Difícil empresa para tanta convulsión. Y para tanta confrontación
banderiza. Pero como diría Einstein,
“Entre las dificultades se esconde la oportunidad”. Para encontrarla habrá que estar. Con la
fuerza y la decisión que los votos permitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario