En esta vida siempre hay que estar en guardia. No es una
cuestión baladí. Ni un apriorismo de quien vive obsesionado por la seguridad,
la certeza, la certidumbre. No.
Es , simplemente la constatación de que en esta vida pasan
cosas que creías que, por lógica, no podían ocurrir. Pero suceden.
Lo he sentido en carne propia. Y de qué manera.
Como toca en esta etapa del año, los termómetros acusan un
descenso de las temperaturas. La semana pasada, sin ir más lejos, tuvimos unos
días en los que la frescura pasó a ser
frío en las horas nocturnas y en el amanecer. No demasiado pero frío al fin y a
la postre. El
otoño hacía acto de presencia y aunque
el “veranillo” y el viento sur en las
últimas jornadas han dado tregua al relente, la nueva estacionalidad me llevó a
creer que la etapa de moscas, mosquitos
y otro tipo de insectos voladores, había sucumbido.
En esa percepción de que
el tiempo del insecticida se había acabado, por efecto de la pura climatología, bajé la guardia. Y me
equivoqué.
Fue un “déjà vu” que en algún otro momento también he
relatado. Serían las tres y media de la
madrugada –hora cambiada- cuando entre sueños, pude percibir su inconfundible presencia. Varios vuelos rasantes próximos a mi oreja
derecha, dejaron ese inconfundible
zumbido que causó mi desvelo. Encendí la luz. Lo busqué en los alrededores de la lámpara. No dí con él. Volví
a la oscuridad, confiando en que todo fuera un mal sueño. Pero no. “Elhijoputa” jugaba al escondite.
Como víctima propiciatoria, rendido ante una amenaza no prevista, cerré los
ojos. “Que sea lo que Dios quiera”. Y me sumergí nuevamente en el sueño.
La mañana siguiente me encontré con las consecuencias. Uno,
dos y hasta tres habones en el brazo
derecho. Uno más en el nudillo de un dedo y
una pequeña hinchazón en el lóbulo de una oreja. Si sólo había sido un
mosquito, se había puesto la
botas Al levantarme, no me pesé, pero de haberlo hecho, estoy
seguro de que habría perdido, mínimo, medio kilo. Mosquito glotón.
Acribillado, picajoso,
con ánimo de venganza, lo busqué por toda la estancia. Estaba
decidido a acabar con él. Aunque llevara mi misma sangre. O precisamente por
ello. No supe encontrarlo. La amenaza latente seguía escondida. A la espera de
que volviera a bajar la
guardia. Pero ya no me pillará desprevenido. Desde hace cuatro noches duermo como un lirón.
No me cuesta demasiado sumergirme en el sueño.
Creo que la dosis de insecticida que aplico a la habitación antes de
acostarme me ayuda a entrar en trance de
manera inmediata. Y el mosquito, llamado “elhijoputa” no ha vuelto a dar
señales de vida. Espero que el remedio no sea peor que la enfermedad.
Desde que el pasado día 29 de septiembre se celebraran los
comicios catalanes, la efervescencia política causada por la mayoría
parlamentaria independentista había, en cierta medida descendido en notoriedad.
Las dificultades de Artur Mas para ser reelegido, la escasa comunicación
desarrollada por los partidos y las actuaciones policiales-judiciales contra
Convergencia y la
familia Pujol , hicieron creer a muchos que el “desafío
catalán” se disolvía como un azucarillo en el agua.
Nada más lejos de la realidad. Quienes
comenzaban a “sacar pecho” afirmando que las desavenencias entre los
independentistas podían conducir a Catalunya a unas nuevas elecciones,
despertaron súbitamente de su ensoñación con la presentación de la propuesta de
resolución firmada por los grupos de
“Junts pel Sí” y la Candidatura d´Unitat Popular por la que se reclamaba del
nuevo Parlament “el inicio del proceso
de creación del estado catalán independiente en forma de República”.
El desafío de ruptura, planteado como mandato democrático
tras las elecciones de septiembre volvía a presentar el problema catalán de
manera descarnada y en todo su apogeo.
La rapidez con la que los defensores de la independencia han decidido tomar
posiciones –pretenden que la declaración solemne sea aprobada el día 9 de
noviembre- ha descolocado un tanto las previsiones que sobre el proceso se
tenían. En el pacto inicial entre
Convergencia, Esquerra, la
Asamblea Nacional y Omnium, hablaba de 18 meses como plazo
para el tránsito hacia la “desconexión”. Un tiempo suficiente para albergar la
hipótesis de una negociación entre las partes que pudiera reconducir el choque
de trenes a una solución pactada. La nueva iniciativa planteada acorta
sensiblemente el horizonte.
Las razones para esta inmediatez tal vez puedan encontrarse en las necesidades
internas de los patrocinadores de la declaración que han encontrado grandes
dificultades para la nominación del nuevo president. Una cuestión nada baladí ya que lo que está en juego es
determinar quien será el capitán de este proceloso viaje hacia la “República catalana”.
La consecuencia inmediata de este punto y seguido en el
proceso soberanista, ha sido la activación en el Estado de un frente unionista
que pretende impedir cualquier paso adelante hacia la segregación. El
gran beneficiado de todo ello ha sido y será Mariano Rajoy, a quien la
activación catalanista ha dado la
gasolina que no tenía para recuperar su
espacio perdido en el liderazgo
de la españolidad. Y
eso, en clave electoral, puede hacer que el PP haya encontrado un bálsamo en su
paulatina debilidad demostrada en todas las encuestas.
La otra opción que refuerza su expectativa en clave
demoscópica es “Ciudadanos”. El partido de Albert Rivera , gracias a su mensaje
indisimulado de “patriotismo español” sin
matices, gana enteros de cara a los comicios generales de diciembre. Y
lo de “ganar enteros” también tiene que ver con el apoyo soterrado que esta
formación parece haber ganado, entre otros, por los opacos líderes del Íbex 35, con quienes
Rivera ha mantenido discretos contactos. El resto, el PSOE de Pedro Sánchez y
el “Podemos” de Iglesias, pierden fuelle
ante el “cara o cruz” de unos comicios generales que, a este paso, se
convertirán en un pulso entre
quienes con mayor vigor defienden la
unidad de España y quienes son
complacientes con los independentistas catalanes.
Rajoy ha echado mano del cumplimiento de la
ley. Una vez más. Y no
ha escondido ni tan siquiera la posibilidad de suspender la autonomía catalana.
Ha hablado de los nacionalismos como causas
y argumentos de guerras y
desgracias humanitarias. Y se ha
investido de “Capitán Trueno” al grito se “Santiago y cierra España”.
Rivera, por su parte, ha prometido un acuerdo para dejar fuera a los
nacionalistas de cualquier diálogo político futuro. Ha amagado con eliminar el Concierto, la Disposición Transitoria
cuarta. Hasta ha intentado que el idioma gallego deje de ser oficial en el
concello de Ferrol.
¡Ay ama!. La que se nos viene encima. Preparémonos para lo
peor. Vayamos poniendo sacos terreros para que la inundación que se avecina no
nos ahogue.
La Izquierda abertzale, tan dispuesta ella a propiciar una
“Vía vasca a la independencia”, ha mantenido el argumento de que le propuesta
del nuevo estatus propiciada por el PNV no ha sido sino un subterfugio para
perder el tiempo. Que el PNV se siente cómodo con la situación actual y que no arriesgará
en buscar oportunidades para avanzar en la soberanía de Euskadi. Avanzar, en
cualquier caso, supone ganar terreno al ya conquistado. Dar pasos adelante sin
el riesgo de caer en el camino a las primeras de cambio.
Decir que en el 2015 no se podrán cumplir las previsiones de
presentar un texto articulado de nuevo estatus y someterlo a referéndum puede
resultar desalentador y hasta frustrante. Sobre todo para quien había
comprometido su palabra en ello. Pero una cosa es admitir que el plazo no se cumplirá
y otra bien distinta borrarse del propósito. El PNV no lo ha hecho. Es más,
ultima su propuesta, sus alternativas, al tiempo que pide a las demás fuerzas
políticas que, de aquí a diciembre, pongan las suyas también encima de la mesa. Para intentar buscar
puntos de acuerdo que garanticen el éxito de la empresa.
Volver a situarse detrás de una pancarta será todo lo
reivindicativo que se quiera pero los efectos
de esa dinámica resultan
conocidos. Treinta y cinco años detrás de las pancartas no han generado
ni un sólo rédito al autogobierno de este pueblo. La clave del resultado está
en articular propuestas posibilistas, capaces de ser llevadas a la práctica. Y , con ellas, concitar
acuerdos que puedan ser sometidos a la ciudadanía. Gritar “independentzia!”
está muy bien. Conseguir, por la vía del derecho, ser menos dependientes, es
mucho mejor. Mucho más efectivo. Pero para eso hay que tener no uno, sino los
dos pies dentro donde se decide qué hacer y cómo. Y estar alertas ante lo que
pase a nuestro alrededor.
Koldo es el PNV un partido independentista si o no? Considerando que SI entiendo que los movimientos son lentos pero certeros, vamos poco a poco, pero quizás mi hijo tenga mas prisa que yo. Nosotros llevamos años de lucha queriendo alcanzar unas cotas de autogobierno que vayan contentando a la mayoría social. Pero no por ello perdemos nuestro horizonte "UNA NACION" me da igual dentro de que, pero una NACION". Como desmontar el sentimiento de ser solo vasco ante los ataques que se producen desde el estado?. Cada vez que alguien empieza a dudar de nuestro concierto, nuestra lengua, nuestra cultura y todo lo nuestro, menos posibilidades de contentar al pueblo con el "mas autogobierno".
ResponderEliminarSe que el paso adelante es difícil y se que a mis 50 años no vere mi sueño "EUSKAL HERRIA" , pero me niego a quedarme sentado , esperando que alguien externo decida sobre mi/nos el futuro de mi patria. Os animo a todos desde vuestras posiciones a seguir y convencer, seguir y convencer , con realidades y hechos que nuestro futuro es nuestro. GORA EUSKADI ASKATUTUTA!!