Hace tiempo que no voy a una boda o a una comunión. Y me
alegro. El paripé de estos fastos siempre me ha puesto de los nervios. Los
trajes, las fotos, la liturgia, la sonrisa profidén, me traen por la calle de la amargura. Mi entorno
familiar sufre con mi comportamiento. Soy a-social, lo reconozco. Me
incomoda el boato masificado de “vivan
los novios” o “que se besen, que se besen”. Y se me nota en el semblante. Por
mucho que intente enmascararlo. Parezco un
tipo risueño al que la goma del calzoncillo le estrangula un huevo. Un bicho
raro entre tanto patán con levita, traje oscuro o vestidito de escote imposible
y “fotocol”.
Uno de los momentos más angustiosos de esas celebraciones para mí siempre ha sido la incorporación al banquete, cuando los
invitados corrían al salón para coger sitio.
Y se reservaban puestos con bolsos, chaquetas y enseres variados en un
intento de apropiación del espacio
festivo. Como si en unas plazas se comiera mejor y en otras se pasara hambre.
Lo cierto es que la ubicación no era cuestión menor. Dependiendo de dónde
cayeras te sometías al tedio de soportar
durante las tres horas que duraba el bodorrio a un desconocido primo del
novio y que sólo sabía hablar de la cilindrada de su coche o a una tía lejana a
la que encontraste la rara habilidad de platicar, comer y respirar al mismo
tiempo. Un prodigio de la naturaleza.
Me dicen que eso
ocupar las mesas al asalto ha
cambiado ya. Bueno, en las dos últimas bodas que asistí ya había un guión con una
posición determinada para cada cual. Un plano de las mesas donde como un
acertijo debías encontrar tu nombre para ir, a tiro hecho, a tu posición de
convidado. La pena es que en ese tracto tampoco cabía elegir vecindario y si la
coincidencia con el piloto automovilístico no se daba, siempre había opción de encontrar a tu lado a un enamorado de los viajes que te haría la comida inolvidable con sus últimas
vacaciones en Bucarest o en Zaragoza. ¿Zaragoza?. Sí, Zaragoza. “¿No te sabes
esa que dice “el Ebro guarda silencio, al pasar por el Pilar...”.
Ahora me dicen que
todo ese follón ha evolucionado y que está más reglado. Incluso me han
insinuado que en el último banquete nupcial al que asistieron unos amigos las
invitadas de género femenino disponían de un “pack” que incluía zapatillas y un juego de
maquillaje. Lo primero para sustituir los taconazos incómodos del modelito y lo
segundo, en algún caso, para hacer un milagro. Lo que no sé es cual fue el
“pack” dispuesto para el género masculino. Si me hubieran consultado, mi
consejo habría sido un útil estuche compuesto por naipes, tapete y tantos
para jugar al mus.
El pasado martes, la nueva legislatura a Cortes generales
quedó inaugurada. Las sesiones plenarias del Congreso y el Senado dieron mucho
de sí. No sólo en lo que a la constitución de las cámaras y sus órganos de gobierno respecta. Eso quedó
eclipsado por el “show” de una jornada perfectamente guionizada por quienes
tácticamente transformaron una sesión institucional en un espectáculo de
variedades.
Visto con ojos de telespectador la reunión estuvo
entretenida y fue amena. Hubo de todo. Gestos, abucheos, soflamas, anécdotas y
la insólita presencia de un lactante que se convirtió en el centro de atención
de propios y extraños.
Sobre esta cuestión se han vertido ríos de tinta y dedicado
minutos de radio y televisión. Si lo que se pretendía era reivindicar un mayor protagonismo de la conciliación en
la esfera pública y laboral, el objetivo se consiguió. Si, por el contrario, lo
buscado era cobrar protagonismo propagandístico, también. (Por comparar, decir
que Carmen Chacón también llevó a su hijo recién nacido al Congreso. Pero nunca
lo integró en el hemiciclo. Lo atendía,
cuando tocaba, en la guardería que la cámara baja dispone para el personal y para este tipo de
eventualidades).
Sea como fuere, el angelito tuvo un comportamiento mucho más
edificante que una gran parte de “sus señorías” cuya educación brilló por su
ausencia.
Yendo a las formas, la sesión inaugural de la legislatura puso en evidencia la sobreactuación que
preside, desde un tiempo a esta parte, la acción política. Algunos diputados
madrugaron de lo lindo –veremos si en lo sucesivo lo siguen haciendo-.
Como en las bodas que relataba al principio, algunos electos
corrieron por la sede de la Carrera de San Jerónimo y accedieron al hemiciclo
para , plantilla en mano, depositar en la primera bancada –justo detrás de donde
se aposenta el gobierno-, abrigos, bolsos y demás enseres que reservaran su
espacio. Hay que decir que la posición de los grupos en los parlamentos viene
establecido por criterios de representación y reglamento, y que, pasada la
sesión constitutiva, cada cual cubre su
escaño en base a un orden y a unos principios acordados mayoritariamente. En esta
ocasión no, y como “quien más chifla capador”,
los acólitos de Pablo Iglesias coparon los primeros puestos sin
encomendarse a nadie. Así que cuando llegaron el resto de diputados éstos
tuvieron que acomodarse como buenamente pudieron. Los diputados de Esquerra
Republicana de Catalunya, que se
incorporaron al Congreso a última hora, se encontraron sin espacio donde
situarse. Rufián, Tardá y compañía,
tuvieron que sentarse en los huecos vacíos. Rodeados de los primos del novio o con tías lejanas
parlanchinas dotadas de branquias para
respirar y hablar debajo del agua.
En la calle, algunos hicieron el paseillo acompañados por una fanfarria. Otros, como en “verano
azul”, accedieron en bicicleta. Los rituales fueron también diversos. Promesas
y juramentos por lo civil y por lo
religioso. Eclécticos y simbólicos. Risas
y llantos ante las cámaras. Todo muy colorista. Vamos, como en una boda.
En el fondo de la cuestión es donde hubo más sombras que luces. Dígase como se
quiera, “Podemos” dinamitó la estrategia del PSOE en la composición de los
órganos de la
Cámara. Sabedores que con sus propios votos se garantizaba dos
puestos en la Mesa, impidieron un pacto
global para desbancar de la presidencia al PP. Y obligaron a Sánchez a pactar
con Ciudadanos. Ese acuerdo mínimo facilitaba la mayoría numérica del PP y la
derecha, afeando la maniobra socialista. Podemos argumentó su ruptura por la
negativa a segregar su representación en cuatro grupos parlamentarios. Una
división que, de haberse aceptado, le hubiera reportado muchísimo más tiempo de protagonismo en los
debates, amén de más de una decena
supletoria de personal asistente a su servicio y un incremento económico en dotaciones que superaría el
millón de euros.
Pero intereses espurios aparte, la sobreactuación táctica del partido de los
círculos, acusando al PSOE de pactar con el PP y de “mentir a sus
votantes” en su voluntad de desalojar a
Rajoy, nos deja unas primeras conclusiones sobre las que analizar
el futuro inmediato que la política española.
Primera conclusión; la única preocupación de “Podemos” pasa
por medrar. Por conseguir el “sorpasso” al Partido Socialista. Ello implicará que “no dará ni agua” a Pedro
Sánchez, lo que impedirá a éste formalizar una opción alternativa de gobierno. Segunda
consecuencia; esta decisión podría conducir a una repetición electoral donde
“Podemos” cree que ganaría espacio en detrimento de los socialistas. En el
supuesto de que los comicios no se repitiesen, lo que supondría que Rajoy o el
PP seguirían gobernando, “Podemos”
pretendería “engordar” ejerciendo una oposición implacable y dogmática,
en contraposición al resto de grupos parlamentarios.
Tercera consideración; su adversario a batir en cualquier
caso no es el PP sino el PSOE a quien, en cualquier circunstancia culparía de
la ausencia de cambio político y el continuismo de Rajoy. Los socialistas son
su despensa, sus reservas para el
crecimiento.
La voracidad de los dirigentes de “Podemos” y su “ego”
superlativo disfrazado de simplicidad callejera puede inducir a engaños. Todo
resulta táctico. La “unidad” de la izquierda, el respeto plurinacional, la
“integridad” insobornable, son elementos al servicio de una causa; la búsqueda
del poder. Una causa legítima pero quizá desmedida. Agitación y propaganda de
manual. Su primera etapa pasa por anular a Pedro Sánchez para quien preparan un
funeral de estado. Dirán lo contrario pero su empeño pasa por hacer imposible
un acuerdo con el PSOE. Su dogmatismo y su intención lo hará irrealizable, y si eso ocurre serán
también ellos quienes culpabilicen a los socialistas de Rajoy siga en la
Moncloa.
Veníamos de una boda y, previsiblemente, terminaremos en un funeral. Permanezcamos
atentos a
Hola Mediavilla.No entiendo eso de que el respeto al concierto sea una de las peticiones a Sanchez para facilitar su investidura.Hay que pedirlo como condición?,en serio?,esto me suena a que le va a resultar realmente barato,casi tirado,a Sanchez la "facilitación" del PNV.De hecho los periodistas de Madrid os han perdido el respeto totalmente,no hay más que escucharles......
ResponderEliminarVeremos.Saludos.
Y tú, Xabier, ¿te crees todo lo que escuchas?. Te creía más ponderado
ResponderEliminarSinceramente Mediavilla,hasta el momento y de vuestra parte lo único que he escuchado han sido exigencias de "compromisos".Los "compromisos",los "socialistas" Españoles,los adquieren y a continuación se los pasan por donde ambos sabemos y han demostrado.Ejemplo claro el "respeto" a la voluntad de los catalanes con respecto al estatut.Para mi gusto a esta gente hay que cobrarles por adelantado y en tangibles.Pero en fin,yo no estoy en la pomada y vosotros sabréis,simplemente opino en base a lo que oigo,veo y siento.Ójala sea problema de ponderación e ignorancia de fondo.Saludos y ánimo.
ResponderEliminarSi sigues las dinámicas de negociación que el EAJ a realizado a largo de los años, sabrás que nunca se ha trasladado un acuerdo hasta estar completamente seguro. Que los periodistas de Madrid pierdan o no el respeto a las gentes que representan al EAJ es una opinión muy particular.
ResponderEliminarDecirte que los Periodistas de Madrid son de Madrid y si realmente te preocupan , algo anda mal.
Nunca tuvieron el respeto necesario. Y de tenerlo, será una vez entrado en su juego.
Algo anda mal,efectivamente,cuando se nos pierde el respeto.Aquí,en Madrid o en el Congo.Y a mi me preocupa eso sean periodistas de Madrid o los bomberos de Azpeitia.Indistintamente.
ResponderEliminar