sábado, 23 de abril de 2016

LO INEVITABLE

Ya queda menos para lo inevitable. El rey de los españoles  recibirá en la Zarzuela a los portavoces de las formaciones políticas entre el lunes y el martes para constatar que éstas han sido incapaces de ponerse de acuerdo en el intento de elegir a un candidato capaz de superar la prueba de la investidura. El Borbón no es Houdini y no sorprenderá a nadie sacando a última hora un conejo de la chistera. Me temo que su actitud sea la de “pasapalabra” dejando correr los plazos establecidos en el automatismo que haga disolver las cámaras y convoque una nueva cita electoral a finales de junio.

Lamentable bochorno que demuestra la incapacidad  de una representación política  que solo ha sabido mirarse al ombligo, que ha despreciado el bien común por el interés particular de cada cual.
Ahora llegará el turno de los reproches en un infantil juego que evidencia la minoría de edad de una democracia a la que le falta la cultura del acuerdo. Y que deberá tener consecuencias.

Pablo Iglesias, en 'Magazine Fashion & Arts' | La Vanguard
Los socialistas cerraron la puerta de un acuerdo  en su propia casa de Ferraz. Ensimismados en su “juego de tronos” particular, limitaron el margen de maniobra de Pedro Sánchez hasta maniatarlo  y condenarlo al fracaso en opción voluntarista de   ofrecerse como alternativa a Rajoy. Las intrigas internas de barones y sultanas abortaron cualquier tentativa de buscar mayorías  que hicieran de su candidatura una opción real. Nada que hacer con los nacionalistas –dijeron de partida-, porque con la unidad de España no se juega.  Nada que hacer con los “podemitas” porque las aventuras populistas  pretenden acabar con el socialismo. Y con tanto veto  dejaron a Sánchez , como a Gary Cooper, sólo ante el peligro. Clamando por un “cambio”  cuya única garantía  de acuerdo era su cara bonita.

Pedro Sánchez ha cometido dos errores  de trazo grueso. Primero, no plantar cara  a quienes desde dentro le cortaron las alas y le dijeron “ahora vuela si puedes”. Su debilidad bienintencionada de no tensionar a su partido le dejó sin más margen que el emocional; el de implorar un apoyo como acto de fe. Su “golpe de efecto” de acudir a las bases  para cortocircuitar  a los “notables” se quedó corto ya que lo que de verdad debía haber plebiscitado era que le dejaran las manos libres  para fraguar una alianza  que sumara y que garantizara un éxito. Un gesto de autoridad que no tuvo y de lo que se lamentará en lo sucesivo.

Su segundo error fue atarse a Ciudadanos como Ulises al mástil de su nave. Fue como el cierre anticipado de un capítulo que impedíría cualquier desenlace posterior. El fin anticipado del cuento.

Pero el PSOE no es el único  responsable del fiasco  cometido. El partido de Pablo Iglesias ha demostrado que su voluntad real de cambio político está, en prevalencia, por detrás de su voracidad particular. Su interés  principal es crecer y sumar. Morder terreno al electorado de “izquierda” hasta convertirse en su referente en España. Restar apoyo representativo al socialismo con un planteamiento repleto de tacticismo.  Sin más contenido que la búsqueda de la ganancia propia. El discurso del derecho a decidir, del respeto a la plurinacionalidad del Estado o de la suma de voluntades reformistas es un camelo. Un ardid discursivo que se ha visto desmentido en la práctica interna de “Podemos”,  incumpliendo sus compromisos de respeto territorial de sus confluencias ( Compromis o Mareas) o desalojando  del núcleo central de poder a cuantos críticos hayan puesto en cuestión  las decisiones de su grupo dirigente.
Lo mismo puede decirse de las apelaciones a un gobierno  de coalición sustentado en su “generosidad” de “renuncias” propias  que nunca lo fueron. Anzuelos, señuelos, trampas, en una comunicación política  trabajada y eficaz.

Iglesias y el partido que controla es una máquina trituradora de todo lo que no le resulta productivo. Todo lo que no sea ganar poder no sirve. Así debe entenderse el renovado interés de pactar ahora con la Izquierda Unida de Garzón. Tras el desprecio de meses precedentes, Iglesias y los suyos  se han dado cuenta que la suma de los votantes de Garzón le permitirá el “sorpasso” electoral al PSOE. Otro acercamiento táctico en busca de resultados prácticos. Garzón, recuerda:  “timeo danaos et dona ferentes”.

Pero Iglesias tiene un enemigo que no debe despreciar. El propio Iglesias. Su narcisismo, la arrogancia que le pierde. Una soberbia que desborda cuando actúa al natural y que  pone de relevancia su carácter sectario. Nadie que se cree poseedor de la verdad absoluta , que se cree único defensor del interés público, que se siente inmaculado frente al resto, frente a la “casta”, merece una oportunidad para dirigir nada. Ni una comunidad de vecinos y mucho menos un país.

¿Y de la derecha qué?. Que muy bien, gracias. Su  gestión en los últimos años,  su utilización del rodillo de la mayoría absoluta despreciando cualquier diálogo, les ha dejado sin amigos. No es de extrañar. Se han ganado a pulso la soledad y la voluntad mayoritaria de verles en la oposición, purgando sus excesos. Desde el 20-D no han sido capaces de concitar  ninguna simpatía. Así que Rajoy haya decidido seguir con su dinámica de sestear, como si nada pasara. Nada pasa con el déficit, que se desboca, nada pasa con Catalunya, que sigue su senda de desconexión, nada ocurre con la crisis del acero, ni con la corrupción, ni con la amenaza del “Brexit”  que atemoriza a Europa con una nueva depresión.

La soledad del PP solo podía  descongelarse con una renovación  de su proyecto y de sus dirigentes. De ahí que desde ese universo conservador de de las derechas se inventara Ciudadanos. Como “akuiu” que provocara una catársis interna capaz de remover las aguas del partido de Génova. Pero el PP, hoy por hoy es Rajoy y aunque de puertas para adentro  se escuchen voces críticas,  sólo el inquilino en funciones de la Moncloa  domina la estructura. Los demás le rinden pleitesía. Y así será, a menos de que el 26 de junio –cosa poco probable-  pierda posición en el tablero.

Rivera y Ciudadanos es, lo he dicho, un invento. Tiene  obsolescencia programada. O un mando a distancia que le activa y que también podrá apagarlo. En Génova así lo entienden. Por eso lo aborrecen y lo desprecian.  Aunque el diseño, el estilismo de esta supuesta derecha moderna, cuyo contenido real nadie conoce,  encandile a algunos. Su última propuesta, in extremis, de proponer un “independiente”, un “tecnócrata” al frente del gobierno español  resulta impagable. Un “elefante blanco”,  como el Armada del 23-F pero sin uniforme.

La “ocurrencia”  también tiene su fondo; poner nervioso al PP y a su presidente. Decirle, por lo bajini, que es prescindible y que vaya pensando en marcharse. Los poderes ocultos que manejan a Rivera, no van a parar.

Intereses privados por encima del bien común. Eso es lo que nos ha condenado a  tener que volver a las urnas el próximo 26 de junio.  Un arbitraje democrático, ante la ineptitud e incapacidad de los actores principales que costará a las arcas del Estado más de 130 millones de euros. A pagar a escote. Espero que la ciudadanía pase factura del dispendio.

Hace unos meses –el pasado año-  cuando se hacían vaticinios respecto a lo que ocurriría en las elecciones generales de diciembre, manifesté privadamente mi percepción que la atomización electoral  y la falta de cultura negociadora en España podría conducir a un desacuerdo que obligara a la repetición electoral. No es un farol y tengo testigos de ello.
Hoy, visto lo visto y tras encender la bola de cristal  creo que  tras el 26 de junio gobernará el PP. No sé si con Rajoy o sin él.  Los socialistas perderán aún más y  cosecharán el peor resultado electoral de su historia. Se desangrarán  en  luchas fratricidas tras haber permitido, por activa o por pasiva,  que siguiera mandando la derecha. Lo han sugerido  ya Felipe González  y Susana Díaz; “PSOE y PP no se deben obstaculizar el uno al otro en caso de que alguno de los dos partidos manifieste que no está en posición de formar Gobierno.”

Podemos verá colmadas sus aspiraciones. Iglesias, desmelenado, a lomos del caballo “Othar”, como el equino de Atila, al fin será jefe. Jefe de la oposición. Tras de él la hierba de la izquierda difícilmente volverá a crecer. Ciudadanos se integrará  en el paisaje. Sobran las alforjas para tan corto viaje.

¿Y en Euskadi?. Una vez más, a resistir.
 No retiremos aún los sacos terreros. Viene una nueva ofensiva. En analógico y TDT.

Que la contaminación política no nos afecte. O que el contagio  sea mínimo. Demostremos, una vez más, que Euskadi es diferente. 

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