A
Claudia Cardinale, los responsables del festival de Cannes, le han quitado
varios kilos de encima. A la diva italiana no le han sometido a dieta alguna.
Simplemente le han pasado el “Photoshop” y de una tacada le han reducido la
masa corporal de brazos, antebrazos, piernas y pies. Le han estilizado hasta la línea facial.
El “lifting” lo ha perpetrado una agencia de publicidad que ha utilizado una
foto realizada a la actriz en 1959
–cuando la criatura tenía 21 añitos- para adaptarla al cartel anunciador de la
edición número 70 del festival
cinematográfico de la ciudad de la Costa Azul.
A la
estrella del celuloide, a quien recordamos por sus papeles en “Il Gattopardo” u
“Ocho y medio” –de Visconti y Fellini respectivamente-, la técnica del diseño
por ordenador le ha dejado como una de esas modelos que promocionan hoy
yogures con bífidus recomendados para
defecar regularmente . Nuestro imaginario no estaba preparado para ello, pues
jamás pensé en asociar a Claudia Cardinale con un
lácteo con propiedades purgativas.
Los
“retoques” fotográficos de hoy,
modificando la realidad para adaptarla a
los cánones del momento, y la polémica
suscitada por la artificialidad
de la imagen, no han molestado a la artista –hoy casi octogenaria- que ha
restado importancia a la cirugía
digital. “La preocupación por el realismo –ha dicho Cardinale refiriéndose al
cartel de Cannes- aquí no tiene sentido
y, como feminista convencida, no veo ningún ataque al cuerpo de la mujer. Hay
cosas mucho más importantes para debatir en este momento en el mundo”.
Tiene
razón Claudia. Que te quiten, sin anestesia, unos kilitos de aquí o de allá, y
más si es de una imagen del pasado, no debe ser causa de preocupación general.
Sobre todo, en un mundo como el cinematográfico en el que la ficción resulta
consustancial con su desarrollo.
Lo que
no resulta inocuo es que se pretenda tergiversar la realidad con
insolencia o, dando por hecho que
el personal no se entera de nada o es medio lerdo.
Digo
esto porque acabo de leer la transcripción periodística de la comparecencia de
todo un profesor universitario, Roberto Uriarte, que ha acudido ante el
Parlamento Vasco, en concreto a la ponencia de autogobierno, para dar su visión
sobre el pasado y , fundamentalmente, el futuro político de la comunidad vasca.
Uriarte,
a quien tengo en buen concepto, acudió
ante la ponencia de la Cámara Vasca, como
invitado de “Elkarrekin Podemos” para exponer sus conocimientos e
inquietudes en relación al proceso de actualización del autogobierno. Lo
hizo en calidad de profesor de derecho
constitucional de la UPV-EHU. Un “experto” cuya impronta quedó reflejada en su
disertación parlamentaria. Libertad de cátedra a la hora de interpretar la realidad, la historia y las definiciones
jurídico-políticas comúnmente aceptadas.
Esta foto no está trucada. Asamblea Nacional del PNV. Iruña 1977- Grupo de afiliados bermeanos. Quizá Roberto Uriarte reconozca a alguien próximo. |
Según
lo publicado, el profesor de derecho constitucional Uriarte afirmó que “las naciones son conceptos artificiales, las
personas no nacen en una nación, sino en un lugar físico y rodeados de gente”. “La
nación vasca, de hecho, -continuó el ex dirigente de Podemos- es algo inventado
por Luis Arana”. Una “visión defensiva” que identificó con el poema “Nire
aitaren etxea defendituko dut” de Gabriel Aresti al que contrapuso la “Euskal Hiria” alumbrada por Bernardo
Atxaga.
Resulta
evidente que en el ámbito conceptual, es decir, a la hora de establecer una
definición sobre una realidad social – qué es una colectividad, un pueblo, una nación, un Estado- existen definiciones distintas. Pero en el
ámbito jurídico se dan consensos que
determinan las características básicas de cada concepto. Pasar de la discrepancia conceptual al aserto
de “invenciones”, de elementos “artificiales”,
va todo un mundo.
Pero la
creatividad de Uriarte fue más allá al equiparar la estructura territorial del
País Vasco con los “reinos de taifas” y
establecer que el principio de foralidad es “una realidad inventada”, como” la Marijaia
o el Celedón pero tan arraigada como esos símbolos festivos”.
Le
faltó decir que vivíamos en Matrix , en una ensoñación bucólica y pastoril que
nos tiene abducidos.
Todas
las ideas son legítimas y hasta los creacionistas tienen derecho a expresar sus
acientíficas teorías de la predestinación divina. Lo que no resulta entendible, y menos en un
profesor de derecho constitucional de la
trayectoria política y asociativa de Roberto Uriarte, es
la reformulación, a modo de enmienda a la totalidad, de la definición
nacional de Euskadi, su especificidad histórica y su diferenciación comparativa
con otras realidades de nuestro entorno.
Uriarte
desarrolló la tesis de la mitificación nacionalista en la que, según él, el autogobierno es entendido como una
“transferencia de poderes entre élites económicas” . En contraste a ello
formuló un cierto “adanismo” político en el que “todo es posible”, hasta
la transferencia a Euskadi de todo el poder político porque las normas –y
especialmente la Constitución- son flexibles. Si no se hace es, simplemente,
por falta de “voluntad política”. En
síntesis, que Euskadi no es una nación. Es un invento. Pero que, llegado el caso, si se quisiera, podría disponer
de todo el poder político en su mano.
Salvadas las distancias, solo le faltó argumentar que con un poquito de Photoshop,
Euskadi podría alcanzar cualquier estatus. Por inimaginable que parezca.
No
esperaba tanto revisionismo en esta primera sesión aunque el ingenio demostrado
por los emergentes de la nueva política me hacía albergar la duda
de la posición que mantendrían en la renovada ponencia de actualización
del autogobierno. Tampoco sé si Uriarte representa a Podemos o si su versátil doctrina –por denominarla de alguna manera- solo
vincula a su persona. Habrá que
verlo. Javier Pérez Royo, catedrático de
derecho constitucional, también compareciente a propuesta de los morados,
pondrá el contrapunto al bermeano. Su
tesis será más académica y menos creativa. Más cercana a la realidad. Por lo
menos a la que algunos observamos.
Quien,
a mi juicio, más filtros utilizó para transformar la imagen de una situación
concreta –la política lingüística llevada a cabo por la Diputación de Bizkaia-
fue el presidente del PP en este territorio. Lo hizo en otra sesión parlamentaria,
el pleno de control de la Juntas Generales de Bizkaia celebrado el pasado
miércoles. Javier Ruiz, que así se llama el presidente-portavoz de
los populares vizcaínos, interpelaba al ejecutivo de Rementeria sobre la aplicación de los perfiles lingüísticos en
la administración foral.
Ruiz, hábil orador, especialista en llevar siempre
al agua a su molino, comenzó por
reconocer el valor del euskera,
una lengua “patrimonio de todos”, perjudicada por el “franquismo”, etc. Espacios comunes de consenso que, poco a
poco, fue abandonando para adentrarse en
el terreno del supuesto privilegio, la discriminación laboral y demás soliloquios que terminaban por
presentar al euskara como un obstáculo para la igualdad y la convivencia.
“¿Para qué se exige a un bombero el pl 2
(perfil lingüístico) si lo que tiene que
hacer es apagar el fuego? ¿Para qué un liquidador de Hacienda necesita un Pl 3 si lo que tiene que hacer es
perseguir el fraude?. Sólo faltó a dirigente
conservador vincular la “perversa defensa
del euskera” y la “segregación laboral” con el “clientelismo del PNV”. No lo
dijo pero seguro que lo pensó.
La
perorata, una de las más rancias que he podido escuchar en los últimos tiempos,
terminó por solicitar a la administración una “modulación” de las exigencias
del euskera a los funcionarios, apuntando la posibilidad de establecer una “zonificación”
del territorio de cara a una aplicación “justa” de la política lingüística. Me recordó la Navarra de UPN y aquello del
“sano regionalismo”.
Cada
día me asombra más que, en los tiempos que corren, se apele a la democracia, a
la justicia y a la igualdad tratando de olvidar los derechos básicos de las
personas, y entre ellos en este caso, los derechos lingüísticos de los
vascoparlantes. ¿Acaso sus derechos son menores que los de los
castellanohablantes? ¿No tienen derecho a que su declaración de renta se
elabore en euskera y la administración les atienda en dicha lengua? ¿Es que
para pedir auxilio en un incendio se impone hablar en español para que un bombero
atienda la emergencia?.
Claudia
Cardinale tiene razón. Hay cosas mucho más importantes que debatir en este
mundo que las modificaciones hechas en
una fotografía. Ahora bien, cuando esa instantánea altera la realidad, la desenfoca o reinterpreta,
cabe la opción de levantar el dedo y
denunciar que esa foto está trucada.
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