sábado, 20 de mayo de 2017

POLÍTICA FICCIÓN


El Parlamento Vasco acordaba el pasado jueves, con los votos favorables del PSE, EH Bildu y Podemos, rechazar los presupuestos generales del Estado. ¡Viva Cartagena!. La resolución adoptada tenía el mismo valor que la anunciada moción de censura a Rajoy que presentará  en breves días Pablo Iglesias. Cero patatero.

El único efecto, la efímera foto de la protesta. Estéril instantánea.

Estamos acostumbrados ya al postureo. A convertir la acción política en un vodevil que da risa. Carcajada incompetente. Porque  iniciativas como éstas solo sirven para desacreditar la noble acción representativa del servicio público.

Si supiera el personal la cantidad de tiempo que se pierde con mociones, propuestas y brindis al sol que se presentan, y se someten al debate y aprobación en las instituciones, viviríamos abochornados. Aunque el sonrojo no parece afectar a los agitadores de quimeras. Viven un “matrix”, en un mundo paralelo en el que obligan a una corporación municipal a discutir ardientemente sobre el Tratado del libre comercio con Canadá o a posicionarse sobre el proteccionismo comercial que pretende imponer la nueva administración norteamericana. Y Trump tiembla porque en una pequeña localidad de Lea Artibai hayan ratificado una moción desaprobando las intenciones de la Casa Blanca.

A algunos se les está yendo la pinza. Pero no pasa nada. Que la realidad no frustre un titular de periódico. O un minuto de gloria.  Lo del Parlamento el otro día fue para afear al PNV y su acuerdo presupuestario con Rajoy. Sin embargo, los proponentes de la iniciativa no tuvieron agallas para enfrentarse directamente al pacto. Eso les hubiera obligado a mojarse. A decir qué pasos a nivel no debieran suprimirse. A mostrarse contrarios al descenso de la tarifa eléctrica a las industrias o negar, por ejemplo, la necesidad de las plataformas logísticas de Jundiz y Lezo.

Por eso se enmascaró el debate con un rechazo a los presupuestos generales del Estado. Tiene guasa que un parlamento  enmiende a otro en sus funciones.

La farsa, la demagogia, es una de las actitudes que mayor descrédito viene provocando a la política. Eso, y el irrefrenable afán por buscar en los demás la culpabilidad de los acontecimientos. Siempre hay alguien al que echarle el fardo, al que responsabilizar de lo propio y de lo ajeno. Es la gestión de lo inútil, un terreno en el que la innovación  se prodiga más.

En ese campo, el Partido Popular del País Vasco acaba de presentar en distintas instituciones una iniciativa que reclama la implicación de éstas para que la selección española de fútbol juegue en San Mamés.  Como se convendrá, tal pretensión responde a una necesidad palmaria y perentoria de la ciudadanía vasca por disfrutar  de un acontecimiento deportivo que, seguramente, en el ranking de urgencias vitales se encuentra al mismo valor que el paro o la actividad económica.  Vamos, que estamos ante una prioridad de primer grado. Ja, ja.

El PP, siempre tan atento a la sensibilidad social y a los problemas que de verdad importan a la gente ha  sido capaz, en un dechado de servicio público, de registrar esta petición tanto en el Parlamento Vasco como en las Juntas Generales de Bizkaia. Participar en la ponencia de memoria y convivencia, donde se pretenderá alcanzar  consensos para edificar una sociedad vasca en paz no es para ellos labor relevante. Que la “roja” juegue en San Mamés sí.

Para los populares proponentes –Nerea Llanos y Javier Ruiz- , la escuadra española  lleva medio siglo sin disputar un partido de fútbol en nuestro territorio y eso sólo puede obedecer a un “veto político”, una tacha promovida por el nacionalismo vasco gobernante. Una discriminación insostenible y sectaria que a su juicio, debe acabar  para el beneficio de todos.

De ahí que el PP vasco inste a nuestras instituciones a reclamar ante la Federación correspondiente  que la “selección de España de fútbol” juegue un partido en el estadio de San Mamés lo antes posible.

 

Fútbol, la “roja”, “patriotismo constitucional”… ¿No hay nada más importante para el PP?.

Decir, antes que nada, que el estadio bilbaíno ya fue presentado por las instituciones vascas como sede de la próxima Eurocopa de fútbol. Que fue admitido por la UEFA para la fase final  y que en el mismo, si el equipo español consigue la clasificación, cosa que tiene en su mano y que sólo depende de él, jugará como cabeza de serie. Si el quipo español consigue la clasificación deportiva jugará en San Mamés.  Y allí podrá estar Manolo el del bombo y cuantos libremente quieran animar a esta escuadra. Así de simple.

 

 

 Luego, ¿a qué viene ahora la propuesta parlamentaria?. ¿Por qué prostituir el deporte en un ariete político?. ¿Para qué agitar una polémica que en el seno de la sociedad vasca no existe?.

 

La  única pretensión del PP de Llanos o Ruiz es el ruido, el interés de unos dirigentes  rancios y extremos que viven mejor en la confrontación que en la normalidad. Son como los hooligans de un nacionalismo español trasnochado y nostálgico.

¿Discriminación? ¿Sectarismo?. El único que yo conozco  es el empleado  contra unas federaciones deportivas vascas a las que, sin ninguna razón objetiva, se les impide participar oficialmente en competiciones internacionales. Sin más razón que el veto ideológico, la intolerancia y la imposición de quienes utilizan sus símbolos como ruedas de molino  con los que , además, pretenden comulguemos.

 

El PP vasco aborda estos próximos días su congreso.  Su pretensión es  poner fin a una última etapa de pérdida de rumbo que le ha conducido a, prácticamente, a la marginalidad política. Las secuelas de esa errática perspectiva resultan evidentes. Sin embargo, quienes en la actual coyuntura  se dicen “renovadores”  siguen actuando bajo el guion “antinacionalista”  que tan malos resultados les ha reportado.

 

Sus delirios querulantes contra el PNV les arrastra un poco más hacia la nada. Sufren una “compulsión a litigar” con los jeltzales. Hasta ámbitos enfermizos en los que compiten en la propagación injustificada del descrédito con la radicalidad antisistema del país. Es como si creyeran que solo ensuciando la imagen del PNV por los medios que fuere,  encontrarían ellos un lugar para medrar.

 

Denuncias, imputaciones, sospechas  no probadas, se han sucedido desde un PP, o desde unos dirigentes irreconocibles en una organización que se dice de gobierno. La llegada de Alonso a Euskadi hacía intuir un cambio de modelo y de estrategia. Pero el “todo vale” sigue instalado en su praxis de la Comunidad Autónoma Vasca. Se construyen polémicas estériles, como la del fútbol y la “roja”. Antes fue el dislate de  la “memoria histórica” y su propuesta de cambio del callejero. Todo es histriónico, falto de sensatez y de templanza  Y  entre medio, ruedas de prensa que ya casi nadie atiende, hablando del clientelismo del PNV, de sus dirigentes y de los supuestos comportamientos poco éticos de este partido. Injurias y maledicencias que se quedan en el campo de las sospechas libremente propagadas.

 

El apartamiento de EH Bildu y de Podemos del carril negociador con el Gobierno vasco en los pasados presupuestos autonómicos puso en bandeja al PP de Alonso la oportunidad de recuperar  una parte de la influencia  que sus escasos votos todavía tienen. El dirigente alavés aprovechó la oportunidad y se situó en el tablero. Sin embargo, el  delirio querulante de algunos de sus dirigentes y sus “ocurrencias” obsesivas por salirse del tiesto va a impedir al PP vasco  que su búsqueda de la centralidad prospere. Y que los puentes  que durante estos últimos años rompieron con el nacionalismo vasco se rehabiliten.

 

De los socialistas, poco que decir. Su desmarque parlamentario  del otro día ha sido un error.  Podían evidenciar su posición contraria al presupuesto de otra manera.  Pero cayeron en el juego de la demagogia fácil. Viven presionados por su situación interna. En esa crisis permanente, los complejos marcan.  Y provocan desaciertos.

Este fin de semana finalizará su calvario de “primarias”. O no. Un triunfo de Pedro Sánchez, como vaticinan todos, terminará de poner al PSOE patas arriba.

Esperemos que el terremoto socialista no genere inestabilidad en Euskadi. No estamos para perder el tiempo. Ni con  la política ficción de brindis al sol  que practican unos ni con el show de la “roja” que fomentan otros.

Que no nos hagan perder la perspectiva.

1 comentario:

  1. Bien pensado, también el PNV hubiera debido apoyar esa resolución y rechazar los presupuestos. ¿Por qué hay que ser más coherentes que los demás?
    Hubiera sido una buena forma de nadar y guardar la ropa.
    Ahora... ¿qué? Con la debacle del PSOE, ¿quién va a aguantar al PP tres años? Vamos a anticipadas de cabeza. Y lo último que se supo fue que el PNV ayudó al PP con los presupuestos...

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