Los
primeros en dar la nota fueron los “tontos de córner”. Esos personajes que
aprovechando una retransmisión balompédica se metían en el encuadre de una
cámara en el preciso momento de que un jugador procedía a ejecutar un saque de
esquina. Era entonces cuando el tonto de córner aparecía en un escorzo
imposible para agitar las manos y saludar.
Más
tarde, se pusieron de moda los “videosimpáticos”, esos espectadores aburridos que mientras dormitaban en un espectáculo deportivo soporífero se
veían reflejados en la señal televisiva del videomarcador transformándose en hiperactivos saltimbanquis. La escena es casi siempre la
misma. En un momento en el que el juego deportivo está detenido, la cámara se
fija en la grada. Allí un grupo de amigos sestea abatido por el tedio. Uno de ellos se
da cuenta de que su imagen aparece en la pantalla gigante. Están en
directo. El avezado espectador avisa a los demás. Codea a uno y otro lado. Señala a la cámara y
….a partir de ahí, el grupo se comporta como si sus componentes participaran en
un concurso de meterse guindillas por el culo. Uno salta. Otro gesticula. El
tercero lanza besos y el que ya antes
era “tonto de córner”, no sabe hacer otra cosa que saludar a la afición.
Estos
fenómenos de protagonismo efímero son
como los actores de reparto. Secundarios que buscan su minuto de gloria. Como los
imbéciles de cuneta que corren en paralelo a los ciclistas en taparrabos o disfrazados de soplagaitas y
que por salir en la emisión televisiva son capaces de derribar al corredor
escapado o al líder de carrera.
Otra
cosa más sofisticada es la figura del exhibicionista de segunda fila. Se trata de aquellos que,
intencionadamente se sitúan en el encuadre de una cámara simulando estar allí
accidentalmente. Figuran ser el atrezzo, pero no. Son pegotes para nada
accidentales. Los vemos a diario. Fíjese un poco el lector en cualquier
teleberri o espacio informativo en el que un/a periodista presenta en directo
una noticia desde la calle. Enseguida
apreciaremos cómo, si el plano se abre
un poco, un espontáneo se planta detrás
del profesional del medio y se asoma con cara de lerdo. Y, en un dechado de
ridiculez, se mueve a un lado y otro para
que se le vea mejor. Sí, algunos
resultan patéticos, pero el sentirse protagonista, aunque sea haciendo el bobo,
excita sobremanera a la especie humana.
Esa
necesidad que algunos tienen de ser protagonistas les lleva en ocasiones a caer en lo estrambótico. El diputado Rufián es un
paradigma de ello. En su penúltima gracia, compareció en el Congreso con dos
grilletes. Antes lo había hecho con una
impresora y sus mordaces tuits parecen
diseñados para colmar su ansia de notoriedad
narcisista. A saber cual será el próximo numerito que nos
reserva para volver a ser centro de la
“actualidad”. Otro que tal baila es el presidente cántabro, Miguel Angel
Revilla, showman y tertuliano
telepredicador a tiempo completo. Albert Rivera y sus declaraciones recurrentes, salidas de
alguna ingeniería comunicativa, tampoco
pierde comba. Todo en él es un producto de márketing. Bueno, todo en su partido parece salido de un laboratorio. Hasta
Girauta, su portavoz en el Congreso. Un
genuino espécimen metamórfico que comenzó su andadura en la Joven Guardia Roja,
continuó en el PSC, siguió en el PP y ahora soflama en Ciudadanos.
Tampoco
hay que ir tan lejos para encontrarse con fenómenos que no sobrevivirían a la
rutina cotidiana sin dosis
complementarias de visibilidad pública. En Gipuzkoa tenemos a Denis Itxaso, diputado
foral de Cultura, Turismo, Juventud, Deportes
y Cooperación. Sí, responsable de muchas
cosas y, al parecer, quisiera ser de más.
Eso se desprende de su incansable
actividad pública. Le importa
poco que el acuerdo para la gestión de
la autopista Ap 8 no sea de su ámbito competencial. Ni que el acuerdo alcanzado
enrtre Gipuzkoa y Bizkaia fuera anunciado por los dos diputados generales de ambos territorios. Él también quería foto. Más que foto, video. Y
lo tuvo. Muy chulo por cierto. Pero ahí
no acaba su efecto expansivo y su afán por ocupar espacio de visibilidad. También se ha apuntado a rentabilizar
el anuncio de la celebración de
los próximos premios MTV en Bilbao. La celebración en Bizkaia de esta gala es según Itxaso “muy positiva para todo el país y
demuestra la capacidad de atracción y el magnetismo que tiene Euskadi para
atraer todo tipo de eventos y la confianza que inspira a la hora de organizar
actos de semejante envergadura”.
No seré
yo quien diga lo contrario. Pero, conociendo un poco el percal, tanta
colaboración me abruma. ¿No será que Itxaso ha visto que según todos los
sondeos la sociedad de Gipuzkoa no
identifica a los socialistas como gobernantes de dicho territorio y ha decidido
expandir su sigla y su imagen hasta donde pueda sin escrúpulos y competencia ? .
Sea como fuere, tener que recurrir a esta forma de exhibicionismo, denota la inconsistencia de su papel público y, en
segunda derivada, su falta de
credibilidad. No por estar todo el día en el escaparate mejora su percepción. A
veces, ocurre todo lo contrario. Recuérdese el refrán; “…mona se queda”.
La
prueba palpable está en quienes
permanentemente se dejan ver en el campanario vociferando como muecines que llaman a la oración contra las “políticas neoliberales” y
reclamando no dar ni agua al gobierno que preside Urkullu. Un día tras otro se repite la imagen de una
dirección sindical volcada en una
estrategia de confrontación. Intentando
condicionar la política de este país pero con escaso éxito. Solamente el
margen que le concede una Izquierda Abertzale domesticada, pastoreada por la
makila del líder sindical que marca el camino por el que deben transitar las
“fuerzas de progreso soberanista”. Y en
ese tracto, repetido y conocido, EH Bildu abdica de utilizar su fuerza
parlamentaria como elemento de influencia,
de cambio real en la política vasca cediendo dicha capacidad a otros que aprovecharán su oportunidad.
Condicionar una colaboración parlamentaria a
la ruptura de una coalición de gobierno,
y a la posibilidad de acuerdo
puntual con el PP es no darse cuenta de que lo que en verdad se está
haciendo es no dejar más acuerdo transitable
que el que se pretende excluir.
Porque si EH Bildu se quita del
medio, como lo está haciendo en la negociación presupuestaria, no hay más alternativa de acuerdo – salvo que “Podemos”
acceda a pactar- que el representado por el PP. Y un gobierno responsable debe, en cualquier circunstancia, gobernar y por ende aprobar su presupuesto. Si ese
supuesto ocurre será gracias,
fundamentalmente a ELA y EH Bildu. Que nadie lo dude. Cuanta torpeza. Cuanta
ceguera. Cuanta irresponsabilidad.
Y
hablando de imagen, de que cada cual se
retrate… esta semana entrante, las fuerzas políticas representadas en el
Congreso de los diputados van a tener la oportunidad de fijar una posición
nítida respecto a una materia que para los vascos resulta de primer nivel; el Concierto Económico y la
nueva ley quinquenal de Cupo.
El
Gobierno español ya remitió a las Cortes
el acuerdo alcanzado con la contraparte vasca en relación a la nueva ley
quinquenal de Cupo. Acuerdo que deberá
ser aprobado por los diputados y diputadas a modo de artículo único. Es decir
que al tratarse de un acuerdo, de una
propuesta paccionada, deberá
contemplarse como un todo. No hay margen para la enmienda que modifique lo ya acordado. Solo cabe el voto favorable o
contrario a la totalidad del proyecto (cabe también la abstención). Algunas
formaciones –los ciudadanos de Rivera y compañía- ya han anunciado su rechazo
al Cupo. No es nuevo en ellos. Se mantienen firmes. “Privilegios”, “provincias traidoras”.
Es casi lo mismo.
Veremos
que hacen los demás. Los de “Pokemon” siguen siendo “simpáticos”. Han
anunciado que votarán a favor pero
tenían intención de plantear alguna enmienda. No entienden nada. Sus socios valencianos de “Compromis”
han dejado el recado de que se
opondrán porque el Gobierno de Rajoy no
ha solucionado sus problemas de financiación. Como si la culpa la tuviéramos los vascos. Tomaremos
nota, en todo caso, de sus decisiones. Lo mismo
en el supuesto de las demás formaciones.
En esta materia no nos gustaría encontrarnos con “tontos de córner”. Ni
con “videosimpáticos” que escurran el
bulto o salgan a miccionar a la hora de la votación – ya hubo socialistas en
tiempos pasados con problemas de vejiga
en circunstancias similares- . Estaremos atentos a la pantalla. A la pantalla del hemiciclo.
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