sábado, 16 de diciembre de 2017

UN ATAQUE DE SALUD



No recuerdo yo que Donato se quejara nunca de lumbago. Y eso que la mayoría de su actividad laboral la dedicó a “tirar de caja”. Es decir, trasladar pesos de un lado a otro  en la gestión de un autónomo distribuidor de una conocida bebida. No sé exactamente lo que pesaban aquellas jaulas, primero de madera, luego de plástico, en las que se expendían, de manera individual dosis de aperitivos que aún sobreviven. 

Nunca supe cuantos  kilogramos transportaba en cada mano pero cuando en contadas ocasiones me tocó distribuir aquel producto, como modestísima aportación al sustento familiar, no me parecieron livianas aquellas cargas. Creo que mis hermanos, o alguno de ellos, pueden dar fe de ello mejor que yo.

Lo verdaderamente inaudito es recordar que mi progenitor jamás se quejó de las consecuencias físicas lumbares  de su trabajo. Caja arriba, caja abajo. Con escaleras o sin ellas. Del camión  a la lonja. De la lonja a la furgoneta y de ahí a los establecimientos. Algún día  contaré mi experiencia con los tugurios que parecían modernos y almacenaban sus acopios en sótanos inmundos. Pero esa no es la cuestión de hoy.

Lo que hoy me motiva es un doloroso malestar que padezco en la cintura, una molestia incómoda que condiciona cualquier movimiento, incluso mental. Pero nada del otro mundo. Donato, mi padre, sonreiría y con esa sorna que le caracterizaba me diría; “Eso es de una hernia. Y en tu caso una hernia de riscal”. 

Seguramente tendría razón y es que, de generación en generación, tengo la impresión que, hemos perdido capacidad de sacrificio. Vamos, que nos hemos reblandecido, acomodado. De ahí lo del Riscal. Una bodega magnífica.

Donato, que nos dejó ya hace unos años, se sentiría hoy  un ciudadano indignado. La experiencia que él y los suyos vivieron en tiempos complicados, le habrían llevado a exasperarse con tanta artificialidad e impostura  de quienes nos quejamos de todo y por todo. Y su encabronamiento  con la situación general  tendría un diagnóstico en clave de ironía. “Lo que nos pasa –diría- es que hemos tenido un desprendimiento de rutina”. Si , que no somos capaces de ver la realidad con ojos ciertos. Que preferimos la fábula, la mentira y la estupidez al sentido común.

Donato no entendería cómo un par de imbéciles se podrían subir a un tanque y desde el carro de combate grabar ufanos  amenazas a representantes públicos. Como si gozaran de una impunidad propia del régimen pasado. Y sin que nadie del ministerio de Defensa rindiera cuentas.  ¿Para qué contrariarse?. La ministra Cospedal, en traje de campaña en Tarragona  ya ha dicho que las Fuerzas  Armadas están preparadas para responder ante cualquier ataque a la democracia”, para “actuar en cualquier momento, cuando se les requiera y como se les requiera”.

Donato, por mi castellano que fuese su origen, no entendería que  hubiera gente en la cárcel por plantearse la separación de Catalunya de España pacíficamente, por poner urnas y promover que la gente expresara su libre voluntad y que, por el contrario, decenas de gandules y maleantes, expoliadores  de recursos públicos  y chupópteros de toda clase, disfrutaran del amparo garantista de un sistema rígido para unos y laxo para otros.

No comprendería que en una campaña electoral, por extraordinaria que fuese, se atacara a un candidato mencionando  “esfínteres dilatados”. Quien utilizara tal ocurrencia  como muestra de su homofobia tal vez desconocía que en el cuerpo humano hay más cincuenta esfínteres distintos. Pero ninguno de ellos tiene relación con la cortedad mental que determinados neandertales escasamente evolucionados vienen demostrando en la sociedad de nuestros días.

Porque esta subespecie, que algunos consideraban extinguida  se manifiesta cada vez más y con mayor número de ejemplares. Por no hablar de “manadas”  o agrupaciones de primates en cuyo córtex cerebral no hay nada más que inteligencia genital.

Donato, mi aita, no entendería que el odio humano llevara a nadie a golpear hasta la muerte a una persona por llevar unos tirantes con la bandera rojigualda. ¿Golpear hasta la muerte?. Un mundo de bestias. Bueno, por no comprender,  renegaría hasta de los hombres con tirantes.  Los asociaba con Fraga, y aquel no era para él un buen ejemplo.

El lumbago está forzando mis perspectiva hasta , quizá hacerla sesgada. Tomaré un anti inflamatorio porque necesito que se me deshinchen las narices de contemplar articulistas y opinadores de medio pelo tergiversando la realidad política catalana. Tomando partido indisimuladamente por unos a los que jalean en una segunda secuencia del “a por ellos” , mientras se demoniza a otros. Y todo ello sin tener en consideración que será la ciudadanía la que la próxima semana emitirá su veredicto de voluntades .

Veremos entonces si la catalana es una sociedad “madura” –si ganan los españolistas- o si, por el contrario se fractura a la sociedad –si los independentistas resultan mayoritarios-. Me temo que los votos no servirán para callar la boca de tanto cretino de parte que dice informar y lo que hace objetivamente es alterar la realidad. Desprendimiento de rutina.

Lo que estoy convencido es que sea cual fuere el veredicto que los catalanes expresen en las urnas el próximo día 21  el problema de encaje o convivencia política de aquella nación en el Estado español no se habrá acabado. Algunos pensaban que con el 155 y con las elecciones  la cuestión estaba resuelta. Que la ley y el orden  se restablecerían y que las demandas nacionales  de los catalanes se disolverían como un azucarillo en el agua. Detrás de esa ingenuidad solo puede haber la corta visión de los supremacistas. De quienes solo entienden  sus razones, no las de los demás.

No creo equivocarme al pensar que aún  en una participación histórica del electorado, el mapa político catalán varíe sustancialmente al que hemos conocido hasta ahora. Y si eso es así, ¿que harán quienes han promovido la intervención política e institucional en Catalunya?. ¿Seguirán anclados al inmovilismo del 155 o  se verán obligados a reconocer la existencia de un problema no resuelto?. ¿Cabe, en caso de no mayorías notables, y ante vetos cruzados, que se repitan nuevamente las elecciones?. ¿Hasta cuando? ¿Hasta que ganen los “buenos”?.

Algunos tienen la cintura peor que yo. Aunque lo mío , creo, es pasajero. Es más,  he comenzado a notar una cierta recuperación. Serán las buenas noticias que llegan a Euskadi como píldoras de positivismo. Las 13 nominaciones a los “Goya”  de “Handia”, la primera película en euskera en liderar la cinematografía contemporánea han sido como una bocanada de oxígeno. Como las vitaminas que esta sociedad vasca necesita para reforzar su autoestima y disfrutar de la oportunidad de estabilidad y progreso que disfrutamos. 

Porque estabilidad y certidumbre también hemos ganado con la aprobación de los presupuestos  en las instituciones vascas. Un clima de sosiego y de armonía que debe servirnos para hacer realidad nuestros objetivos de crecimiento económico, de empleo, de actividad, de innovación.

Buena noticia, aunque limitada, ha sido también el reconocimiento del daño causado por parte de activistas de ETA juzgados en París por el asesinato del brigadier jefe Nérin. “Lamentamos sinceramente aquella muerte y queremos mostrar nuestro pésame a sus familiares. Lo hacemos con todo respeto, pues sabemos que no existen palabras que apacigüen ese dolor".  Esas palabras pronunciadas  esta pasada semana en París ,  suponen un gesto inédito en la historia de ETA. Un gesto  que esperamos se repita ante los centenares de víctimas  causadas por una actividad y una organización violenta que debe, de una vez  y para siempre, desaparecer de nuestras vidas.

Y,  en el mismo ámbito de las noticias positivas  que hemos conocido estos días, se encuentra una más privada y de menor alcance general. Se trata del reconocimiento hecho por los periodistas parlamentarios de Aitor Esteban –mejor orador-, Jokin Bildarratz –senador del año- y Mikel Legarda –diputado más trabajador-. Como diría el borbón, me llena de orgullo y satisfacción tener como representantes parlamentarios a este magnífico grupo humano que lejos de casa, en campo contrario,  desempeñan soberbiamente  su función de defender los intereses de Euskadi.  Eskerrik asko a ellos y a quienes con ellos conforman la familia del PNV en Madrid.

Me he venido arriba. Y la cintura ya parece no molestar. Con tanta visión en positivo es como si me hubiera dado un ataque de salud. Salud y libertad.  Que el momento no me haga perder el sentido de la realidad.

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