La “operación retorno” está a la vuelta de la esquina. Se
acaban los días de calma chicha para volver a la rutina de la confrontación y
del contraste.
Nos hemos pasado las últimas semanas a vueltas con la
exhumación de los restos de Franco del “Valle de los caídos”. Una polémica
podrida en la que los nostálgicos del dictador han estirado el chicle de un
debate que debiera haber durado minuto y medio. El tiempo justo para confirmar
la salida del “generalísimo” de cuelgamuros. Pero no. Ahí sigue el lío con un
PP y unos Ciudadanos camuflando sus argumentos en diferencias procedimentales. El traje de camuflaje se
sitúa ahora en la legalidad o no de la utilización de la figura del decreto ley
para ejecutar el traslado del dictador. Los populares de Casado y sus primos de
Rivera , lejos de cerrar filas con una memoria democrática e inclusiva se han
empecinado en ocultar su negativa tras el velo de una supuesta incompatibilidad
legal.
Lo trascendente de este episodio es la dinámica
obstruccionista que parecen haber iniciado ambas formaciones. El PP ya había
anunciado una “oposición a degüello”. Ciudadanos no puede perder comba en el
marcaje de los populares y en su afán por recortar plazos a la legislatura hará
lo imposible por romper la estabilidad del frágil gobierno de Pedro Sánchez.
Así las cosas, la “reentré” política -al menos en lo correspondiente al Estado- se
presenta en clave de dura confrontación.
Tras estrellarse en julio en el
Congreso de los Diputados con el muro de la nueva senda de déficit , el
gobierno de Sánchez debe hacer un esfuerzo relevante para recuperar los apoyos
perdidos. Al parecer, el acuerdo con Podemos podría estar próximo con una
posible modificación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. El acercamiento, confirmado por ambas
formaciones, implicaría importantes
compromisos tales como la renegociación de la senda de déficit con Bruselas, el
incremento del horizonte impositivo o la derogación de los decretos aprobados
por el PP en 2012 en la racionalización del gasto público en educación, sanidad
o dependencia.
Pero, pese a que el consenso entre el PSOE y Podemos termine
fraguando, Sánchez deberá garantizarse nuevamente el apoyo catalán y para ello
tendrá que empezar a dar pasos adelante en un diálogo institucional que permita
desencallar un enfrentamiento de difícil salida. El denominado “deshielo”, la
política de gestos, por loables y valiosos que hayan sido –sobre todo por el frente
de oposición articulado por el unionismo visceral de Cs y PP- tiene que
desembocar en compromisos políticos de Estado.
Lo mismo puede aplicarse al caso vasco. El PNV es la única
formación que ha arriesgado en carne propia el apoyo al gobierno socialista.
Bien lo sabe el lehendakari Urkullu quien debe afanarse, con sus mejores artes
de convencimiento, para encontrar en el ámbito parlamentario de Vitoria el
apoyo o, cuando menos, la no agresividad de alguna formación disipando la
tentación de bloqueo que la que los populares respondieron a la censura de
Rajoy.
El compromiso nacionalista con la Moncloa debe entenderse
como una relación de respeto mutuo. De reconocimiento y desbloqueo de una
situación de impasse que tiene en el acuerdo parlamentario de competencias
pendientes de transferencia la referencia más clara de falta de sintonía.
Activar la cooperación inter gubernamental, activar la comisión mixta de
transferencias, la eliminación de los contenciosos pendientes…deben ser el
sustento de una relación de mutualismo político entre Madrid y Euskadi.
No será sencillo reencontrar el punto de equilibrio que
posibilitó el cambio en la Moncloa. Pero no buscar esa clave de bóveda
posibilitará el triunfo de una derecha que camina a pasos agigantados hacia el
pasado en una alternativa escorada hacia el extremo.
Pedro Sánchez no lo va a tener fácil. Pero a su favor cuenta
con la coyuntura. Nadie –salvo Rivera- quiere elecciones. El PP de Casado
necesita tiempo para recuperar el espacio perdido; Podemos no está en su mejor
momento y las formaciones catalanas esperan
clarificar su hoja de ruta y sus calendarios para abordar con mayor eficacia su
estrategia soberanista. Además, la demoscopia parece indicar que el liderazgo
de Pedro Sánchez hace repuntar al PSOE y las elecciones andaluzas de otoño (se
adelantarán para que no coincidan con la sentencia de los ERE) será un
termómetro que sirva prácticamente a todos.
El tiempo y su gestión vuelve a ser crucial en la inminente
situación política.
En Euskadi el retorno a la actividad
parlamentario-institucional no tiene como en el Estado tintes extremos de
estabilidad-inestabilidad. Sin embargo, el descoloque del PP tras la salida de
Rajoy de la Moncloa puede hacer que la
mayoría gobernante (minoritaria) se resienta si se consolida un bloque del “no”
a modo de triple alianza: EH Bildu,
Podemos y Partido Popular.
En política, y si de ella hablamos en Euskadi, las extrañas
parejas se prodigan. No para sumar, sino para todo lo contrario. De ahí que no podamos descartar una nueva
coalición que pretenda impedir la acción de gobierno de nacionalistas y
socialistas.
Esta opción de bloqueo tendrá su fuerza en la próxima
negociación presupuestaria donde la imposibilidad de acuerdo –una prórroga en
las cuentas- será instrumentalizada por los extraños aliados como un posible
agotamiento de la opción de gobierno estampada entre el PNV y el PSE. La
alternativa tiene viabilidad aritmética pero muy poca coherencia y menos
impacto electoral.
Cabe preguntarse si Alfonso Alonso permitirá que sus
parlamentarios se sumen a los de Otegi y a los “bolivarianos” de Podemos para
vengarse del PNV. Yo respondería afirmativamente ya que los populares son muy escrupulosos a la hora de exigir
respeto para ellos pero muy ”liberales”
a la hora de “castigar” a los demás.
La clave está en saber si la Izquierda Abertzale, que ha
hablado a boca llena de “acuerdos históricos” con el PNV y de extender los entendimientos a otros ámbitos
que no sean estrictamente autogobierno,
será capaz o no de hacer frente común con el PP del 155, con el “partido
más corrupto de Europa” con tal de
“sacudir” al PNV. Otegi tiene la palabra.
El nuevo curso, además del trámite
presupuestario se abre de par en par a la fase resolutiva de la ponencia
parlamentaria que discute sobre la actualización del autogobierno y la
aprobación de un nuevo estatus jurídico-político para el País Vasco. Hasta
ahora, ni el Partido Socialista ni Podemos, han presentado opciones que
permitan aventurar una aproximación de posturas a las sostenidas por PNV y EH
Bildu.
La hora de la retórica se agota y
comienza el plazo para “mojarse” de una manera decidida. Los nacionalistas
mantienen su intención de encontrar un punto de consenso básico en Euskadi que
permita configurar un pacto de convivencia
inclusivo para , al menos, una nueva generación de vascos y vascas. En
esa posición ha encontrado el ánimo constructivo de EH Bildu que , dejando a un
lado sus posiciones tradicionales de ruptura, ha apoyado la posibilidad de
hallar una propuesta de soberanías compartidas. Tras la crisis de Estado
provocada por la explosión catalana, bueno sería que las fuerzas estatales
–socialistas y Podemos- recogieran el guante
presentado por los nacionalistas para encontrar posiciones que si bien
no colmen las reivindicaciones o las
pretensiones de las partes sí permitan
una zona de consenso múltiple. De lo contrario, la crisis de Estado se
agudizaría sin solución aparente.
Y todo ello, en las vísperas de una
triple cita electoral; municipal, foral y europea. Un paso por las urnas por el
que las fortalezas y debilidades de las organizaciones partidarias deberán
medirse en el termómetro democrático. El nacionalismo del PNV contempla ese
horizonte con buenas perspectivas. Las de repetir influencia y apoyos en lo
local y territorial. También la Izquierda Abertzale suspira por mejorar posiciones. Su caladero
de votantes se encuentra entre los que
antaño votaron a la emergente Podemos. Los de los círculos pueden salir
seriamente damnificados de esta cita con las urnas. La abstención, los
socialistas y la Izquierda Abertzale pueden beneficiarse de la rotura de sus
costuras. Y el PP…Qué decir del PP. Cuesta abajo y sin frenos en Euskadi. Así
se presenta el panorama. El nuevo curso que en pocos días establecerá su nuevo calendario. Un almanaque
en el que confío que ya nadie hable recurrentemente de Franco. Porque sus
restos hayan, decididamente, pasado a ser historia superada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario