Estamos
preparadas y preparados. Atentos ante cualquier vicisitud.
Hay que andar vivos porque en cualquier momento se puede armar parda. La política en España está desquiciada. Nadie parece conocer el
significado de la palabra “responsabilidad”. Se impone la trifulca, la
descalificación y la zancadilla.
Por
mucho que los problemas aprieten –y hay
algunos como el de la convivencia política en el Estado de las naciones
históricas que hierve en olla exprés- nadie hace uso del diálogo, de la
capacidad de negociación o de la búsqueda de aproximaciones para resolver los conflictos. Todo pasa por
descreditar al adversario, bloquear sus
movimientos e imposibilitar una acción
normalizada del sistema parlamentario.
La
derecha, batida en duelo internamente
para determinar cual de sus representantes es el “macho alfa” que les represente, ha
optado por boicotear cualquier
posibilidad de iniciativa que se
pretenda llevar al parlamento. Y, en paralelo, ha desplegado toda su capacidad mediática para
doblegar a quienes censuraron y sustituyeron a su gobierno,
caído tras una sentencia judicial que reconocía al PP como beneficiario de un “sistema de corrupción institucional”.
Ante
ese bloqueo activo que cuenta con mayoría absoluta en el Senado y con la
militante defensa de la mesa del
Congreso de los diputados, el gobierno minoritario de Pedro Sánchez no encuentra aire político que le
permita estirar su complicado
mandato. La supervivencia del gabinete
socialista depende de su capacidad de
mantener todos los apoyos que
posibilitaron la caída de Rajoy. Todos; Podemos, catalanes –ERC y PdCat-, PNV
y, llegado el caso, hasta EH Bildu. El esfuerzo por tejer acuerdos, algo
inusual en la política española, aventura un corto episodio de legislatura.
Además, el inicio de una subasta de
propuestas que pretende identificar quien es el “más progresista” del arco
parlamentario, en lugar de establecer límites de prudencia a las reivindicaciones
particulares, hace suponer que lo que está en juego no es la estabilidad
ni el bien común, sino una imagen y una estrategia de tipología electoral.
Araban bagare... |
Todo
este cuadro de indicios, a los que se suma el primer sondeo del CIS que augura un triunfo de Pedro
Sánchez –insospechado hace apenas tres meses- hace pensar que nos encontramos a
las puertas de unas nuevas elecciones
generales. ¿Cuándo? La imposibilidad real de llevar adelante un proyecto de
presupuestos, el desgaste de la imagen de gobierno y el calvario que supondrá
no poder aprobar nada, bien por bloqueo o por falta de acuerdo suficiente, parece vislumbrar que la convocatoria
electoral será inmediata. Así lo estiman reputados analistas políticos y se lo ha pedido a Sánchez buena parte de su
grupo parlamentario.
En
público, y también en privado, el dirigente socialista ha negado cualquier
posibilidad de adelanto electoral –“aguantaré hasta el 2020”- . Pero esa
resistencia formal contrasta con la convicción íntima de quienes rodean y
asesoran al presidente de que la
política es mucho más que una comunicación afortunada. Por eso creen que va
siendo hora de rentar los beneficios obtenidos tras los tres últimos meses de cambio en la Moncloa y fijar retos y
posiciones en un nuevo mapa postelectoral.
Mayo, fecha en la que están previstos los
comicios municipales, europeos y en muchos casos autonómicos (aquí también
forales), está muy lejos. El único
“pero” a que el encuentro con las urnas
sea inmediato reside en la posible coincidencia de fechas con el
adelanto electoral andaluz. A Susana Díaz no le gusta la idea de que “sus”
elecciones autonómicas coincidan con unos comicios generales. Ella quiere
medirse por sí misma para mantener las distancias con el actual inquilino de la
Moncloa. Por el contrario, a Pedro Sánchez le puede convenir la confluencia en
fechas ya que una victoria en Andalucía
le impulsaría externa e internamente.
Lo que
está claro es que los comicios andaluces
se adelantarán para evitar el impacto que en las urnas pueda llegar a
tener la sentencia judicial sobre los “ere”, cuyo fallo se estima pueda estar
dictaminado para el próximo mes de marzo, plazo en el que, en condiciones
normales debiera finiquitar la actual legislatura. De ahí la anticipación en las votaciones.
Así las
cosas, según diversas previsiones conocidas, las elecciones autonómicas
andaluzas podrían celebrarse el próximo
29 de noviembre. Si Pedro Sánchez quisiera que los comicios generales
coincidieran con aquellas debería disolver las Cortes generales 54 días antes
de dicha fecha; es decir el martes 2 de octubre (la semana que viene). Por lo
tanto, en una semana y, en el caso de aplazar
a diciembre el encuentro con las urnas, en dos, se despejará la duda para
poner en marcha toda la maquinaria electoral.
Quien
no contemple esta hipótesis puede verse
sorprendido por un calendario intenso. Eso no le ocurrirá al PNV que desde tiempo atrás viene asistiendo a la actividad
política en el Estado con la minuciosidad de quien atiende al criterio de
“minuto y resultado”. Buena muestra de
esa concentración a la cambiante coyuntura fueron las sucesivas decisiones que los nacionalistas vascos adoptaron en
relación a los presupuestos generales del Estado y, posteriormente a la moción
de censura. Decisiones adoptadas bajo el principio de defensa de los intereses
de Euskadi. La misma premisa desde la que los jeltzales contemplan el inmediato horizonte.
Unas
elecciones generales anticipadas no
despejarán el horizonte político español. A buen seguro, el mapa partidario
resultante será muy parecido al actual. Probablemente, en tal conjetura los
socialistas pueden ser la principal opción
en votos y escaños pero se quedarán muy lejos de la mayoría absoluta. La
derecha de PP y Ciudadanos – tal vez aparezca Vox- tampoco sumará votos y escaños suficientes. Ambos ejes necesitarán
el apoyo de terceros. Y en ese grupo de
“apoyos determinantes”, el PNV volverá a tener un poder decisivo.
Quien
quiera contar a futuro con el PNV deberá
hacerlo con hechos, no sólo con compromisos públicos cuyo cumplimiento se
dilata permanentemente. Compromisos de boletín oficial, de comisión de
transferencias, de inversión real. No solo de buenas palabras y voluntad
política que se duermen posteriormente al
ritmo que marcan los altos funcionarios del Estado.
Por supuesto que al PNV le preocupa e inquieta lo que pase en España ¿Cómo no hacerlo si,
querámoslo o no, lo que allí pase nos
terminará afectando? Por eso el compromiso del PNV para colaborar en la mejora de la democracia,
de las libertades, del bienestar de las personas. Para buscar ámbitos de
respeto y reconocimiento a las naciones
que coexisten en el Estado. Y también para defender los derechos e intereses de
los vascos y las vascas allí donde estén en juego.
Que
nadie lo olvide; el compromiso del PNV está con Euskadi. NO con una fórmula de
gobierno en España. En la defensa de esos principios, de esos objetivos, el PNV
está preparado, dispuesto. Prest!
Bajo
esa llamada de atención y despiertos a cualquier acontecimiento, el próximo
domingo, el Partido Nacionalista Vasco celebrará en Foronda (Araba) el “Alderdi
eguna”. Desde que en Aralar, en 1977, los nacionalistas vascos
decidiéramos emerger a la
actividad pública tras años de represión y dictadura, han sido ya 41 las
ediciones en las que el principal partido del país ha llamado a su base social
y militante a concentrarse anualmente en
un acto único en el panorama político occidental. Miles y miles de
personas esperan en Euskadi al último
domingo de septiembre para manifestar su compromiso político. Para calzarse
unas zapatillas y disponerse a reencontrarse al aire libre con amigos/as y
compañeros/as con los que compartir la voluntad de construir, en paz y en
libertad, la nación vasca.
Recordaremos a los que no están. Con la nostalgia de aquellos años con las tortillas, el lomo con pimientos y las familias alrededor de los coches. |
El
Alderdi eguna es, al mismo tiempo,
actualidad política, jornada festiva, ámbito de encuentro e intercambio de
emociones. Cada año es distinto porque diferente es la situación. Aralar,
Olarizu, Itziar, Aixerrota, Aiegi, Salburua, Altube, Foronda. Días de emoción
desbordada. De reivindicación. De unidad, y también de ruptura. Discursos
llenos de contenido. La “bota de
Madrid”. “Manzana de discordia”. “Un
pueblo en marcha”. “I am Basque”.
Recuerdo a los que ya no están y bienvenida a los que llegan por primera
vez. Una gran familia que con su halo vital a ras de campa, impulsa una
organización política que no se detiene. Un partido centenario que sigue muy
vivo. Preparado. Dispuesto y presto a
seguir caminando para que los vascos y las vascas alcancemos nuestros sueños en un futuro que nosotros mismos decidamos. Preparados para todo.
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