sábado, 6 de octubre de 2018

OJALÁ ME EQUIVOQUE


Uno no está acostumbrado a los “palmeros”. Ni a los “pelotas” que revolotean  en tu derredor abrasándote con  eso de “me encanta lo bien que escribes”. Quizá sea  por timidez, o porque según dicen quienes mejor me conocen, soy “un antisocial”. Lo cierto es que soy un tanto (bastante) cascarrabias.

Como diría mi madre, parezco “protestante”. No “luterano”. “Protestante”, que me quejo  y critico todo.  Sé que es un defecto, de los muchos que tengo. Además, no lo oculto. Lo que ocurre es que mi mordacidad  la revisto de ironía, lo que en ocasiones hace que mis comentarios sean un tanto ácidos.  Pero prefiero ser un “borde” antes que un servil adulador.

Además, es mejor asumir una crítica, extrayendo  la parte constructiva que esta pueda tener, que no “diabetizar” tus oídos con mensajes edulcorados.

Dicho esto, también  debo reconocer que, aunque me incomode el ser reconocido  por lectores o seguidores de mis escritos, agradezco sinceramente  las muestras de cariño que ellos me trasladan. Nunca imaginé que tanta gente me saludara haciendo mención a mis artículos como la que el pasado domingo se me acercó en las campas de Foronda. Hubo hasta quien se quiso fotografiar conmigo. O quien me dio un par de besos. Por poner un pero, diré que siendo femenino mayoritariamente el “club de fans”, la edad de sus integrantes  siempre superaba el límite de la jubilación. Ya lo he dicho, me quejo por todo.

Con lo que no puedo es con los “palizas” que te doran la píldora sin importarles que estés solo o acompañado, que tengas prisa o estés ocupado. Los que te persiguen hasta el urinario  y allí se sitúan a tu lado sin parar de darte “la brasa”  mientras miran como orinas  en un acoso sin escape posible. Son los plastas  basculantes contemplativos.  Plastas porque  son pesados hasta la extenuación. Basculantes porque  en el mingitorio  se mueven de un lado a otro y  contemplativos porque, además, por si fuera poco el escarnio, giran  de vez en cuando la cabeza  alargando el cuello  para mirarte cómo  meas.  

Uno de estos “sabios” acosadores se me acercó el pasado jueves. “Mediavilla – llamó mi atención-. Te sigo  en el blog”. Como cuando vienen a darte  palmaditas en el lomo puse cara  de simpático. Pero no. Su intención era otra. “Eres un listo.  No das ni una” –prosiguió mientras yo, como la Pantoja,  sonreía  farisaicamente (dientes, dientes)-  . “Dijiste el otro día que habría elecciones anticipadas. Que serían el 25 de noviembre, coincidiendo con las andaluzas. Y ni elecciones andaluzas, ni generales ni ná de ná.  El martes ha pasado y nadie ha convocado. Ni se han disuelto las cortes, ni Pedro Sánchez  ha dicho ni mú”. “Enterao que eres un enterao!”.

Yo seguí encantador mientras por lo bajini me comía los higadillos. ¿Acaso no había dicho que prefería la crítica al peloteo? Un poco de coherencia.

Es cierto que en mi último artículo señalé la fecha del 25 de noviembre como la opción más verosímil de cara a la celebración de los comicios autonómicos andaluces y, en segunda derivada, con la hipotética confluencia de éstos con unas votaciones generales. También advertí que si la disolución anticipada del Parlamento andaluz y de las Cortes no se  llevaba a cabo el pasado martes, sería el 2 de diciembre la siguiente opción barajada para fijar el encuentro con las urnas.  Hoy apuraré algo más. Sigo pensando que  habrá adelanto electoral. Lo habrá en Andalucía, y previsiblemente, en el conjunto del Estado. ¿Cuándo? Las fechas que se barajan son las del 2 de diciembre o el 16 de dicho mes (la semana intermedia está anulada por puentes y fiestas).

Los argumentos  que sustentan esta posibilidad siguen siendo los mismos que los expuestos la pasada semana. Por un lado está el bloqueo institucional sellado entre PP y Ciudadanos a cualquier iniciativa parlamentaria  que impulse el gobierno socialista. Por otro, el desgaste de imagen del gabinete Sánchez. Y, en tercer lugar –aquí la novedad respecto a la pasada semana- la constatación  de que la crisis de los partidos soberanistas catalanes imposibilitará el mantenimiento de la mayoría parlamentaria que hizo posible la censura de Rajoy.

Sánchez había apuntado en Nueva York que si el independentismo catalán  “prioriza el conflicto en lugar de la cooperación, la legislatura está acabada e iremos a elecciones”. El discurso del president de la Generalitat, Joaquim Torra, conminando al ejecutivo español a presentar una oferta pactada de referéndum de autodeterminación a modo de ultimátum  pudo ser la mecha que  activara la posibilidad de un anticipo electoral. Pero la amenaza, verdadera o fingida, no fue causa determinante  en la definición de un nuevo calendario electoral.  El terremoto interno que causaron las palabras de Torra y la evidente crisis interna que destapó sí.

La advertencia del President pilló a contrapié a propios y extraños. Ni Esquerra Republicana ni el PDeCAT conocían de antemano el requerimiento al Gobierno español. Rufián, tan plástico en sus declaraciones lo escenificó  perfectamente. “Los ultimátum los carga el diablo”.   

Este último episodio catalán no es baladí pues ha revelado descarnadamente las serias diferencias  existentes –irreconciliables prácticamente- en el movimiento soberanista.  ERC y PDeCAT desconfían mutuamente.  Su relación histórica de confrontación se mantiene más viva que nunca hasta el punto de que  han llegado a prodigarse  “divorcios” personales  de dirigentes supuestamente unidos por el procés y por la posterior represión.

En Esquerra  no se acepta que el liderazgo político llegue de Waterloo. Sus estructuras  son  las de un partido histórico cuyos dirigentes  se encuentran bien en la cárcel o en el exilio y no comparten la estrategia del “cuanto peor, mejor”. Y es que el análisis que se hace  desde Bruselas –y que comparten los fieles discípulos de Puigdemont como Miriam Nogueras- es que “Sánchez es lo mismo que Rajoy”. Por lo tanto  “Catalunya no puede apoyar a quien también fue partícipe del 155” y si “Sánchez cae y la crisis se impone en España, si en ese caos ganan Ciudadanos y el PP, las bases  independentistas catalanas  se incrementarán. Una nueva mayoría republicana que  Europa no tendrá más remedio que reconocer”.  

En el PDeCAT la situación es más compleja aún que en ERC  porque Puigdemont, sin disponer de cargo orgánico alguno  dentro del partido es quien pilota  la estrategia. Y para asegurarse un mayor control de los ex convergentes  ha creado una nueva formación, “La Crida per Catalunya”  que se constituirá como partido el día 12 de octubre. La “Crida”  fue presentado inicialmente como un movimiento soberanista que aglutinaría a todo el espectro independentista, desde las CUP hasta el PDeCAT. Pero los antisistema y los republicanos ya anunciaron su decisión de no incorporarse al mismo por lo que  su único objetivo actual es fagocitar al PDeCAT. Tal intento de absorción está siendo contestado internamente  y de manera especial por el poder local  de la antigua Convergencia que teme perder sus derechos y su bagaje  como partido político de cara a las próximas elecciones municipales de mayo.

Todo esto ocurre  en paralelo al mandato de Joaquim Torra, un activista cultural  independiente que  ha llegado a la presidencia de la Generalitat “ no para administrar una autonomía” sino “para hacer efectiva la república catalana”. Torra no tiene vis política. Es un humilde militante soberanista a quien la “acción de la calle” condiciona  notablemente  hasta el punto de verse muy afectado por los gritos que reclamaban su dimisión proferidos por militantes de los CDR (Comités de Defensa de la República). Su continuidad en la presidencia de la Generalitat es toda una incógnita ya que privadamente  ha confesado que él “no está para hacer políticas autonomistas”  y que si se impone  este retroceso “dimitirá”. “Se ve pagando su activismo en un largo exilio en la Catalunya norte”.

Por desgracia, la unidad de acción soberanista en Catalunya está a punto de estallar y las consecuencias de esa ruptura afectarán no solo a aquella nación hermana sino al conjunto del Estado. Pese a que Susana Díaz había manifestado que “nos vienen mejor unas elecciones sólo con acento andaluz”, desde Ferraz, donde Ivan Redondo se ha incorporado al comité electoral,  Ábalos  cree que lo mejor para sus intereses es que Sánchez y Díaz “sumen fuerzas” en busca de un doble beneficio electoral para el PSOE.
Me temo que así será. Ojalá me equivoque. Tanto en lo electoral como en lo relativo a Catalunya. Y que mi error, alguien me lo pueda reprochar en algún momento

No hay comentarios:

Publicar un comentario