En esta
vida se ven cosas raras. Casi nada sorprende pero hay circunstancias que resultan insólitas. Por ejemplo, me llama
la atención el comportamiento de
determinadas personas cuando van a visitar a un enfermo al hospital. Se supone
que el paciente se recupera en la sede
sanitaria bien de una cirugía o de un tratamiento invasivo. Su estado resulta precario, débil y
necesita descanso para la recuperación.
También
es verdad que los hospitales y su régimen residencial provocan no poco tedio
entre los enfermos. Pero claro, quien allí está ingresado no lo es para divertirse o entretenerse. Sino
para curarse. De ahí que las visitas, siempre que no contravengan el
tratamiento médico, se agradezcan. Lo
normal es que los visitantes moderen su
presencia. No es cuestión de agobiar al encamado.
Desde
mi punto de vista, el encuentro con el paciente debe ser breve, emotivo y
entrañable. Nada de sermones
interminables, recomendaciones
recurrentes o silencios inexplicables. He visto a palizas que sentados
al borde de la cama han empezado a explicar sus achaques hasta casi deprimir al
convaleciente. Gente con un rollo
interminable que habla del motor del camión, de las bujías, la transmisión, el
hidráulico y no sé cuantas cosas más de las que el doliente no tiene ni idea.
Ni le preocupan aunque, por educación, asienta gestualmente.
Hay “petardos”
incapaces de percibir que el visitado está harto. De la sonda, de los sueros, del
drenaje, de la incomodidad del catre, pero, fundamentalmente, del rollo
patatero que le ha caído encima.
Pero,
lo peor de todo lo que he visto (aquí venía el interés de mi comentario) es al depredador que, además de abrasar al pobre enfermo, se
come su menú hospitalario. Sí, sí un “muerto de hambre” capaz de dejar al
encamado en ayunas.
“Tiene buena pinta” –comienza la escena-. “¿Me
dejas probar?”. Y se inicia la cata por
el soso puré de calabaza. “No está malo –repite mientras chuperretea la
cuchara- Le falta sal. “¿A ver el
pollo?”. Y, entre una cosa y otra, se zampa una pata. El “perjudicado” le mira.
Le estrangularía si pudiera pero hace un gesto compasivo. Sin pizca de gracia. Él no nota
su cabreo. Y remata la faena. “¿Te vas a comer la compota de manzana?”. Mejor no decir nada porque
al caradura le da igual, ha apañado el cuenco
y traga la fruta como si no
hubiera mañana. “¡Qué fresquita está!” “Y poco dulce, que no te conviene”.
“No
está mal el menú de Osakidetza. No tiene estrellas michelín pero se deja comer
– le restriega por el morro-. La gente
se queja de vicio. ¿Qué te has pedido para el menú de mañana?”. El residente no contesta. Se hace el dormido
porque teme que si responde se apunte también al almuerzo.
Con la
tripa llena, el visitante, se despide. Por fin se va. “Bueno chaval, no te
escapes. Yo ahora unas cervecitas y
luego a cenar a casa. Duerme bien y hasta mañana”. Cuando cierra la puerta, la
persona hospitalizada llama a la
enfermería y pide un calmante y que, en lo sucesivo, le incluyan en una habitación de
aislamiento.
Así es
la vida. Cuando menos lo esperas viene alguien y te intenta comer lo que te
corresponde.
Hemos
tenido una semana en la que –será por el viento sur - ha habido muchas
interferencias políticas. Unos han pretendido comerse directamente el menú de
los demás. Ejemplo directo, Otegi que en
un alarde de imaginación y “generosidad” política propuso listas
conjuntas de nacionalistas varios para
concurrir a las elecciones europeas y también a las generales españolas.
Incapaces de llegar a un acuerdo – aunque sea mínimo- en Euskadi, el líder de la Izquierda Abertzale sigue
siendo un gran comercial. Prometer grandes acuerdos sin comprometerse
mínimamente a los del día a día. Ahí
siguen mareando la perdiz con las dos abstenciones del presupuesto vasco. Dos abstenciones que cuestan un giro presupuestario de 180 grados. ¡Cuanta
generosidad!
Los
líderes de “Podemos” no dan abasto. Su apuesta por “asaltar los cielos” les ha
hecho descuidar lo terrenal. Aquí, en el suelo, los argonautas del olimpo, los
que pretendían acabar con la “casta” dando lecciones de “nueva política” se enfrentan a un espejo en el que se refleja
su contradictoria imagen de vulgaridad en la que la vanidad y el afán de
poder ha desecho cualquier hechizo de renovación. Sus líos internos se
multiplican. En Madrid donde se enfrentan
a Carmena. En Navarra, con la ruptura de
sus parlamentarios. También en Araba y en Gipuzkoa –con imputaciones en su
grupo juntero por “coacción”- . Y el larvado enfrentamiento en Bizkaia con los
anticapitalistas, hace de los “morados” una caricatura del “Frente Popular de
Judea” y su escindido “Frente Judaico popular” inmortalizado en la “Vida de
Brian”. La filtración a los medios de
comunicación de quienes serán sus cabezas de lista en las elecciones forales de
mayo, sin proceso de primarias ni
consulta a las bases que valga, ha levantado ampollas. Lo
demuestra un mensaje en redes sociales
de su representante “oficialista”
Asun Merinero. “Las
#Primarias de Podemos son así, no hace falta ni que votes. La dirección del
partido adelanta en los medios quiénes son las candidatas. Participación,
transparencia, libertad de oportunidades??? Acuerdos desconocidos y resultados
que se dan antes de la votación. Quo vadis?”
Quien lleva un tiempo “desatada”, intentando agitar las
aguas artificialmente para intentar
pescar lo que de propio resulta difícil, es Idoia Mendia.
La secretaria general de los socialistas vascos sigue con su
especial empeño por incomodar al PNV con mensajes que, en otras circunstancias,
serían contestados contundentemente.
Cada día que pasa Mendia se
atreve a dar un pasito hacia adelante en su estrategia de provocar a su socio de gobierno. Si recientemente se permitió asociar al nacionalismo con las figuras de
Salvini y Le Pen, lo último en
discordia ha sido la afirmación de que “las apuestas del PNV quiebran los
cimientos de la convivencia y de la pluralidad".
Idoia Mendia debería tener más cuidado cuando hable de cosas
tan serias. Porque no se puede acusar de
romper la convivencia a quienes representan casi un 60% de los votos emitidos en las últimas elecciones
autonómicas. ¿Acaso alguien con el 12% de apoyo popular tiene patente de corso para
deslegitimar a una mayoría como
la que hoy por hoy representan en Euskadi PNV y EH Bildu? ¿Dónde está el
principio de respeto democrático? ¿Acaso Idoia Mendia se siente más legitimada
política y socialmente que la suma de las dos primeras formaciones
parlamentarias?
Lamentablemente intuyo que la secretaria de los socialistas
vascos no se va a detener aquí, pues detrás de su discurso puede haber la
oculta intención de molestar al PNV
para, en clave electoral, encontrar un nicho que por pura influencia no tiene.
Parecidos argumentos a los que habitualmente expresa Idoia
Mendia ha utilizado el todavía presidente del Tribunal Superior de Justicia del
País Vasco, Juan Luis Ibarra
Robles. En la apertura del año judicial,
el magistrado Ibarra sorprendió a propios y extraños con unos juicios de valor impropios
a su responsabilidad en relación a los
trabajos parlamentarios llevados para la actualización del autogobierno.
Impropios porque nadie le ha pedido que como juez o presidente de un
tribunal, vaticine sobre el fondo
político y legal que está discutiendo el legislador. Impropios porque resulta
paradójico hablar de “judicialización de la política” mientras su alegato no es sino una posición
ideológica respetable pero extemporánea.
Impropios porque las
apreciaciones deslegitimadoras de lo que él considera “mayorías exiguas” son de una soberbia impresentable.
El ciudadano Ibarra puede opinar, comentar o decir lo que
bien considere en uso de su libertad de expresión. El presidente del TSJPV, en ejercicio de sus funciones no. Los jueces se quejan, con razón, de la intromisión de los políticos en su
ámbito competencial. De la misma manera debieran reprobar
la injerencia del magistrado
presidente Ibarra en la política.
Quizá la proximidad de la jubilación o su afán de notoriedad
–siempre conocida- ha hecho en el jacobino Juan
Luis Ibarra reverdecer sus tiempos
de cargo político en el
ministerio de interior de la mano de Juan Alberto Belloch. Si es así –está en
su derecho- que hable con su amiga Idoia Mendia
para que le busque un puesto en las listas electorales de su partido y desde allí poder decir y
hacer, libremente, lo que considere.
Mientras tanto, solo
esperamos un poco más de respeto y que deje de alimentarse del menú de los demás.
Si tiene hambre de política que
cuelgue la toga. Con ella puesta
se puede manchar.
Amagar y no dar con melifluos "avisos" que dan risa, estruendosos silencios públicos mientras Ibarra y Mendia se salen de madre con total impunidad, o un tal Damborenea os compara con Hitler a cuenta del acuerdo de autogobierno con Bildu. Sánchez y su gobierno vacilándoos sin ningún rubor a cuenta de transferir dos lineas férreas de tren txu-txu....mientras Urkullu recomienda, públicamente, a Torra encomendar la solución del conflicto catalán a la mayoría del susodicho en el congreso Español....
ResponderEliminarSi la alternativa al unilateralismo es encomendarse al partido de Mendia, Ibarra y Sanchez vamos bien.
En resumen;para que a uno lo respeten debe hacerse respetar.