sábado, 17 de noviembre de 2018

COMERSE EL MENÚ AJENO


En esta vida se ven cosas raras. Casi nada sorprende pero hay circunstancias  que resultan insólitas. Por ejemplo, me llama la atención el comportamiento  de determinadas personas cuando van a visitar a un enfermo al hospital. Se supone que el paciente  se recupera en la sede sanitaria bien de una cirugía o de un tratamiento  invasivo. Su estado resulta precario, débil y necesita descanso para la recuperación.

También es verdad que los hospitales y su régimen residencial provocan no poco tedio entre los enfermos. Pero claro, quien allí está ingresado no  lo es para divertirse o entretenerse. Sino para curarse. De ahí que las visitas, siempre que no contravengan el tratamiento médico, se agradezcan.  Lo normal es que los visitantes moderen  su presencia. No es cuestión de agobiar al encamado.

Desde mi punto de vista, el encuentro con el paciente debe ser breve, emotivo y entrañable. Nada de  sermones interminables, recomendaciones  recurrentes o silencios inexplicables. He visto a palizas que sentados al borde de la cama han empezado a explicar sus achaques hasta casi deprimir al convaleciente. Gente  con un rollo interminable que habla del motor del camión, de las bujías, la transmisión, el hidráulico y no sé cuantas cosas más de las que el doliente no tiene ni idea. Ni le preocupan aunque, por educación, asienta gestualmente.

Hay “petardos” incapaces de percibir que el visitado está  harto. De la sonda, de los sueros, del drenaje, de la incomodidad del catre, pero, fundamentalmente, del rollo patatero que le ha caído encima.

Pero, lo peor de todo lo que he visto (aquí venía el interés de mi comentario)  es al depredador  que, además de abrasar al pobre enfermo, se come su menú hospitalario. Sí, sí un “muerto de hambre” capaz de dejar al encamado en ayunas.

 “Tiene buena pinta” –comienza la escena-. “¿Me dejas probar?”.  Y se inicia la cata por el soso puré de calabaza.   “No está malo –repite mientras chuperretea la cuchara- Le falta sal.  “¿A ver el pollo?”. Y, entre  una cosa y otra,  se zampa una pata. El “perjudicado” le mira. Le estrangularía si pudiera pero hace un gesto compasivo. Sin pizca de gracia.  Él no nota  su cabreo. Y remata la faena. “¿Te vas a comer  la compota de manzana?”. Mejor no decir nada porque al caradura le da igual, ha apañado el cuenco  y  traga la fruta como si no hubiera mañana. “¡Qué fresquita está!” “Y poco dulce, que no te conviene”. 

“No está mal el menú de Osakidetza. No tiene estrellas michelín pero se deja comer – le restriega  por el morro-. La gente se queja de vicio. ¿Qué te has pedido para el menú de mañana?”. El  residente no contesta. Se hace el dormido porque teme que si responde se apunte también al almuerzo. 

Con la tripa llena, el visitante, se despide. Por fin se va. “Bueno chaval, no te escapes.  Yo ahora unas cervecitas y luego a cenar a casa. Duerme bien y hasta mañana”. Cuando cierra la puerta, la persona hospitalizada  llama a la enfermería y pide un calmante y que, en lo sucesivo, le  incluyan en una habitación de aislamiento. 

 

Así es la vida. Cuando menos lo esperas viene alguien y te intenta comer lo que te corresponde.

Hemos tenido una semana en la que –será por el viento sur - ha habido muchas interferencias políticas. Unos han pretendido comerse directamente el menú de los demás. Ejemplo  directo, Otegi que en un alarde de  imaginación  y “generosidad” política propuso listas conjuntas de nacionalistas varios  para concurrir a las elecciones europeas y también a las generales españolas. Incapaces de llegar a un acuerdo – aunque sea mínimo- en Euskadi,  el líder de la Izquierda Abertzale sigue siendo un gran comercial. Prometer grandes acuerdos sin comprometerse mínimamente  a los del día a día. Ahí siguen mareando la perdiz con las dos abstenciones del presupuesto vasco.  Dos abstenciones  que cuestan  un giro presupuestario de 180 grados. ¡Cuanta generosidad!

Los líderes de “Podemos” no dan abasto. Su apuesta por “asaltar los cielos” les ha hecho descuidar lo terrenal. Aquí, en el suelo, los argonautas del olimpo, los que pretendían acabar con la “casta” dando lecciones de “nueva política”  se enfrentan a un espejo en el que se refleja su contradictoria imagen de vulgaridad en la que la vanidad y el afán de poder  ha desecho cualquier hechizo   de renovación. Sus líos internos se multiplican. En Madrid donde  se enfrentan a Carmena. En Navarra,  con la ruptura de sus parlamentarios. También en Araba y en Gipuzkoa –con imputaciones en su grupo juntero por “coacción”- . Y el larvado enfrentamiento en Bizkaia con los anticapitalistas, hace de los “morados” una caricatura del “Frente Popular de Judea” y su escindido “Frente Judaico popular” inmortalizado en la “Vida de Brian”.  La filtración a los medios de comunicación de quienes serán sus cabezas de lista en las elecciones forales de mayo, sin proceso de  primarias ni consulta a las bases que valga, ha levantado ampollas.  Lo  demuestra un mensaje en redes sociales  de su representante “oficialista”  Asun Merinero.  Las #Primarias de Podemos son así, no hace falta ni que votes. La dirección del partido adelanta en los medios quiénes son las candidatas. Participación, transparencia, libertad de oportunidades??? Acuerdos desconocidos y resultados que se dan antes de la votación. Quo vadis?”

Quien lleva un tiempo “desatada”, intentando agitar las aguas artificialmente para  intentar pescar lo que de propio resulta difícil, es Idoia Mendia.

La secretaria general de los socialistas vascos sigue con su especial empeño por incomodar al PNV con mensajes que, en otras circunstancias, serían contestados contundentemente.  Cada día que pasa  Mendia se atreve a dar un pasito hacia adelante en su estrategia de provocar  a su socio de gobierno. Si recientemente  se permitió asociar  al nacionalismo con las figuras  de  Salvini y Le Pen, lo último  en discordia  ha sido la afirmación de  que “las apuestas del PNV quiebran los cimientos de la convivencia y de la pluralidad".

Idoia Mendia debería tener más cuidado cuando hable de cosas tan serias. Porque no se puede acusar  de romper la convivencia a quienes representan casi un 60% de los votos  emitidos en las últimas elecciones autonómicas. ¿Acaso alguien con el 12% de apoyo popular  tiene patente de corso  para  deslegitimar  a una mayoría como la que hoy por hoy representan en Euskadi PNV y EH Bildu? ¿Dónde está el principio de respeto democrático? ¿Acaso Idoia Mendia se siente más legitimada política y socialmente que la suma de las dos primeras formaciones parlamentarias?

Lamentablemente intuyo que la secretaria de los socialistas vascos no se va a detener aquí, pues detrás de su discurso puede haber la oculta intención  de molestar al PNV para, en clave electoral, encontrar un nicho que por pura influencia no tiene.

Parecidos argumentos a los que habitualmente expresa Idoia Mendia ha utilizado el todavía presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco,  Juan Luis Ibarra Robles.  En la apertura del año judicial, el magistrado Ibarra sorprendió a propios y extraños con unos juicios de valor impropios a  su responsabilidad en relación a los trabajos parlamentarios llevados para la actualización del autogobierno. Impropios porque nadie le ha pedido que como juez o presidente de un tribunal,  vaticine sobre el fondo político y legal que está discutiendo el legislador. Impropios porque resulta paradójico hablar de “judicialización de la política”  mientras su alegato no es sino una posición ideológica respetable pero extemporánea.  Impropios porque  las apreciaciones deslegitimadoras de lo que él considera “mayorías exiguas”  son de una soberbia impresentable.

El ciudadano Ibarra puede opinar, comentar o decir lo que bien considere en uso de su libertad de expresión. El  presidente del TSJPV, en  ejercicio de sus funciones no.  Los jueces se quejan, con razón,  de la intromisión de los políticos en su ámbito competencial. De la misma manera debieran  reprobar  la injerencia  del magistrado presidente Ibarra en la política.

Quizá la proximidad de la jubilación o su afán de notoriedad –siempre conocida- ha hecho en el jacobino Juan  Luis Ibarra reverdecer sus tiempos  de cargo político  en el ministerio de interior de la mano de Juan Alberto Belloch. Si es así –está en su derecho- que hable con su amiga Idoia Mendia  para que le busque un puesto en las listas electorales  de su partido y desde allí poder decir y hacer, libremente, lo que considere.

Mientras tanto,  solo esperamos un poco más de respeto y que deje de alimentarse del menú de los demás. Si tiene hambre de política que  cuelgue  la toga. Con ella puesta se puede manchar. 

1 comentario:

  1. Amagar y no dar con melifluos "avisos" que dan risa, estruendosos silencios públicos mientras Ibarra y Mendia se salen de madre con total impunidad, o un tal Damborenea os compara con Hitler a cuenta del acuerdo de autogobierno con Bildu. Sánchez y su gobierno vacilándoos sin ningún rubor a cuenta de transferir dos lineas férreas de tren txu-txu....mientras Urkullu recomienda, públicamente, a Torra encomendar la solución del conflicto catalán a la mayoría del susodicho en el congreso Español....
    Si la alternativa al unilateralismo es encomendarse al partido de Mendia, Ibarra y Sanchez vamos bien.
    En resumen;para que a uno lo respeten debe hacerse respetar.

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