En mi entorno no eran pocos los que creían que “esta vez sí, se llegará a un acuerdo”. A mi entender, queríamos creerlo más que tener una evidencia de que así fuera.
Los mensajes emitidos por los portavoces de la izquierda patriótica dejaban entrever una posible voluntad de acercamiento y pacto. “Se estarán haciendo mayores” –pensé-. ”¿Se habrán convencido ya de que para promover cambios es necesario comprometerse, que desde la pancarta no se consigue nada?” –reflexioné en más de una ocasión-. Todo indicaba que sí. Que EH Bildu quería hacer valer sus votos en el Parlamento Vasco y dejar constancia de su influencia cerrando un compromiso con las cuentas de la comunidad.
Según varios oráculos de la “gauche divine basque”, muchos dirigentes de EH Bildu estaban persuadidos de que la hora de pactar con el Gobierno vasco había llegado. “Para ser una opción de gobierno –decían- hay que demostrar que se quiere y se sabe gobernar”. No les faltaba razón en esto último. Lo que ocurre es que pese a las declaraciones edulcoradas o incluso la sincera voluntad de algún/a dirigente, se ocultaba, como siempre, la pretensión verdadera de algunos por hacer hincar la rodilla al nacionalismo vasco gobernante. El ansia de pasar factura al PNV les puede todavía y en algunos casos, la inquina a todo lo que se identifique con el partido jeltzale, raya lo patológico. Pondría nombre y apellidos pero hoy no toca.
Para EH Bildu, además, la negociación presupuestaria se llevaba a cabo desde la exclusividad. La autoexclusión del PP y de Elkarrekin Podemos, les dejaba todo el campo de juego a su disposición para escenificar una táctica política que blanqueaba su papel de oposición, haciéndola figurar como “oposición responsable” frente al resto de grupos. Su propuesta de negociación fue, desde un principio, una quimera inasumible. No en el ámbito de la planificación extraordinaria de iniciativas tendentes a la creación de empleo, donde el Gobierno vasco pronto asumió las líneas generales presentadas por EH Bildu. La reivindicación imposible venía de su pretensión de complementar las pensiones más bajas hasta los 1.080 euros. Bien es cierto que durante todo el tracto de diálogo con el ejecutivo vasco y especialmente con su área de Economía y Hacienda, las demandas en este sentido se fueron moderando, pero el problema estaba en el pecado original de las contrapartidas exigidas; la reclamación de intervenir económicamente en las pensiones a través de complementos.
La Comunidad Autónoma Vasca no dispone, hoy por hoy, de la competencia de pensiones. Ni tan siquiera gestiona el régimen económico de la Seguridad Social. Pretender incidir en el incremento de las prestaciones a través de complementos supondría, en un primer término, una invasión competencial fácilmente recurrible de cara a su suspensión. En segundo lugar, intentar complementar las pensiones más bajas hasta los 1.080 euros (se haya contribuido al sistema o no) supondría anualmente una aportación económica directa inasumible para una administración pública como la nuestra. En la Comunidad Autónoma Vasca hay en estos momentos cerca de 550.000 personas pensionistas que cobran una pensión media aproximada de 1.157 euros. El número de pensionistas que cobra menos de 735 euros (el umbral de la RGI) es de 200.000. Aumentar sus ingresos hasta lo establecido por la renta de garantía de ingresos (sin tener en consideración, ninguno de los requisitos exigidos para poder acceder a tal subsidio) tendría un impacto “grosso modo” de 800 millones de euros anuales. 800 millones acumulables año a año. Una barbaridad si tenemos en cuenta que, al día de hoy la RGI vasca supone presupuestariamente un gasto total cercano a los 500 millones de euros.
El contraste con la realidad es uno de los factores que a EH Bildu, o a quienes toman las decisiones en su nombre, les viene grande. No en vano, en su repetido argumentario público –coincidente con el populismo barato y grosero exhibido por su representante en el colectivo “Pensionistak martxan”, el ex juntero de Batasuna Jon Fano- se repetía el mantra de que el Gobierno disponía de “dinero suficiente” para afrontar el incremento de las pensiones. Que el ejecutivo poseía un “colchón” de 700 millones de euros para acomodar el gasto requerido. Pero no por mucho repetir una mentira el aserto se convierte en verdadero. La demagogia siempre será demagogia.
Pese a todo, las conversaciones no se interrumpieron y aunque su decisión de no propiciar la devolución del presupuesto en la votación de las enmiendas de totalidad incorporó optimismo al proceso, la cuerda estaba demasiado tensa ya. Además, la contrapartida prometida, sonaba a ridícula. Dos abstenciones como trueque a la admisión de sus reivindicaciones (en la votación de devolución del presupuesto, 16 parlamentarios de EH Bildu votaron a favor de retirada de las cuentas y dos se abstuvieron. 16 de 18 a favor de la caída del presupuesto no lo olvidemos).
La Izquierda Abertzale había urdido una táctica de prolongar la expectativa para, en el último momento, romper la baraja y culpar al PNV de la falta de acuerdo. Pero esa pretensión de “estirar el chicle” hasta el día 21 y, a continuación desfigurar el presupuesto apoyando alguna enmienda del resto de la oposición, no contaba con que el lehendakari, adivinando la jugarreta, impusiera un cierre de negociaciones en 24 horas. EH Bildu debía retratarse finalmente. ¡Arre! o ¡só!. Y el resultado fue “¡só!” .
Desde el día 25 de septiembre, la representación oficial del Gobierno vasco mantuvo siete reuniones de negociación directa con EH Bildu. En todo ese tiempo, la organización de Arnaldo Otegi recibió cinco propuestas distintas. Cada una mejoraba la anterior. La última, enviada en las primeras horas del miércoles 12 de diciembre, actualizaba las cuantías a todas las personas pensionistas perceptoras de RGI hasta llegar, en el plazo de tres años, a los 858 euros mensuales, una propuesta testada y contrastada previamente con la “oficialidad” de la Izquierda Abertzale, pero que, ni por esas fue aceptada en último extremo.
La respuesta de EH Bildu, recibida a las 19,30 horas en la sede del ejecutivo autónomo retrotraía la demanda a momentos anteriores –lunes 10-. Lejos de acercar posturas, EH Bildu las agrandaba. Hasta el documento estaba fechado dicho día aunque Otegi se esfuerce ahora con poco éxito en negarlo. Se acababa el teatrillo y la farsa. El Gobierno retiraba el proyecto presupuestario y aprobaba la prórroga.
Las explicaciones de EH Bildu fueron las esperadas. Que “el Gobierno no ha respondido ni a las demandas ciudadanas en materia presupuestaria”. Que “han demostrado su incapacidad para lograr apoyos”. Que ésta ha sido una “gran oportunidad perdida para este país”. Lo dijo Maddalen Iriarte tras el anuncio de la prórroga en las cuentas.
Otros, más combativos, incitaron a los pensionistas a rebelarse contra el PNV, el partido que “ha dado la espalda a la gente, amén a la patronal, ultimátum y portazo. Nada que no esperásemos de quienes no consiguen salirse del bucle de la agitación permanente, como el conductor de un camión incapaz de encontrar la salida en una rotonda y que gira y gira en ella indefinidamente.
En quienes deseamos desde hace tiempo una normalización de las relaciones políticas, la actitud de EH Bildu nos ha vuelto a generar una enorme decepción. Siguen sin estar preparados para tener responsabilidades de país. A pesar de los cantos de sirena, de los llamamientos a los “grandes acuerdos”, a las “listas unitarias”, a la necesidad de “sincronizar relojes”. ¿Cómo creerse las invitaciones a construir juntos el país si, en la práctica, son incapaces de asumir cualquier compromiso que les suponga un baño de realismo? ¿Cómo fiarse de quienes nunca son capaces de sumar? ¿Cómo compartir nada con quienes no saben interpretar que entre el todo y la nada hay razones intermedias que merecen la pena conseguir y ganar? Su inmadurez me sigue provocando pena y consternación. Hoy por hoy no podemos esperar nada de ellos. Lo acaban de demostrar. Una lástima.
Lo peor de todo es que la incapacidad demostrada por EH Bildu repercutirá en todos. Siempre fue así. Y, también como siempre, el PNV intentará paliar los perjuicios causados. Lo veremos en la gestión de la “prórroga” presupuestaria. Por ese lado, tranquilidad.
-
...siguen en su misma "trintxera", como si no hubiera "llovido"....
ResponderEliminarSeñor mediavilla, se le olvida que gobierno (con el psoe) son ustedes. La obligación de sacar adelante la cuentas es suya, no de eh bildu. La oposición sino le parece suficientes el presupuesto propuesto esta en su derecho de rechazarlo...igual son ustedes los que no han querido llegar a un acuerdo y ya tenían pensado prorrogar las cuentas
ResponderEliminar