sábado, 12 de enero de 2019

CUANTO MÁS LEJOS, MEJOR

Creíamos  que la postmodernidad se imponía irremediablemente en nuestras vidas. Que lo “viejuno”  había quedado atrás y todo eran nuevas tendencias.  Pensábamos que el presente  era cosa de los “Milenial” y que los descendientes, como yo, de los neandertales, poco pintábamos ante los “influencer”,  los “Youtuber” o las tribus urbanas de moda; 'hipster', 'muppies', 'lumbersexuales', 'bobos' y,'coolturetas'.

Uno estaba acostumbrado a  identificar “caristios”, “várdulos” y “autrigones” pero no sabría distinguir  las diferencias de las nuevas especies. Así que pregunté a un amigo  sobre los principales rasgos  de la nueva fauna. A los “hipster”  conseguí identificarlos por mí mismo. Barbudos, gafapastas, camisas de cuadros, relojes caros…Vamos, un espécimen  petardo de los de antes pero con gustos refinados  tirando a “vintage”.

Creí reconocer a los “bobos”  -los “esféricos”, los “activos”, los “útiles” y los peores de todos, los “vovos”- pero no.  La clasificación actual de tal tribu no tiene nada que ver con la definición tradicional  por mí asimilada.  Los “bobos” de hoy son una mezcla de burgueses y bohemios. Es decir, pijos acomodados  de costumbres de vida alternativa.  Modernos con ropa cara, bicicleta  y tarjeta de crédito.

Los “Muppies”, según el análisis de mi amigo, son una evolución de los “hípster”. Sus hábitos pasan por practicar deporte a menudo (lo que ahora se llama “running”), comen  raro (vegetarianos y veganos) y, sobre todo, viven su experiencia personal en las redes sociales, inundándolas de “hashtags”.

Los “lumbersexuales” pueden inducir a confusión. Su apariencia es rústica. Camisas de cuadro ancho de franela, botas de monte, aspecto desaliñado. Podría un individuo de  este rango ser confundido por un leñador, pero en las ciudades es improbable encontrarlos, y menos si la camisa que porta cuesta más de 300 euros.

Finalmente, los “coolturetas”  son la vertiente más intelectual  de las nuevas estirpes. Leen a Kafka y Feuerbach. Citan a  Kierkegaard , pero no como Faemino y Cansado,  ven películas japonesas con subtítulos y su música preferida no sale en Spotify. 

Agradecí a mi amigo, de nombre Charles y apellido Darwin, sus explicaciones sobre el origen y evolución de las especies  que ocupan  nuestro mundo actual. ¡Dónde vamos a parar! –pensé-. Caminamos  un nuevo orden con cánones  de pura impostura.  ¿Dónde queda la tradición, los valores  populares que han forjado nuestro recio carácter  de “personas humanas”?

El estereotipo  genuino  de “civilización occidental” se desvanece. Ahora todo es “running”, correr de forma organizada para mejorar la forma física.  Ya nadie se acuerda de la función social que guardaba el deporte espontáneo. Aquellas emblemáticas  carreras  en calzoncillos  que se organizaban en un pis-pas tras una cena  de amigos. Lo importante no era el deporte sino hacer el gamberro.

El individualismo  ha vencido a lo comunitario. El entretenimiento actual se guarda en el Ipad o en la “Tablet”.   No  como antaño, alrededor de una mesa con el lenguaje inteligente de las señas, los “hamarrakos” y los “órdagos” sonoros.

A este paso, en poco tiempo, se extinguirán las carreras de caracoles y las bajadas en goitibera. Hasta el guipuzcoano que rompía 76 nueces con el culo en un minuto pasará al olvido y su gesta  será un simple apunte en la hemeroteca.  Y, con él, el recuerdo  de una competición  sin igual. El “lanzamiento de rabiosa”. En la Marcilla navarra donde mozos y mozas  arrojaban una azada de kilo y medio de peso hasta alcanzar el récord de treinta y ocho metros. 

Todo eso, y mucho más, lo creíamos perdido por el inexorable imperio de la postmodernidad. Pero no. Afortunadamente ha irrumpido en escena  un personaje  singular que nos ha hecho  recuperar las antiguas sensaciones. Como los “fogones tradicionales” que emite “Canal cocina”. Un auténtico líder capaz de no amilanarse ante los complejos. “Nosotros – ha dicho en un chute de autoestima- celebramos la Navidad, ponemos el belén, el árbol, festejamos nuestras tradiciones y nuestra semana santa y nos sentimos orgullosos. Y al que no le guste que se aguante, porque nosotros somos españoles". 

Se trata del secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea. Un hombre sin filtros, “orgulloso  de defender la caza, y los toros.”

Teodoro es, como la etimología de su nombre indica, un “don de Dios”.  Ingeniero en telecomunicaciones, el murciano de Cieza es como el “hombre del renacimiento” pero en la versión española que pudiera presentar Lauren Postigo.

Judoka, maratoniano, mountain biker, amante de las travesías por la nieve, se atreve aún a hacer prácticas  de marcha con las COEs (es reservista alférez del Ejército del aire). Toca el piano, el clarinete  en la banda de su pueblo y  hasta redobla el tambor.

El secretario general del Partido Popular que sustituyó en el cargo a María Dolores de Cospedal  posee, además de las habilidades antes señaladas, una cualidad  difícil de igualar.  En 2008, Teodoro García se proclamó campeón del mundo en la prueba de lanzamiento de hueso de la oliva mollar chafá, originaria de Cieza. Proyectó el güito a 19 metros y ganó un torneo que todos los años paraliza la región de Murcia. La compleja especialidad  competitiva consiste en propulsar con la boca un hueso de aceituna sin que para el lanzamiento se permita la utilización de canuto o cualesquiera artilugio. Simplemente el pulmón y la dominación de la técnica del escupitajo.

“Nunca había lanzado más de 11 metros – ha declarado años después Teodoro-. Ganar el campeonato mundial de lanzamiento de hueso de aceituna “abrió una nueva etapa en mi vida” aseguró  el murciano en declaraciones recogidas en la web del concurso.  De allí, al estrellato. A la cúspide del Partido Popular.

La mano derecha de Pablo Casado es un fiel representante  del transformado Partido Popular. A la búsqueda de sus raíces aznarianas, los dirigentes de Génova  han conseguido, por primera vez en la historia reciente, alzar  a uno de sus representantes hasta la presidencia de la Junta de Andalucía. Pese a perder siete escaños  y más de trescientos veinte mil votos (casi un 7% de su electorado), el PP saca pecho escondiendo su fracaso.  El responsable del trampantojo en buena parte es Teodoro García Egea quien personalmente negoció y pacto con la ultraderecha de VOX la  investidura de Moreno Bonilla. El peaje a pagar  por los populares a los radicales  pasa por efectuar modificaciones en las políticas de  gestión de la inmigración, la violencia contra las mujeres, la memoria histórica, los impuestos  o el retorno a un modelo de Estado centralizado.

El “Frente Nacional” de Abascal  no ha necesitado matizar demasiado su discurso ni sus pretensiones para que el PP se las comprara. Bastó la amenaza de una repetición electoral para que los populares, tras una negociación opaca, cerraran  los flecos del acuerdo. 

El partido de Albert Rivera (que ha estado desaparecido en combate en las últimas semanas), cooperador necesario de las nuevas derechas, reniega en público del compromiso y de los votos suscritos por VOX.  Pero, aún con una pinza en la nariz, Ciudadanos  sumará  sus 21 escaños  a la coalición  del “cambio” y su hombre fuerte en Andalucía, Juan Marín, será el vicepresidente de un gobierno bendecido  por quienes han celebrado la “reconquista”.  Una colaboración que la formación naranja deberá explicar  ante quienes  en Europa les reclamaba  establecer una actitud  beligerante contra la extrema derecha, a modo y manera como lo hiciera Macron con Marine Le Pen.

Sea como fuere, el pacto andaluz huele a rancio.  A tiempos  en los que se cantaba “montañas nevadas” o se arengaba  el patriotismo español tras el incidente del peñón de Perejil.

El “pacto andaluz” tiene un poso argumental cercano al “Mercader de Venecia”. Vox, el usurero de la trama, reclamará del PP –el necesitado de votos- una libra de su carne  si no cumple con lo pactado. La libra de carne más próxima a su corazón. El precio resulta demasiado alto. Quizá no para Casado y su lanzador de aceitunas favorito. Pero, para el conjunto de la democracia, la “postderecha” fraguada  estos días puede suponer una amenaza muy seria de involución. Involución en libertades, individuales y colectivas. Involución en diálogo, tolerancia y respeto a la diferencia. Involución en la convivencia.

Teodoro se ha venido arriba.  “Moreno Bonilla va a hacer mucho más por Andalucía en sus primeros días de gobierno de lo que ha hecho el socialismo en 36 años”. 

Ya podemos apartarnos de su radio de acción. Como coja aire nos puede dar  un aceitunazo.  Cuanto más lejos, mejor.

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