sábado, 5 de enero de 2019

LA AUTODESTRUCCIÓN DEL PP


Quien esté libre de falta, que tire la primera piedra. La cita exacta, atribuida al evangelio de Juan, habla de “pecado”. Pero habida cuenta mi especial sensibilidad para temas religiosos, me he permitido  llevarla a un ámbito más  seglar.

Sí, quien esté libre de haber cometido excesos durante estos días  de oprobio, que levante la mano.  Seguramente hemos comido y bebido como si no hubiera un mañana. Hemos trasnochado. Hemos abusado del azúcar, los turrones y los “ folforones” –perdón por escribir con la boca llena-.

Nos hemos “pasado siete pueblos” mandando mensajitos por el móvil. Felicitaciones y horteradas de todo tipo. Hemos rebasado el límite  del fingimiento, deseando “paz y amor” a quienes en circunstancias  normales  ni tan siquiera saludamos. 

Todos hemos hecho algo “por encima de nuestras posibilidades”.  Hasta el petimetre de turno que ni come, ni bebe, ni fuma. Él corre y hace deporte.  Ese también se ha pasado y si no controla sus “buenos hábitos” terminará teniendo un ataque de salud.

Las secuelas se dejan notar. En las lorzas de michelín, en la boca pastosa  tras haber acabado sin sed o en la factura  telefónica –que ya llegará-.

El material sólido  más visible de ese cúmulo de excesos son los residuos.  Vamos, la basura que generamos.  Somos como una máquina de hacer  basura.  Desperdicios que hay que separar. Botellas y vidrio a un lado. Papel y cartón por otro. Lo orgánico, donde siempre. Así hasta quedarse sin sitio en la cocina.   Suerte de que  entre el tumulto familiar  organizado en estas fechas siempre llega la hora de la despedida  de quienes no viven en tu casa y a quienes , en un gesto de agradecimiento por participar en el convite cargas con bolsas que llevar al contenedor más cercano.  Y si no tienes esa suerte de “voluntarios”  para bajar los desperdicios;  ajo, agua y resina  (a joderse, a aguantarse y a resignarse). 

Afortunadamente,  esta temporada de excesos se acaba pronto. Es pasajera. Nuestra mala conciencia  nos empujará, inminentemente, a  prometer un resarcimiento. Y así llegarán los “nuevos propósitos” para el año que comienza. Ir a un nutricionista, al gimnasio. Dejar de fumar. De beber.  Retomar  a la vida sana. Pero, en cuanto  te acuerdas del petimetre y del “ataque de salud”, abandonas  las buenas promesas echándote nuevamente en manos del caos y de los avatares del destino.

Para pablo Casado  parece que la Navidad  es permanente. Está sobrado.  Más que sobrado, pasado de vueltas. Todo lo que dice –y dice mucho- es excesivo.  Es como si compitiera consigo mismo para superar todos los límites imaginables de la radicalidad verbal.  Desde que se convirtiera en presidente del Partido Popular tras la marcha de Mariano Rajoy, Casado ha escorado el discurso, la alternativa y hasta  el cuadro humano de esta formación política hacia una derecha  dura y competidora de posiciones extremas.

Desde los nuevos dirigentes  incorporados a Génova se cree que  tal reposicionamiento busca el retorno a los tiempos de Azna , una “época dorada” en la que bajo el manto del PP se refugiaban todas las formas entendibles  de los conservadores españoles. Desde los liberales, democristianos hasta los neofranquistas.  El propio Aznar reconoció que durante su mandato  legó “un único partido” y “ahora hay tres”, en referencia al PP, a Ciudadanos y a Vox.

Todo el mundo reconocía a Pablo Casado como un “joven valor”  heredado de la fundación FAES. Lo que nadie predijo es que  en la búsqueda de una nueva derecha española, el prometedor Casado, despreciara la centralidad para volcarse en la frontera radical.  Tal estrategia –aunque en el corto plazo le pueda servir para gobernar Andalucía-  le va a ir minando apoyo social desplazando  a una parte de su electorado hacia opciones más templadas (pudieran ser  Ciudadanos o el propio PSOE). Politólogos y analistas  políticos consideran que el rumbo marcado por Casado terminará por hacer fracasar al PP, partido al que destacados personajes de la derecha tradicional española comienzan a considerar como alternativa fracasada.  “Se echa de menos a Arriola” –cuentan-  frente a los “advenedizos”  hiperventilados .


Casado no para. Es como  el “Jolly  Chimp”, el viejo juguete del mono con platillos  que genera un escandaloso  ruido  alimentado por pilas duracell .  Anteayer estuvo en Ceuta, en la frontera con Marruecos  para defender  a la Policía Nacional y a la Guardia Civil  en su trabajo  contra inmigración ilegal.  En su equipo  han identificado el problema migratorio como un “granero de votos”  que explotar  y no le importará  vincularlo con la delincuencia o con el despilfarro de recursos sociales, al más puro estilo  Salvini. 

En su viaje a la derecha extrema,  Pablo Casado  también ha encontrado en el Procés catalán, y en la reacción  hispano nacionalista que provoca en parte del Estado, una herramienta  con la que atacar al presidente español, Pedro Sánchez. Para ello no escatima en acusaciones, en afirmaciones  gratuitas o abiertamente falsas, para provocar y enardecer a sus más recalcitrantes  seguidores.  Así,  los pasados días criticaba con dureza a Padro Sánchez por "permitir" que haya "homenajes" a los presos del procés y por no defender a los Mossos d'Esquadra, llegando a afirmar que "el control de mando del independentismo está instalado en La Moncloa".

Casado, como Trump y otros políticos  líquidos, inconsistentes  y de efectos comunicativos inmediatos,  es un foco de titulares encadenados. No soporta un discurso coherente. Simplemente  repite consignas a modo de titulares.  Frases cortas sin matices. “Fake news”  sin contraste alguno que sirven para golpear mientras que muchos medios de comunicación – la mayoría- se pliegan a  esa técnica perdiendo  todos los valores deontológicos  que engendraron el periodismo verdadero.

Sin embargo, el líder del PP ve la paja en el ojo ajeno. “Las fake news en España –llegó a escribir Casado en su cuenta oficial de Twitter-  las crean los independentistas y populistas”.  Pero él mismo era víctima de su postverdad  cuando  el pasado día en Pamplona, en la presentación de la candidatura  popular al próximo Parlamento Navarro, aseguró que   la última vez que acudió al Viejo Reyno , “cuando llegamos a la plaza mayor de Iruñea fue como esa Varsovia en la que no podías salir de sus calles.  Empezaron a llamarse, empezaron a salir de la terrazas, empezaron a crear un auténtico tumulto a nuestro alrededor y a los cinco minutos una jauría de energúmenos empezaron a insultarnos, a tirarnos vasos, a coger los palos de las sombrillas para intentar pegarnos».

Afortunadamente, para descrédito del  representante de Génova, unas cámaras televisivas captaron entonces aquella secuencia. Y ni hubo  linchamiento, ni vidrios  volando o palos de sombrilla amenazantes. Todo fue una mentira  para justificar un relato penoso.

Dos consideraciones  al respecto; la plaza mayor de Iruña se llama Plaza del Castillo.  Y el sitio de Varsovia, con miles de víctimas provocadas por el nazismo, merece mucho más respeto que la desconsideración demostrada  por el locuaz presidente del PP.

Si alucinante resultan los discursos extremos que día a día pronuncia el líder  de la derecha española, aún más grave resulta  la condescendencia, cuando no la simpatía que  tales pronunciamientos suscitan en medios de comunicación  y líderes de opinión. Si se acepta  cualquier mensaje sin filtros, sin crítica, sin contraste, sin el mínimo rigor,  se será cómplice de la desnaturalización del sistema democrático.  Con la tolerancia a la mentira y la falsedad  se estará dando pie a totalitarismos que justifiquen, sin base cierta, cualquier decisión  que cercene la libertad, la convivencia o los derechos humanos.

Por donde  galopa Casado no vuelve a crecer la hierba, como se decía de Othar,  el caballo de Atila. Pablo Casado  ha iniciado la autodestrucción del PP. Su caída libre lo anuncian todas las encuestas.  En España sus excesos alimentan a Rivera y Abascal. En Euskadi es aún mucho peor.  Con un cuadro dirigente  que parece un tercio de la Legión (Raquel González, la secretaria vizcaína ha fichado a la “ultra” Yolanda Coucerio)   los populares  pasarán de ser  minoritarios a casi extraparlamentarios.  Lo veremos en las próximas Juntas Generales de Bizkaia y Gipuzkoa.  En Araba, se quebrará su fortaleza y los “versos sueltos” de Oyarzabal y Semper han sido puestos en las cabeceras  municipales  como primeros sacrificados de la nueva era. Y Alonso, en esta coyuntura, piensa seriamente en abandonar el barco.

Lo que no pudo hacer ni la Gürtell, ni la Púnica, ni la corrupción sistémica, lo puede hacer Casado y sus excesos. El PP se autodestruye.

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