Ha
llegado hasta mis manos un breve articulito firmado por Jesús de la Gándara,
jefe del servicio de psiquiatría del hospital universitario de Burgos y profesor de Educación y Humanidades titulado; “El síndrome de
Dunning-Kruger”.
El enunciado del fenómeno observado se fundamenta en el
nombre de los dos psicólogos de la universidad neoyorquina de Cornell que
estudiaron la relación existente entre la estupidez y la vanidad humana.
Gándara simplifica las conclusiones para que los neandertales poco evolucionados
como yo podamos entender fácilmente de
qué se trata. La tesis de Dunning-Kruger establece que las personas con escaso nivel intelectual y
cultural tienden sistemáticamente a pensar que saben más de lo que saben y a
considerarse más inteligentes de lo que son. Así de sencillo.
Dos son los principios que sostienen tal afirmación. El
primero, que los individuos
incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades. Y, el
segundo, que dichos prototipos son incapaces de reconocer las verdaderas destrezas
en los demás.
El doctor de la Gándara recordaba en su escrito que ya
Charles Darwin había indicado que “la
ignorancia engendra más confianza que el conocimiento”, una sentencia contrastada hoy por el estudio mencionado que
lo demostró a través de un sencillo experimento consistente en medir las
habilidades intelectuales y sociales de una serie de estudiantes y pedirles una
auto-evaluación posterior. Los resultados fueron sorprendentes y reveladores:
Los más brillantes estimaban que estaban por debajo de la media; los mediocres
se consideraban por encima de la misma y los menos dotados y más inútiles
estaban convencidos de estar entre los mejores.
Estas observaciones,
además de curiosas, son a juicio del psicólogo extremeño “preocupantes, pues
según ellas los más incompetentes no sólo tienden a llegar a conclusiones
erróneas y tomar decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les
impide darse cuenta de ello”. Dicho esto, su reflexión final merece la pena
ser tenida en cuenta: “en la actualidad estos parámetros vienen al pelo
para catalogar e interpretar muchas de las decisiones y desaciertos de tantos
pretendidos “expertos” en economía y política, que nos han llevado a donde
estamos. No estoy aludiendo a ningún personaje concreto, ni a ninguna opción
política, sino simplemente me atrevo a proponer el modelo para diagnosticar a
tantos líderes, peritos, charlatanes, sacamantecas y desatinados que pululan
por doquier y padecen este “Síndrome de Dunning-Kruger”
Mi primer pensamiento tras la evidencia científica me ha llevado a una noticia que acababa de
leer en un diario digital. Mi segunda cavilación, inevitablemente, a la
actualidad política donde cada día que pasa
se nos sorprende un poco más, dando por bueno el aserto de que la
ignorancia es la madre del atrevimiento.
La información que atrajo mi atención primera decía que
durante el pasado año solo dos mujeres habían accedido a los consejos de
administración de las empresas punteras
del Estado. En las 35 compañías que componen el selectivo IBEX se sientan 455
consejeros y sólo 108 son mujeres. Es decir, un 23,7%, frente al 76,26% de
puestos ocupados por hombres. El porcentaje
representativo se mantiene inmutable pese a la voluntad inequívoca de una mayoría social que reivindica –y yo también- una igualdad
real entre mujeres y hombres.
El mundo de la empresa es, quizá, uno de los más señalados
en el desequilibrio de género existente en nuestras desarrolladas sociedades. En
el campo institucional, la pluralidad
pública avanza impulsada por modificaciones legales de promoción positiva. Sin
embargo aún quedan grandes obstáculos que superar para hacer posible que la igualdad legal y
realidad sean una misma cosa. Por no hablar de la despreciable violencia
machista, auténtica lacra a combatir sin
desmayo día a día.
Mi experiencia –y percepción- vinculada al anteriormente
citado “síndrome de Dunning-Kruger” es que en la vida diaria, y por razones
atávicas difíciles de argumentar, hay cantidad de mediocres ocupando plazas de
responsabilidad. Y cuando hablo de
“mediocres” me refiero mayoritariamente a individuos de género masculino que ostentan profesionalmente puestos que les vienen
grandes, una evidencia que ocultan con poses de superioridad, soberbia, y
llegado el caso, “genitalina”. Y es que
la costumbre ha hecho que los tuercebotas
de todo tipo hayan colonizado las plazas
más coronadas de la actividad humana simplemente porque sí. Por ser
hombres. Eso no quiere decir que en el género femenino no haya lerdas
ni petardas anodinas. No podía ser de
otra manera. Sin embargo, es difícil de encontrarlas en cargos de
responsabilidad. Sencillamente porque hasta allí son muy pocas las mujeres que
llegan.
En el subconsciente en boga es más fácil promocionar a un
hombre, por inútil que éste sea, que a una mujer. Afortunadamente, esta teoría de la dominación machista se va corrigiendo aunque lentamente. Ojalá
hubiera más mujeres en los niveles
decisorios que afectan a nuestra vida. Habrá que seguir intentándolo. Por
justicia y en beneficio de todos.
Mi segunda asociación de ideas con el síndrome de
Dunning-Kruger ha sido con la política, y, fundamentalmente con una parte de
sus cuadros dirigentes. En el mismo diario en el que leí lo del Íbex-35 se publicaba que el presidente del PP había visitado, en acto
preelectoral, la provincia de Soria.
Llegó hasta los campos de Castilla
y allí habló …de Catalunya. Ni de la despoblación del medio rural, ni de
la mejora de las infraestructuras, ni tan siquiera dijo que le gustaban los torreznos o la
ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga. No. “Lo primero que voy a
hacer si gobierno es aplicar un 155
duradero en Cataluña”. Le faltó hacer el
símil de la reconquista. Y eso que tenía cerca a Calatañazor, donde cuentan que
Almanzor “perdió el tambor”. Algún “cerebro” en comunicación le ha debido asegurar a Casado que su hueco electoral pasa por entonar el “a por ellos” referido a
Catalunya y está que no para. En Soria o
en Zamora.
Un amigo soriano me dijo que más que Casado parece
Cansino.
Lo de “encontrar un sitio” tiene su relevancia en el
PP. Amaya Fernández, la secretaria
general de los populares vascos lo tiene claro. Allá donde va, se ve en la
necesidad de “marcar territorio”. Para ello
busca la complicidad de una colaboradora que le acompaña y le reserva el
espacio físico para que nadie le hurte
protagonismo. Lo pudimos ver en el tercer encuentro de mujeres electas celebrado en la casa de juntas de Gernika. Mientras
en la primera bancada se
apretaban protocolariamente Josune
Gorospe (PNV), Maddalen Iriarte (EH Bildu), Eukene Arana (Elkarrekin Podemos) e
Idoia Mendia (PSE), la popular Fernández
disfrutaba de un amplio espacio acotado por dos bolsos –uno a cada flanco- que
con anterioridad había situado, a modo de parapeto, su asistente. Lo del
bolso en el escaño como reserva de plaza lo había visto en las
bodas y celebraciones, no en actos
públicos. Pero desde que Soraya Sáez de Santamaría utilizó su bolso para ocupar el escaño de Rajoy durante la sesión vespertina de la moción de
censura, el ejemplo parece haber cundido. Por lo menos en Amaya Fernández, la
“bolsonara”.
Dos últimos ejemplos para evaluar la necesidad de notoriedad
de nuestra representación política. El
primero, Arnaldo Otegi y su afirmación
descontextualizada de que echa de
menos “políticos dialogantes como Ernest Lluch”. Digo “descontextualizada”
porque al dirigente de la Izquierda patriótica se le olvidó recordar que al representante catalán lo asesinó
ETA en el año 2000 y que posteriormente justificó su crimen por
ser un “miembro del Gobierno del GAL”, que “quiso jugar en los últimos tiempos
el papel de «policía bueno»”. Arnaldo podía haber dicho, por ejemplo, que matar
a Lluch estuvo mal. Que su crimen fue injusto. Pero una vez más su memoria fue selectiva.
Y el segundo caso de disparate fue el aportado por el
nuevo-viejo candidato de Podemos, Roberto Uriarte que en su primera entrevista publicada tras su retiro y reintegración a la política
activa ha indicado que “votar al PNV es perder el derecho a decidir
quien va a gobernar en Madrid”. ¿Dónde ha estado Roberto Uriarte en el último
año? ¿En una cámara hiperbárica aislado
del mundanal ruido?. ¿En el limbo de los justos?. ¿En Babia?. Le recomiendo
leer las primeras páginas de los periódicos que titulaban “El futuro de España
en manos del PNV”. Es la crónica de la moción de censura a Rajoy. Espero que así recupere la memoria. O el
sentido común. ¡Ay Dunning-Kruger!
Se puede luchar por la igualdad , sin pasarnos de frenada. El hombre y la mujer, o la mujer y el hombre son iguales en INTELIGENCIA Y EN CAPACIDAD. Las diferencias son por cuestión de PERSONA no de GENERO.
ResponderEliminarMediavilla dixit: "hay cantidad de mediocres ocupando plazas de responsabilidad. Y cuando hablo de “mediocres” me refiero mayoritariamente a individuos de género masculino que ostentan profesionalmente puestos que les vienen grandes, una evidencia que ocultan con poses de superioridad, soberbia, y llegado el caso, “genitalina”. Y es que la costumbre ha hecho que los tuercebotas de todo tipo hayan colonizado las plazas más coronadas de la actividad humana simplemente porque sí. Por ser hombres"
Esto es para mi , pasarse de frenada. Defendamos la IGUALDAD y la justa lucha de las mujeres con los hombres y los hombres con las mujeres por ella, pero sin ofensas.