Han
pasado ochenta y dos años desde que los muros del gasteiztarra cementerio de
Santa Isabel se tiñeran de sangre
inocente. De entre las víctimas de la represión, dos hombres compartieron final en aquel junio de 1937. Secuenciados en unas pocas
horas morían fusilados Estepan Urkiaga
–Lauaxeta- y Alfredo Espinosa, consejero de sanidad del primer Gobierno vasco.
Dirán
algunos que aquellos asesinatos fueron “cosas del pasado”, que hay que mirar
adelante y pasar página. Que, además, no fueron las únicas victimas de una
guerra en la que, como en cualquier conflicto bélico, se produjeron injustos
crímenes. Se podrá restar trascendencia
a la brutalidad, a la notoriedad de los fusilados. Se podrá acusar a quienes
recordamos esta fecha de ser repetitivos, cansinos o de pertenecer a los
adoradores del pasado.
Pero,
nada de eso nos debe hacer que olvidemos la tragedia, que borremos de nuestra
memoria colectiva el sacrificio humano
de quienes perdieron lo más
valioso que tenían, su vida, y el gesto
heroico de su legado frente a la ignominiosa utilización de la violencia.
Desentenderse del pasado sería como
negar que la libertad que hoy
disfrutamos se construyó con su
sacrificio, con el tributo inmenso que
pagaron en defensa de la democracia y de
Euskadi, el país que nos acoge.
En estos
días en los que nuestra sociedad renueva
su representación institucional, en los que la “normalidad” democrática nos deja
pactos, gobiernos, programas de legislatura, compromisos, etc , resulta
necesario acudir al ejemplo de
quienes como Lauaxeta o Espinosa lo
dieron todo por el bien común. Su autoridad
debe ser el espejo en el que nos sepamos reconciliar con la acción
política digna. Con un compromiso colectivo conformado por valores humanos, en
contraposición a tanto interés espurio e impostura como estamos observando en
determinados ámbitos.
"Goiz eder honetan erail behar nabe txindor baten txintak gozotan naukela? "
(¿En esta hermosa mañana con dulces trinos de un petirrojo me deben de matar?) ,
fueron algunas de las últimas palabras de Estepan Urkiaga . Así comienza su poema –“Azken oyua”- escrito con el alma a
escasas horas de enfrentarse a su ejecución sumarísima.
Tenía 32 años y a pesar de las gestiones realizadas por el
Gobierno Vasco para su liberación,
Estepan Urkiaga, Lauaxeta, fue llevado ante un pelotón de fusilamiento y
rematado posteriormente con un “tiro de gracia”. Dicen que las últimas horas de
su corta vida las pasó escribiendo. A
pesar de las dificultades de todo tipo que encontró al estar detenido -no
disponía ni de papel para expresarse- se las ingenió para dirigir unas cartas a
la familia (“Me voy al cielo, allí os espero”), a los amigos a los que pidió que dieran un
beso a su madre de su parte. Y a su
partido ; “muero por nacionalista vasco, porque amo con pasión a este
desgraciado pueblo”.
El hoy considerado uno de los poetas líricos más importantes
en lengua vasca, fue un incansable activista nacionalista . Periodista,
escritor, divulgador del euskera, Lauaxeta fue detenido por las fuerzas
sublevadas tras una visita a
Gernika para mostrar los horrores del
bombardeo al corresponsal de guerra de un periódico francés. Hecho prisionero, fue encerrado
en el convento de los carmelitas de Gasteiz donde el 25 de junio de 1937
fue fusilado a los 32 años. Su profunda
fe, la delicada sensibilidad de sus palabras y el firme compromiso con su
patria –Euskadi- se constata en los
escritos alumbrados instantes antes de
ser ejecutado. Un testimonio que conmueve e impacta.
Apenas unas horas más tarde de la ejecución del poeta, en el
mismo lugar, quien fuera primer consejero de Sanidad de Euskadi, Alfredo Espinosa, padecía la misma fatalidad.
Espinosa nació en 1903 en Bilbao en cuyo
ayuntamiento trabajó como inspector de
sanidad, médico y delegado de los servicios de higiene especial. Conocido como
el “médico de los pobres” por la ayuda que prestaba a las clases más humildes
de forma desinteresada, Espinosa participó en la creación del Partido
Republicano Radical. En octubre de 1936 fue nombrado consejero de Sanidad del Gobierno
vasco presidido por Jose Antonio Agirre.
Espinosa participó en la creación de la Facultad de Medicina
de la Universidad Vasca, fundó la Cruz Roja del País Vasco, supervisó la
evacuación de niños al extranjero, se ocupó de los refugiados, de las colonias
infantiles, de los huérfanos de los milicianos, de las guarderías y de todos
los establecimientos benéficos. Pero sin duda, uno de los aspectos por los que
más destacó fue por la mejora de las condiciones de vida de los presos. El 4 de
enero de 1937, tras el asalto a las cárceles de Bilbao tras un bombardeo
alemán, Espinosa se presentó en los penales con médicos y ambulancias para
auxiliar y trasladar a los heridos en los asaltos.
El 11 de junio partió en el buque Warrior hacia Francia,
junto a los niños del sanatorio de Górliz, para la compra de material sanitario
para el Gobierno Vasco. Durante su viaje se enteró de la caída de Bilbao, por
lo que de inmediato quiso trasladarse a la península para reunirse con sus compañeros del Gobierno
vasco. Con ese fin despegó de Toulouse el 21 de junio, sin embargo, el avión
que le transportaba aterrizó en la playa de Zarautz simulando una avería. La
traición del piloto hizo que Espinosa fuera detenido. Trasladado y confinado en
el convento de El Carmen de Vitoria, fue
sometido a juicio sumarísimo. Sentenciado a
muerte fue fusilado el 26 de junio de 1937.
Al igual que Lauaxeta, Alfredo Espinosa , consiguió escribir
una sentida carta que hizo llegar al
lehendakari Agirre. La misiva estremece
y resumidamente dice así: “Mi
querido amigo y compañero: Me dirijo a
ti en nombre de todo el Gobierno momentos antes de ser ejecutado en la prisión
de Vitoria…” “Quiero dirigirte un ruego antes de que vuelva al seno de la
tierra, y es el siguiente: cuando condenen los tribunales a alguno a
muerte, mi voto, desde el otro mundo, es
siempre por el indulto, pues pienso en que pueda tener madre o esposa e hijos y
la terrible condena siempre la sufrirán personas inocentes. Pídeles tú a mis
compañeros, en mi nombre, lo que yo te pido, y os suplico no ejerzáis
represalias con los presos que hoy tenéis, pues bastante han sufrido como sufro
yo. El que no esté procesado en estos momentos ponerlo en libertad, sin que
esto quiera decir que no estén vigilados” “Dile a nuestro pueblo que un
consejero del Gobierno muere como un valiente y que, gustoso, ofrenda su vida
por la libertad del mismo. Diles, asimismo, que pienso en todos ellos con toda
mi alma y que muero no por nada deshonroso sino todo lo contrario, por defender
sus libertades y sus conquistas legítimamente ganadas en tantos años de lucha.
Que mi muerte sirva de ejemplo y de algo útil en esta lucha cruel y horrible”
“Termino, pues no tengo tiempo para más, pues falta muy poco
tiempo para la ejecución. Háblales a todos de la virtud del deber cumplido y
diles que es preferible la muerte a traicionar las virtudes y el alma de una
raza.
Nada más, querido amigo y siempre Presidente. Un abrazo muy
fuerte y ¡Gora Euzkadi! y ¡Viva la República! Cuando la historia nos juzgue a
todo, sabrán que nosotros hicimos lo indecible por evitar la muerte a los
presos y por conservar el respeto absoluto a toda idea opuesta a la nuestra. Te
abrazo hasta siempre.”
En un tiempo de valores líquidos, de comportamiento superficial y frívolo, merece la pena recobrar el
horizonte del que algunos venimos. Por
eso Lauaxeta, Espinosa u otros muchos, son la garantía de otra manera de
entender la acción política. Política con mayúsculas. Política de verdad.
Política de convivencia, de respeto.
La irrupción de la extrema derecha en la política del
Estado, la sinvergüenzada del
negacionismo histórico, el cuestionamiento de lacras como la violencia machista, o la defensa de la xenofobia, no son una
anécdota ni un mal sueño. Y lo es mucho
menos cuando su discurso transgresor y lacerante lo ha terminado
comprando quienes hasta hace cuatro días
pretendían darnos lecciones de “buenas
prácticas” y de “regeneración política”.
Además, en España siguen sin gobierno, a pesar de que las
elecciones generales fueron el mes de abril. El “patriotismo” de unos y otros
bloquea una investidura. Por el contrario, en Euskadi, conformados ya los
nuevos entes locales, Unai Rementeria y
Markel Olano (en unos días Ramiro González) son ya Diputados generales en
gobiernos de coalición. Compromiso
democrático al servicio de la gente, del país. En palabras de Lauaxeta , “Dana
emon behar jako maite dan askatasunari”.
¡Cuánta razón tienes, Koldo! Nuestro pueblo sigue sufriendo la intolerancia, incomprensión, marginación y olvido, etc. Ayer sentí vergüenza ajena viendo el Pleno del Ayuntamiento de Getxo, todos hablando de dinero y no pensando en el bienestar de nuestros mayores, en el diálogo, en la amabilidad, honestidad, nobleza y honorabilidad. Mientras nuestro pueblo no honre a sus antepasados y admita las verdades, seguirá desangrándose en valores humanos. Me ha encantado este post tuyo. Besarkada Bat!
ResponderEliminarEmocionante y Verídico artículo.....
ResponderEliminarPara que sepamos valorar, las VIRTUDES, de nuestros antepasados.
Basados en la LIBERTAD, DD.HH. y la DEMOCRACIA.