sábado, 1 de febrero de 2025

DOPAMINA, ENSOÑACIONES Y CANGREJOS ITALIANOS

En los momentos en los que los problemas agobian y la tensión asedia los pensamientos yo suelo ejercer una terapia de escape que descomprime mis meninges. Trato de volcar mi imaginación a plácidos recuerdos. Es mi forma de liberar dopamina y restablecer así una sensación de calma y tranquilidad.

Mi última “evasión” me llevó a las jornadas estivales de mi juventud, cuando con mis hermanos y un grupo de amigos nos dedicábamos a pescar cangrejos en el río Abejón. Había que tener en cuenta que, por aquel entonces, las familias de aquellos pueblos castellanos  gozaban de unos ingresos económicos muy limitados, así que cualquier  aporte extraordinario a la cartera  de la casa era un tesoro. Y los cangrejos se vendían muy bien a los veraneantes y a los restaurantes, por lo que su pesca no estaba exenta de disputas por ver  quien se hacía  con los tramos de río y las pozas más productivas.  Así que, el primer objetivo de una jornada fluvial era madrugar y echar los reteles -diez en un tramo máximo de cien metros- en una buena zona . No importaba que las nasas no llevaran carnada. Lo fundamental era hacerse con el espacio. Luego ya se colocaría  el cebo -la asadura de cordero mayormente-  en los reteles y se comenzaría la pesca como tal.

El cauce del riachuelo -afluente del Arlanza- solía tener una numerosa presencia de  pescadores. Los había ocasionales y también los habituales. Familias enteras, personajes  singulares  y jóvenes ávidos de actividad. Entre el molino de Santiago y la Dehesa, pasando por los “paredones”, Juan Pedraza o el puente de madera encontraríamos, casi siempre, a los “sanjurjos”, a la señora Vero o a Maribel y su marido –“el chino”-. Luego estábamos nosotros, media docena de “muchachos” que entre levantada y levantada de reteles jugábamos a las cartas y nos bebíamos clandestinamente una botella de cerveza “el león” sustitutiva del burbujeante “jariguay”.

La pesca solía ser, a ratos, tediosa, pero siempre te sorprendía la aparición de un “patón” de grandes pinzas o de un cangrejo “colorado”, también llamado por los lugareños “trompeta”.  Había que tener cuidado con el tamaño de las piezas capturadas. Mínimo, ocho centímetros y si algún cangrejo no llegaba al tallaje había que devolverlo al río, aunque nuestro espíritu furtivo nos llevaba a guardarlo en un “talego” diferente que escondíamos entre ortigas, en prevención de que llegara el guarda y exigiera  revisar permisos y ejemplares obtenidos.

La mayor actividad llegaba al caer la tarde, momento en el que la adrenalina se disparaba. Bien porque el número de cangrejos en los reteles aumentaba o porque la visibilidad resultaba escasa y había que moverse y actuar casi por intuición. Ya de noche, sin más luz que la que la dinamo de la bicicleta generaba, volvíamos a casa. Los días de suerte, con unas docenas de cangrejos a cuestas. Los menos afortunados, con la placidez de haber disfrutado de una jornada maravillosa.

De aquellas experiencias han pasado muchos años. Además, estaba convencido de que los cangrejos de aquel río se habían extinguido tras la introducción de especies invasoras con el “cangrejo rojo de las marismas” o  el americano o “señal” que ahora coloniza todas las cuencas peninsulares.  “Ya no hay cangrejos autóctonos” -pensé justificando mi melancolía pesquera-.  Es cierto.  No los hay ni los ha habido nunca.  Acabo de enterarme que esos crustáceos que atrapaba en los reteles, esos que yo consideraba que eran  los “autóctonos”,  los “originarios” y los “auténticos” eran, en realidad cangrejos “italianos”. Ni más ni menos que italianos. Mamma mía! ¿Será por eso que combinaban tan bien con una buena salsa de tomate o pomodoro?.

Pues sí. He vivido en la ignorancia.

El cangrejo de agua dulce llegó a Castilla en el siglo XVI para satisfacer los deseos de Felipe II. El monarca había emprendido el ajardinamiento de los sitios reales y para poblar los estanques organizó una compleja importación de cangrejos de río y especies exóticas de peces, elementos exclusivos que nadie más tenía en la península.

En 1565 los estanques de la Casa de Campo y Aranjuez contaban ya con lucios y carpas traídas desde Baiona. Los cangrejos de río no llegaron hasta 1588, cuando el gran duque toscano envió un cargamento de varios toneles con crustáceos  a cargo de un hombre que sabía mantenerlos vivos durante meses. Así que el cangrejo “autóctono” era en realidad italiano -“Austropotamobius fulcisianus”-

A este animal le llevó tiempo dejar de ser una exclusividad real para mezclarse con el pueblo llano y ocupar media península. En el siglo XVII los había en Valladolid, a principios del XIX en diferentes lugares de la meseta norte y la cuenca del Ebro, llegó al Guadiana y a Andalucía antes de 1850 y a Cataluña ya en el siglo XX.

El régimen de Franco inició a finales de los años 40 del siglo pasado la promoción de la pesca deportiva, centrada en salmónidos, grandes depredadores introducidos (lucio y lubina negra), carpa y cangrejo de río. Se liberaron cangrejos en numerosos lugares, se fomentó y se reguló su pesca y se estableció un lucrativo mercado que provocó la llegada de otras variedades  llegadas de América. Y con ellas el cangrejo italiano-autóctono colapsó.

Hay que ver, nuestros más plácidos recuerdos sustentados en el engaño. Hasta los cangrejos eran impostores.

Quien parece tener las cosas claras y sin miedo  a la distopía es el portavoz parlamentario de EH Bildu, Pello Otxandiano. Sus declaraciones desprenden un grado notable de autosuficiencia y eso  le ofrece , a priori, credibilidad. Otra cosa es que luego, sus palabras se contrasten.   Él ha sido quien refiriéndose a los desafíos de futuro ha dicho que en tiempos de la Inteligencia Artificial  “no tiene mucho sentido que este país tenga tres haciendas, tanto desde el punto de vista de la eficiencia de la gestión pública como de la racionalidad de los recursos públicos”. 

Muy clarificadora su tesis “centralista” en relación al sistema institucional  existente en Euskadi.  Un modelo sobre el que la Izquierda Abertzale siempre había pasado de puntillas pero que, al parecer, ahora comienza a posicionarse. Por cierto, Otxandiano olvidó que en este país no hay tres haciendas sino cuatro. Y es que Navarra también tiene la suya propia.

 El ideólogo de SORTU, ahora portavoz de EH Bildu, criticó  las políticas económicas de la coalición gobernante en Euskadi, a la que acusó de “autocomplacencia”  desacreditándola  con el apelativo de “política placebo” y señaló con total desconocimiento  que “no puede ser que haya tres fiscalidades diferentes en un territorio de dos millones de personas" . Desconocimiento sí, porque  no es cierto  que en los territorios forales haya tres políticas fiscales distintas. Ni tampoco que la reforma en curso incida en las diferencias. Hay una única política tributaria en la Comunidad Autónoma Vasca. Una y armonizada.

Pero el discurso lo soporta todo. Como afirmar que la revisión fiscal aprobada entre el PNV y el PSE, insiste en “los errores” cometidos en 2008, tiene similitudes con el “modelo madrileño”, merma la recaudación y plantea “tapar los agujeros” de políticas públicas “fallidas”.

Estamos en lo de siempre. Que la realidad no estropee un bonito discurso y mucho menos un titular. Para EH Bildu el texto presentado por PNV y PSE no implica progresividad y merma la capacidad recaudatoria de las administraciones. Otxandiano vuelve a tener un lapsus, y es que la principal merma recaudatoria de la reforma presentada obedece a la protección de las rentas más bajas, a las que se les exime de tributar hasta los 19.000 euros de ingreso (esa medida supone el 80% del impacto económico). Lo que no dice Otxandiano  es que con solo dos de las medidas propuestas por su grupo para incorporar a esta revisión – la “monetización” de las deducciones por vivienda y descendientes y la traslación  de la tarifa general de Navarra al conjunto de los tres territorios de la CAV- el impacto negativo en la recaudación de la Comunidad Autónoma sería de 450 millones de euros. 450 millones menos de ingreso cotejados con datos reales, con contribuyentes afectados, con obligados tributarios con cara y ojos. No con estimaciones, ni con informes de coyuntura, estudios o conjeturas medias. Datos reales.

Otxandiano y EH Bildu podrán seguir imbuidos en su ensoñación, creyendo sus propias fantasías y vendiéndonos en cuento de la buena pipa. Quizá así su dopamina les haga más felices. Pero de esta manera seguirán demostrando que aún no están maduros para gobernar. Auténticos sí pero tan farsantes como siempre. 

1 comentario:

  1. "Autenticos si pero farsantes como siempre" ¿en qué quedamos? ¿Autenticos o farsantes?

    ResponderEliminar