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jueves, 31 de mayo de 2012

NIALL FERGUSON; “EUROPA; FEDERACIÓN O DESINTEGRACIÓN”

Acabo de leer una magnífica entrevista. La publicaba el diario “El País” el pasado 26 de mayo. Magnífica por el contenido, por la ideas en ella presentadas y por la lucidez de un personaje, Niall Ferguson , capaz de no dejar indiferente a nadie. Este profesor de Harvard, Oxford y Stanford no tiene pelos en la lengua y considera que el futuro de Europa está en manos de Alemania, cuyas clases dirigentes se miran el ombligo y no quieren pagar el precio por el euro, del que han sido los primeros beneficiarios. Según él, “si el proyecto europeo se hunde, caeríamos en el caos, la irrelevancia y a la decadencia más absoluta”.



Niall Ferguson




En su último libro, “Civilización. Occidente y el resto”, Ferguson asegura que “Occidente dominó el mundo con seis instrumentos: la competencia, la ciencia, el imperio de la ley, la medicina, la sociedad de consumo y la ética del trabajo”. Sin embargo, la actual coyuntura, sobre todo en Europa, le lleva a pensar que nos encontramos en plena decadencia del sistema.

A continuación, reproduzco una de las partes sustanciales del encuentro periodístico. La totalidad de la entrevista se encontrará en - http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/23/actualidad/1337784001_542589.html -

PREGUNTA. En su libro usted hace un diagnóstico bastante pesimista sobre el futuro de Occidente y, más concretamente, de Europa. Parece que padecemos todos los síntomas de la decadencia de las civilizaciones. Pero al final es optimista y apunta que todavía podamos revertir esta tendencia.

RESPUESTA. Sí, depende de nosotros. No podemos hacer que una civilización se perpetúe por siempre, pero como descubrió el Imperio Austrohúngaro, tal vez podemos decidir el momento de nuestra muerte. Europa tiene ahora una elección muy clara; la libertad de determinar cuándo, cómo y si vamos realmente hacia abajo. En mi libro apunto los seis elementos que nos permitieron dominar el mundo durante siglos, de los que el resto del mundo carecía: la competencia entre los países y dentro de los países, la revolución científica, el imperio de la ley y el gobierno representativo, la medicina moderna, la sociedad de consumo y la ética del trabajo.

 Ahora, el resto del mundo los está copiando con éxito y nosotros damos muchas cosas por hechas; esencialmente nos preocupamos por las que no importan. Solo tenemos que trabajar duro para mejorar, para ser más competitivos, para mejorar la educación científica de modo que nuestros hijos estén mejor preparados. No es el destino, el destino no existe; hay sistemas complejos que crean los seres humanos que tienen una tendencia a desintegrarse, pero está en nuestras manos mantener nuestra civilización en funcionamiento.

P. ¿Tenemos las herramientas? El pasado martes había una huelga en la educación para protestar por los recortes. ¿No es precisamente una mejor educación lo que necesitamos? Usted cita las razones fiscales como uno de los elementos determinantes de las caídas del Imperio Romano, de la Dinastía Ming o del Imperio Otomano.

R. Como toda civilización que tiene problemas, tendemos a acumular deuda. ¿Por qué? Porque la actual generación quiere vivir a expensas de las generaciones futuras y mantener intacto su alto nivel de vida. La deuda es el síntoma de que se quiebra lo que Edmund Burke llamó el contrato social entre generaciones, y lo irónico de esos jóvenes que se manifiestan contra la reforma fiscal es que ellos son los que más desesperadamente necesitan que el Gobierno español deje de tomar prestado el 9% del PIB cada año, porque serán los que acabarán pagándolo.

La crisis fiscal es un síntoma de algo profundamente equivocado en nuestras sociedades. No podemos evitar tener que cortar los excesos del Estado de bienestar: la edad de jubilación tiene que aumentar, el mercado laboral tiene que ser mucho más competitivo. No hay otra elección. Pero cuando miro a la situación en España y alrededores veo que Europa tiene ahora una elección clara: dar el paso a convertirse en una federación, unos Estados Unidos de Europa o como quiera llamarlo. Esto mejoraría sustancialmente las posibilidades de España, de Portugal, de Francia y de Italia, incluso de Grecia, porque crearía lo que ha faltado hasta ahora, la contrapartida fiscal de la Unión. Si existiera una Europa federal, los recursos alemanes estarían disponibles para algo más que aumentar el consumo en Alemania o el ahorro. Esta opción existe. Hay otra opción: la desintegración de Europa, que puede suceder muy rápidamente. Una de las claves de estos sistemas complejos que creamos los hombres es que pueden existir en un aparente equilibrio durante un tiempo y desmoronarse con gran rapidez. Lo hemos visto con la Unión Soviética. La Unión Europea puede fácilmente desintegrarse si no tomamos las decisiones correctas en las próximas semanas o meses.”

viernes, 9 de diciembre de 2011

“PODEMOS SOÑAR SI PERMANECEMOS DESPIERTOS”

Entre tanta noticia económica negativa, el EUSTAT alumbraba los pasados días un informe según el cual las exportaciones de la Comunidad Autónoma Vasca habían alcanzado en el último trimestre el nivel anterior a la actual crisis, situando nuestro superávit comercial en el punto más alto de la última década.

Exportar no lo es todo para una economía netamente industrial como la nuestra, pero el éxito de los productos vascos en exterior, básicamente en las sociedades emergentes, debe hacernos reflexionar sobra la oportunidad que a este país se le abre de cara a posicionarse en el nuevo escenario europeo que comienza a dibujarse. Un panorama en el que las economías centrales van a arrancar con un nuevo modelo embrionario de una nueva Europa. Quizá el germen de unos Estados Unidos de Europa, una opción que ya barruntan en sus análisis pensadores como Jürgen Habermas o el ex jefe de la diplomacia germana y cerebro del movimiento Verde, Joschka Fischer. (Der Spiegel 29-XI-2011).https://docs.google.com/document/d/1kp5vudlPTFfSuKHptYHMpBmCKwBUL3vXuuuRmWFd03k/edit?hl=en_US

Sí, la crisis azota nuestro bienestar, pero nos abre una oportunidad inédita a los vascos. La posición económica de nuestro país se encuentra a medio camino entre los países centrales tractores de la Eurozona y los periféricos que penosamente se dejan arrastrar por aquellos.

La salud de nuestra estructura financiera y su compromiso real con nuestro entorno, el moderado nivel de endeudamiento público-privado , el reforzamiento de las exportaciones –básicamente a países emergentes- y una decidida actividad pública en el impulso de la innovación y de la inversión tecnológica orientada, deben ser las fortalezas sobre las que se impulse una nueva Euskadi, Nación en Europa.

En los tiempos que corren, la competitividad de una sociedad, la capacidad de su entramado productivo de ganar nuevos mercados y, con ese ímpetu, el afán de sus instituciones por generar bienestar y calidad de vida a la ciudadanía, serán de mucha más ayuda en la consolidación y afianzamiento de un proyecto nacional como el vasco, que la pura reivindicación política o la exhibición de la expresión identitaria. Todo debe conjugarse en un ejercicio de nacionalismo útil. Raíces para poder identificar qué y quienes somos. Voluntad de vivir por nosotros mismos, por propia decisión. Y eficacia en la gestión para aprovechar al máximo nuestras capacidades. Pequeños pero bien gobernados. Con vocación de pervivencia. Con el objetivo de ser, cada día, menos dependientes y, por lo tanto, más independientes.

La globalización, tan demonizada por algunos, es, para nosotros, una oportunidad, no una fatalidad. Los mejores momentos de nuestra historia han ido unidos a la apertura al mundo. El Consulado de Bilbao, nuestra temprana relación con Los Países Bajos transportando por mar la lana de la Mesta castellana; el inicio de una flota mercante que permaneció por los siglos; la colonización de América, la Compañía Guipuzcoana de Caracas, marinos, clérigos, guerreros, administradores e investigadores que favorecieron el progreso. La identificación de lo vasco en el mundo y la Ilustración en nuestro propio País; La Revolución Industrial en Inglaterra, el desarrollo de una minería, siderurgia y sector naval. Tres Globalizaciones que supusieron para nuestro país oportunidades de desarrollo y progreso. Ventanas de oportunidad abiertas al mundo. La cuarta Globalización, la presente, es la de la Sociedad del Conocimiento. Saber algo que el competidor ignora o no lo puede hacer con la excelencia y economía que nosotros poseemos. El valor del conocimiento agregado es un intangible de mayor peso que el puro negocio. Un valor que deberemos acrecentar con una apuesta decidida por la Investigación, por la Tecnología, por la Innovación. Por la Educación, por la Universidad, por la formación profesional, el dominio plurilingüístico.

¿Alguien pedía retos y desafíos para los próximos años?.


El concepto de “abertzale” hoy no reside ya en la épica. Ni en la manifestación vehemente de una voluntad defensiva de la Nación Vasca. El “abertzalismo” del nuevo tiempo tiene más que ver con el “para qué” que con las preguntas que siempre se ha hecho (¿a dónde?, ¿por donde?, ¿cómo?,¿cuando? y ¿con qué medios?.)

Un pueblo que se manifiesta interesado en garantizar su supervivencia debe permanecer en vigilia en los tiempos de grandes cambios mundiales. Y éste es un momento de tener los ojos bien abiertos pues se avecinan acontecimientos extraordinarios que pueden cambiarnos la vida. De nuestra pujanza, de nuestra destreza e inteligencia dependerá, en buena parte, el porvenir de Euskadi, Nación Europea. Economía, tecnología, internacionalización, competitividad, innovación, empleo...para hacer crecer Euskadi.

Hace cuatro años, en su discurso de investidura como nuevo presidente del PNV, Iñigo Urkullu, señaló que “podemos soñar si permanecemos despiertos”. Soñemos pues, pero con los ojos bien abiertos.