Dani es
uno de esos peones de la infantería social del país de los que se hace
imprescindible su presencia en una organización política. Ha ocupado puestos de responsabilidad en la agrupación en la que milita pero
estos cargos nunca han hecho justicia a
la relevancia de su actividad, ni de su encomiable entrega.
Dani,
como muchos y muchas, no buscan en su
meritoria labor más recompensa que aquella que satisfaga el bien común y el
acierto o éxito del grupo del que forma
parte. Un quehacer en el que, además de su huella personal,
siempre pretende recoger
testimonio, capturando imágenes en cuantos eventos participe a modo de registro fotográfico de la singladura política y colectiva en la
que se mueve.
Tiene
una vitalidad envidiable. Tan pronto mete
horas en la mecánica electoral como se calza un delantal para, junto a los
voluntarios de las marmitas, preparar
una sopa de ajo o un bacalao a la vizcaína
para una cena de hermandad conmemorativa de la festividad de San Andrés.
Su
dinamismo, a pesar de que los años no perdonan, es digno de resaltarse, pero
aún más apreciable que su
presteza física es su energía mental. Lúcido y reflexivo, atesora una
experiencia vital curtida en una crónica
laboral intensa y en unas firmes convicciones morales y éticas. Todo ello,
junto a una cuidada formación, le han cincelado un perfil digamos que
“socialcristiano”, comprometido con la justicia social y con la doctrina más progresista del culto católico en el que
mantiene firmes convicciones. Sí, es de los que irónicamente suelo denominar un
“comecirios”, apelativo que a él le chirría pero que interpreta benévolamente con una sonrisa. El gesto le
cambia cuando habla de la política española y de la cantidad de falsedades que
alegremente dicen sus correspondientes
líderes.
“No hay derecho. Cuando uno miente intencionadamente –señala- , la
mentira se convierte en calumnia y como tal
debe ser perseguible jurídicamente. ¿Por qué no presentamos una querella
contra Casado por sus calumnias?. Si ve
que actuamos con rotundidad se tentará
más la ropa cuando vuelva a hablar de Euskadi”.
Comparto
el cabreo que provocan muchas de las
cosas que pronuncian determinados dirigentes del Estado. Se ha perdido el sentido de la acción
política, la búsqueda del bien común, adulterándolo con la confrontación, el
descrédito y la ofensa. La persuasión de
opiniones se fragua no por el convencimiento, por las explicaciones
clarificadoras sino por la rotundidad de las críticas, el titular corto
o la consigna. Y en esa comunicación se
camuflan mentiras, falsedades o “fake news” que repetidas como un mantra quedan
ahí como arietes lacerantes que pretenden ofender, herir o derribar al
adversario. Son las consecuencias de una
política líquida, evanescente , en la que los valores han desaparecido en
detrimento del resultadismo. Y
querellarse no es la solución. Entre otras razones porque la judicialización de la política nos conduce a callejones sin salida como el
que lamentablemente contemplamos con los
juzgados y condenados injustamente por
el “procés”. Y , además, porque en muchos casos, los administradores del poder judicial, so
pretexto de amparo a la libertad de expresión, han rechazado cualquier
procedimiento
Pero el
estado de ánimo de Dani, por lo general positivo y optimista, se
entristece cuando hace referencia a uno
de los problemas que una parte de “nuestra”
clase política evidencia; la falta de
paciencia vinculada con la reivindicación permanente. Es un mal que viene de lejos y que se conjuga con las formaciones que difícilmente
tendrán responsabilidades de gestión. Y, que, bajo esa premisa, se permiten reclamar
el oro y el moro sin que en sus demandas haya el más mínimo ejercicio de
arrimar el hombro. Para ellos Dani encontró un dicho andaluz que conoció
durante su azarosa vida profesional. “Son los que ‘en diciendo melón, tajada en
mano’ ”.
Los que
son incapaces de darse cuenta de que para disfrutar de una fruta bien madura
hay que , inicialmente, tratar la tierra, depositar las semillas, regar la
planta y esperar pacientemente a que llegue a su plenitud y momento óptimo para
ser degustado.
El símil,
le viene como anillo al dedo a la “izquierda patriótica “ de este país. Es como la cofradía del “hayque”. “ Hay que
hacer esto o hay que hacer lo otro” . Pero nunca se remanga para poder llevarlo
a cabo. Y, además recrimina a los demás
por sus supuestas incongruencias o contradicciones. Ellos jamás son
responsables de nada y algo tan marxista
como la autocrítica , no existe. Ellos
jamás retroceden. Cuando van a darse de bruces contra una pared , dan la vuelta
y siguen adelante. Pero eso sí, “tajada
en mano”.
Hace
cuarenta años tuvieron la oportunidad de sumarse a la Euskadi del autogobierno, con el
Estatuto de Gernika – que ellos llamaron de la Moncloa-. Se quedaron fuera d
aquel consenso que ha permitido construir , con sus luces y sus sombras, la
Euskadi que disfrutamos. Pero no sólo se
quedaron fuera sino que combatieron ardorosamente esta propuesta jurídico-político.
Han
tenido que pasar cuarenta años para que públicamente, y como reproche a otros –por
los incumplimientos por ejemplo- hayan
puesto en valor del marco estatutario. Cuarenta
años tarde descubrieron la política en el Estado. Cuarenta años tarde, reconocieron
el Estatuo de Gernika. Siempre fuera de lugar. Siempre extemporáneos.
Ahora
que ha llegado la hora de dar un nuevo paso adelante en la construcción del
país – un paso adelante, no “el paso definitivo”- han vuelto a revelarse refractarios
a alcanzar un acuerdo de amplia base que dé la oportunidad a toda una
nueva generación de vascos y vascas a prolongar su autogobierno desde la
convivencia y el bienestar colectivo.
El
desmarque de EH Bildu del texto jurídico presentado a la ponencia de
autogobierno demuestra , una vez más, que
la izquierda patriótica sólo
conoce la estrategia del “todo o nada” , del “conmigo o contra mí” y en esa
posición conseguirán lo que siempre ha
demostrado su balance político; la nada.
No voy
a entrar en las razones esgrimidas que han
servido como argumento para desbaratar un consenso en este momento. Creo
que aún hay tiempo para tejer , aunque fuera con hilvanes, una propuesta válida, con visos de legalidad, que poder
aprobar mayoritariamente. Solo recordar, cuando se cargan las tintas
ahora de supuestos incumplimientos de mandatos, que ya el mes de julio pasado
EH Bildu amenazó con salirse del
procedimiento establecido en la ponencia
parlamentaria para presentar unilateralmente su propio texto. Amenaza que
cumplió, aunque la literalidad del escrito no se haya visto hasta este momento.
Otro
tanto ha ocurrido con la “negociación” presupuestaria. Mucha reivindicación,
mucha exigencia, mucho compromiso, pero a la hora de la verdad , “caca de vaca”.
Nos tienen acostumbrados a esa dinámica que acaba en frustración, porque en su
fuero interno, eso de hacer nación día a día es una falacia que esgrimen los
del PNV para esconder su falta de
compromiso con el país y con la soberanía. Ellos prefieren seguir viviendo en
la distopía que han creado. En la
ruptura democrática que contamina todo lo que toca. Hasta el movimiento de los
pensionistas lo van a terminar por romper por burda manipulación.
Mientras
tanto, y quizá a pesar de ellos, el país sigue adelante. Con paso firme. Con
buenas noticias como la reducción del desempleo o la estabilidad política con
el pre acuerdo presupuestario con Elkarrekin Podemos.
Dani
puede estar tranquilo porque , a pesar de unos y otros, Euskadi sigue adelante.
Pasito a pasito. Metro a metro. Para que
podamos tener “tajada en mano”.
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