sábado, 12 de diciembre de 2020

MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

 Decía Andoni Ortuzar el pasado jueves ante la Asamblea Nacional del PNV que, a pesar de ser esta la tercera ocasión  en la que  era elegido presidente del Euzkadi Buru Batzar,  “sentía  mariposas en el estómago” y que  le “temblaban las piernas” como la primera vez que la militancia nacionalista le designara para encabezar  la ejecutiva del primer partido del país.  Quienes le acompañamos en este viaje y hemos obtenido igualmente la confianza de la militancia para iniciar un nuevo  mandato en la primera línea del nacionalismo vasco, sabemos de qué hablaba Andoni. 

Contar con el apoyo de miles de hombres y mujeres para representar sus inquietudes en la defensa de una Euskadi libre y próspera, genera una sensación inenarrable de emoción, responsabilidad, compromiso y de humildad. Porque aunque sea ya la tercera vez que esto suceda, el aliento y el respaldo depositado -y creo hablar en nombre de todo el equipo nombrado por las bases de EAJ-PNV- conmueve a cualquiera. Y  mucho más a quienes  hemos vivido desde siempre en una cultura de partido  dirigida al servicio a Euskadi. 

Pertenezco a una generación de militantes que crecimos al regazo de una organización y unas siglas que nos han acompañado en todo momento.  Llegamos al batzoki  con pantalones cortos. Salimos a la calle juntos, defendiendo  nuestras ideas  a pecho descubierto.  Y nos enfrentamos  a  aquellos “salvapatrias” que nos denostaban como “traidores burgueses” en un clima de efervescencia social en el que  creían que el PNV, aquel “partido de viejos”, sería derrotado por la progresía revolucionaria vociferante. Curtimos nuestra experiencia allí. A veces a “hostias”.  Algunas físicas  y muchas verbales. En la política del enfrentamiento. Del aguante. De los principios. 

Las circunstancias nos forjaron. Y nos unieron. Unos cuantos “jóvenes”  de aquellos continuamos  hoy, al filo de ser sexagenarios. Al filo del pase a la reserva.   

Somos, probablemente,  uno de los últimos exponentes que  sentimos  el activismo político como un factor consustancial a nuestra vida diaria. Y esto es así  porque, probablemente, en aquella juventud, al igual que en la aldea gala de  los comics, tuvimos la fortuna  de caer en la marmita donde se preparaba  la poción mágica jeltzale. 

Nuestra  temprana militancia adolescente  nos dio la oportunidad de compartir  vivencias, aunque fuera brevemente, con la generación heroica de la resistencia. Y  aprendimos  de nuestros mayores a fortalecer este partido. Somos herederos de Ajuriagerra, Uzturre, Arzalluz y de tantos otros no siempre conocidos, que  hicieron de esta organización,  el corazón político de Euskadi. Por eso nos conmueve ocupar hoy el espacio que ellos y ellas dejaron y que, por voluntad de nuestra gente ahora representamos. 

El Partido Nacionalista Vasco surgió como una herramienta al servicio de la liberación nacional de Euskadi.  Quienes lo personificamos, somos conscientes  de que nuestras decisiones, libres de ataduras personales, grupales o de clase,  deben encaminarse a conseguir lo que mejor resulte para este país y sus gentes. Siempre fue así  y así lo aprendimos.

La toma de decisiones no siempre resulta   fácil ni sencilla. Además, como humanos, en ocasiones,  fallamos. Pero como dirigentes de un partido político es nuestra obligación optar  y decidir. Buscando siempre el  bienestar colectivo, el mejor porvenir para Euskadi  pues ese es el objetivo que nos guía. Confiamos acertar en nuestras posiciones venideras. Como lo hicieron las generaciones anteriores, atendiendo en todo momento a las necesidades básicas de nuestro pueblo. Con inteligencia, con perspectiva y también con transparencia.

Ser burukide no es una “bicoca”, ni un “privilegio” entendido éste como una “ventaja” personal. Es, ante todo, un compromiso, un deber  de responsabilidad. Y, al mismo tiempo, un gran honor.  El orgullo de formar parte de la vanguardia de un movimiento humano con 125 años de vida que ha demostrado en todo tiempo, en los buenos y en los malos momentos, dignidad, humanidad y sacrificio por la causa del Pueblo Vasco. 

En nuestros mandatos  hemos tenido la fortuna, de ver desaparecer a ETA. Hemos  conocido la “razón de Estado” y confluencia de antagonistas  para desalojarnos de Ajuria Enea. Hemos vivido con ímpetu,  con el apoyo  permanente de la ciudadanía, el retorno al Gobierno vasco, a todas las diputaciones forales, a los ayuntamientos. Hemos sentido consternados la transformación de la acción política en el Estado en un indigno lodazal  destructivo. Hemos  contenido la respiración ante un proceso soberanista en Catalunya que todos queríamos que fuese bien pero que, lamentablemente, no alcanzaba su objetivo y se torcía  por múltiples factores.   Hemos participado en la caída de un gobierno en España. Hemos ayudado a  construir otro.  Nos han ganado dos elecciones los “indignados” de la “nueva política”. Pero nuestra fuerza siempre ha estado ahí y  con el impulso de la gente, volvimos a liderar el país. Con más fuerza si cabe. Hemos conocido la mayor representación institucional  de nuestro partido desde la salida de la clandestinidad. Hemos visto los avances del nacionalismo en Nafarroa. Y  en Ipar-Euskadi  la constitución de un organismo común que englobe a todos los vascos continentales.   

Los últimos ocho, han sido años trepidantes. Relevantes. Apasionantes. Repletos de vivencias, de preocupaciones, de momentos irrepetibles. De “mariposas en el estómago” y, también de nudos en la garganta. 

Después de este tiempo  de presencia en el Euzkadi Buru Batzar, uno podía pensar que ya había llegado el tiempo de ceder el lugar en la cadena para que nuevos eslabones fortalecieran el engranaje. Siempre creí –creímos- en la necesidad de fomentar  el relevo generacional en los cuadros  humanos de nuestra organización. Somos, sin duda alguna, el partido que más  hombres y mujeres dedica a la “cosa pública”, bien en el ámbito institucional o en el puramente interno. 

La coyuntura, además, acompañaba  a la posibilidad de un relevo natural que regenerara la estructura interna. La fortaleza institucional, la serenidad de puertas adentro, la unidad y la existencia de un “banquillo” prometedor, eran factores que  alimentaban un “cambio tranquilo” en la estructura de Sabin Etxea. Pero no siempre  acontece  lo que uno planifica y  desea. La excepcionalidad del crítico momento provocado por la pandemia y la falta de certidumbres en el futuro inmediato  han llevado a la masa social nacionalista a aplazar  ese necesario relevo para un tiempo más despejado. Ineludible y próximo.        

Así,  la nueva designación por parte de la militancia ha prolongado- en mi caso y en otros-  el plazo del mandato en cuatro años más. Un nuevo curso en el que procurar encontrar  los mejores caminos para que la sociedad vasca transite en la búsqueda de su felicidad. Porque un partido como el PNV, debe tener como función  utilitarista, abrir cauces, avenidas y veredas por los que la gente de Euskadi avance. Para que superemos la adversidad de una pandemia  y con el compromiso individual y colectivo garanticemos la salud de todos. Para que recuperemos el tiempo perdido  por la crisis  global  arrastrada por  la enfermedad.  Para que volvamos a avanzar como país, como sociedad y Euskadi  sea reconocida y pueda expresar, libremente su voluntad de cara al futuro. 

Se presentan cuatro años  en los que no habrá tiempos muertos y en los que la pluralidad política  en Euskadi, una vez desaparecida la violencia, acercará nuevas alianzas  cuya expectativa pase por desalojar al PNV del poder. Porque para algunos, derrotar al PNV y no construir un país, se ha convertido en lo único importante. Lo único que les mueve.

Y también cuatro años en los que el PNV deberá volver a  regenerarse preparando nuevos protagonistas capaces de asumir el relevo de quienes ahora ocupamos la primera línea de la estructura. Con nuevos liderazgos  internos y externos que hagan posible  una igualdad entre mujeres y hombres más ajustada a la realidad.  Nuevos actores y actrices  para un partido  que deberá revalidar su liderazgo  permanentemente, teniendo clara su vocación de instrumento  al servicio de la ciudadanía.  Mudanza para un cambio de ciclo  que garantice la “sostenibilidad” del proyecto, porque “las personas pasan pero el Partido permanece”.

Cuando el pasado jueves, el presidente de la Asamblea Nacional  certificó  el nombramiento de los burukides del Euzkadi Buru Batzar  las mariposas del estómago  cogieron vuelo.  Y de su aleteo surgió este emocionado escrito. Eskerrik asko bihotzez.


   


1 comentario:

  1. De acuerdo con la necesidad de asegurar la sostenibilidad del proyecto del Partido que permanece con el relevo de las personas pero también estar atentos a las demandas de los nuevos tiempos, a nuevas formas de participación apoyadas en nuevas tecnologías y en una nueva forma de entender la vida más activa, más participativa, más en red y menos jerárquica, más de contenidos,de escucha, debate y reflexión y menos de postureo, frases hechas y gestos burocráticos. Lo mismo que se buscan nuevos paradigmas de gobernanza para las instituciones públicas el Partido debe incorporarse a las corrientes de acción, opinión y metodología que la gente joven está demandando para avanzar al futuro en las calles y en todos los foros y evitar el anquilosamiento y la endogamia personal e ideológica. Besarkada bat JELpean.
    Iñaki Olabe Aranguren Errekaldetik

    ResponderEliminar