sábado, 20 de marzo de 2021

JUEGO DE TRONAOS

El botijo hispánico sigue zozobrando  en medio de la tormenta. Su diseño ergonómico le previene del ahogamiento pero la porosidad de los materiales  de los que está fabricado le hace vulnerable a la filtración de líquidos. El botijo salta, gira, se hunde,  impulsado por la agitación alocada del oleaje causada por una actividad política  sin más fundamento que la pelea efectista, la derrota del adversario y el tacticismo.


Si la semana pasada  era la moción de censura  de Murcia, la convocatoria anticipada de elecciones en Madrid y la implosión  de Ciudadanos como premonición de su  desintegración, durante los últimos días, los “movimientos tectónicos”  en la política hispánica  han continuado con más sobresaltos que en un episodio del teleshow “la isla de las tentaciones”.


El intento por desalojar al PP de la presidencia de Murcia acababa en “agua de borrajas”  por la rápida reacción de  los seguidores de Teodoro García Egea al incorporar a su gobierno a tres  diputados de Ciudadanos que previamente habían firmado la moción de censura. El “fichaje” de voluntades  desbarató  la operación  urdida por los “aparateros” socialistas  que habían pretendido  sacudir a los de Casado ofreciendo a los “naranjas”  una vía de poder que los alejara definitivamente de la “foto de Colón”.


Pero los maquinadores del PSOE no habían caído -¡que ingenuidad!- que sus artimañas tendrían un efecto inmediato en Madrid y que los todavía vecinos de Génova 13  no se iban a quedar con los brazos cruzados  ante la “guerrilla” abierta  en tierra pimentonera.


Aitor Esteban ha calificado perfectamente  la situación;  esto no es política, todo se reduce "a jugar al estratego", y en ese entretenimiento  hay mucho aficionado que se aburre si no se mueven las fichas. Puras maniobras  por interés personal o partidista.


En ese marco cabe centrar el siguiente tirabuzón botijero.  Para que no faltara condimento alguno a la ensalada  de frivolidad, Pablo Iglesias anunciaba el lunes por sorpresa su abandono del gobierno para presentarse como candidato, supuestamente de unidad, de una candidatura de izquierdas que hiciera frente a los conservadores  en Madrid.


El druida de Moncloa que decía tener controlados los movimientos de Iglesias  como si de una partida de ajedrez se tratara, se quedó sin tablero ni juego. Iglesias no jugaba al ajedrez sino que practicaba  karate, y de una patada derribó las fichas volviendo  a ganar  la partida al “spin doctor” de Sánchez.  


Cabe pensar que  el abandono de  la vicepresidencia –un estatus por el que había luchado ardorosamente- para lanzarse al ruedo  de los comicios “autonómicos” tenía un punto “épico” que a nadie se le escapaba. Sobre todo cuando las perspectivas para Podemos  no resultaban para nada halagüeñas , al sospecharse que quizá no llegaría a superar la cifra del 5% de los votos, quedando como fuerza extraparlamentaria.

 

Iglesias ha hecho de si mismo una marca, un símbolo  que cuida hasta el más mínimo detalle. Su nuevo porte, en el que  destaca su imagen de samurái urbano, es reflejo de una poderosa personalidad sin la cual su partido comienza a no ser nada.


Es difícil conocer las razones últimas que han provocado  su decisión. Según unos, Iglesias  sabía que su salida  del gobierno, vía crisis de coalición, estaba próxima, adelantándose a los acontecimientos. Para otros, el “pantócrator” de Podemos no se sentía cómodo en su “jaula de oro”. Su carácter de “activista”  le “empujaba” a salir y a batirse el cobre  fuera del consejo de ministros. Y la tentación de convertirse en el “alter ego” de Ayuso en Madrid como cabeza de una alternativa de izquierdas,  le excitaba especialmente. 


Todo ello, además, contaba con un elemento añadido. Su interacción  echaría por tierra  cualquier pretensión de Iñigo Errejón por consolidar su espacio en el mapa electoral. Pero el “eclipse” se desvaneció rápidamente. Mónica García, candidata de “Más Madrid”, zanjó en seco las pretensiones de Iglesias de liderar una oferta unitaria en la próxima Asamblea madrileña.


"Madrid –dijo García-  no es una serie de Netflix. Las mujeres sabemos frenar a la ultraderecha sin que nadie nos tutele y no podemos sumar a la frivolidad de Ayuso más espectáculo y más testosterona. Las mujeres –concluyó su “zasca” particular a Iglesias la calificada de “némesis de Ayuso”-  estamos cansadas de  hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos".

La negativa a compartir listas y la dura respuesta de  la opción impulsada por Errejón y Carmena, tampoco era esperada por los “pablistas”. Otra ingenuidad más que da la talla del momento de frivolidad que vivimos.  Y es que, lo quiera reconocer o no,  la experiencia convivencial  protagonizada por Pablo Iglesias, es decir, convertir en cadáveres a los compañeros de viaje,  le va a pasar factura al líder de los “morados”. Su “caudillaje”  provoca rechazos y odios irreconciliables. 


Lo demuestran reacciones como la ya mencionada de Mónica García, o el tuit escrito con las vísceras por Teresa Rodríguez quien fuera cabeza de lista de los morados en Andalucía y posteriormente expulsada  de dicha organización por la larga sombra de Pablo Iglesias. “Iglesias –decía  el mensaje de la líder anticapitalista- provocó en 2019 una repetición electoral sólo para ser Vicepresidente. Así le dio a Vox, a sabiendas, la oportunidad de ser tercera fuerza política en España. Ahora se va porque se aburre y para su vendetta personal con Errejón. La política con minúsculas: la casquería”.


Está claro  que los “enemigos íntimos”  de Pablo Iglesias  le profesan un “cariño” muy especial. De ahí  que su núcleo de confianza  resulte cada día más reducido. En él, el ya candidato de Podemos  a la Comunidad de Madrid, ha destacado un nombre.  Un “dedazo”, en el mejor estilo aznarista de caudillo cooptador .


Pablo, el líder de la nueva política, el látigo de la “casta”  podía haber puesto música a su decisión. Como la “trova cubana” y  cantar aquello de “¡Yolanda, Yolanda! ¡Eternamente Yolanda!”


Sí. Para sorpresa de todos,  Iglesias  anunció que su sucesión en el consejo de ministros –antes de que Sánchez dijera nada- sería Yolanda Díaz. La ministra de trabajo  recogería su vicepresidenta y también su bendición para que  encabezara Podemos en las próximas elecciones españolas. Sin primarias, ni secundarias. Por la vía directa.  Díaz, militante del Partido Comunista de España –no de Podemos-  se convertiría, por designación del “macho alfa” en la nueva  líder de los morados.  ¿Oficial o real?.


La salida de Iglesias del gobierno español deja aún muchas incógnitas no resueltas, lo que provocará nuevos volatines  en la dinámica política española. ¿Resucitará Podemos en Madrid? ¿Concluirá su  fugaz carrera política Pablo Iglesias como parlamentario autonómico? ¿Renunciará a su escaño en el Congreso? ¿Permitirá a Yolanda Díaz libertad de movimientos? ¿Interferirá en su liderazgo?


Tal vez ahora Sánchez pueda dormir mejor en la Moncloa.  El abandono de Iglesias  de su gabinete  puede generar un mayor nivel  de tranquilidad a su ejecutivo. Pero la quietud  que se vislumbra  es solamente aparente ya que el ambiente electoral  y las crisis internas en diversas formaciones políticas  siguen sacudiendo el oleaje de la acción política española como una ciclogénesis explosiva.  La inestabilidad creciente que soportamos y el terreno enfangado  que rodea, plagado de minas y de sorpresas,  la actividad política, garantizan nuevos sobresaltos en un clima de frivolidad insoportable. Un panorama  que no tiene visos de cesar  a corto plazo, al menos hasta que las urnas  hablen  en Madrid. Mientras tanto, me temo,  nos tocará soportar  una nueva temporada de “juego de tronaos”.


Cuando  prestigiosos virólogos, como el alemán Christian Drosten, anticipan la llegada de una cuarta ola de la pandemia que será “drásticamente más difícil”; cuando las nuevas cepas del virus se propagan más rápidamente por toda Europa y la distribución de vacunas se estanca; cuando la recuperación económica  no termina de arrancar y los cronogramas de  revitalización industrial se fían a más largo plazo; mientras que  la fatiga social, junto a la incertidumbre es lo único que crece; ¿Dónde está la política con mayúsculas? ¿Dónde la búsqueda del bien común? ¿Dónde está el consenso necesario para acometer  los verdaderos problemas que aquejan a la gente?


Ojalá el encierro geográfico  perimetral de Euskadi nos permitiera, también, aislarnos  de tanta insensatez e irresponsabilidad.  Sería lo mejor que nos podrá pasar.

 

1 comentario:

  1. La única cobardía es la de quienes anónimamente hacen comentarios sin dar la cara. Así cualquier “valiente” como tú puede pontificar sin vergüenza. Ni rigor. Ni seriedad. Por eso paso de comentarios de enmascarados “tronperris” (sin “m” de mamarratxo)

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