sábado, 6 de marzo de 2021

NEANDERTALES; TAN LEJOS Y TAN CERCA

Hace unos días abrí  la edición digital de un medio de comunicación y me sorprendió un titular  destacado con gran despliegue en la portada; “los neandertales hablaban igual que nosotros”. “Noticias frescas. Se venden helados”.

 Yo creía que tal hecho resultaba evidente, a tenor de la percepción generalizada  de casos conocidos de  neandertales poco evolucionados que en nuestros días  vemos por las calles. Y con más razón si cabe  al comprobar que la noticia  en cuestión iba acompañada de una foto de la actriz Victoria Abril. Pero no. Para mi sorpresa eran dos noticias diferentes y no la constatación de la evidencia.

 Una de las  reseñas  hacía mención  a estudios paleontológicos  y la otra era una crónica del papanatismo humano, una característica  más primitiva aún que la desaparición de los últimos homínidos  y muy anterior a  la irrupción del homo sapiens.

Pues bien, un equipo internacional de investigadores ha publicado en la revista 'Nature Ecology and Evolution' un estudio que concluye que los neandertales tenían las mismas capacidades auditivas relacionadas con el lenguaje que nuestra especie, lo que supone la primera prueba paleontológica sólida de que poseían un sistema de comunicación tan complejo y eficiente como el habla humana moderna.

Para llegar a esta conclusión, estudiaron cinco ejemplares de neandertales de yacimientos de Croacia (datados hace 120.000 años), Francia e Israel (alrededor de 60.000 años) y otros nueve individuos más antiguos (unos 450.000 años) procedentes de la “sima de los huesos”, en Atapuerca (Burgos). 


Los expertos consiguieron recrear un modelo tridimensional de las cavidades del oído externo y medio de los neandertales y en él aplicaron un sistema biofísico utilizado en las técnicas de las telecomunicaciones para calcular los parámetros auditivos de los individuos en cuestión. El resultado fue que los neandertales escuchaban exactamente en el mismo rango de frecuencias –ancho de banda- que nosotros. El ancho de banda está íntimamente relacionado con la existencia de una comunicación oral compleja.

Esta nueva evidencia científica, la capacidad del habla,  vuelve a echar por tierra la imagen primitiva, hosca, ruda y retrasada que se había creado en torno a esta especie, pues los neandertales tuvieron comportamientos humanos muy complejos tales como el cuidado de los enfermos, el enterramiento de los muertos, la utilización de adornos, la creación de arte rupestre y, no lo olvidemos, de algo tan importante como que  les gustaba alimentarse  con marisco. Homínidos sí pero tontos no. 

Úrsula von der Leyen  y el resto de dirigentes de la Unión Europea  se juegan su prestigio con el proceso de vacunación  contra el COVID 19.  Según cifras de Our World in Data, al 26 de febrero Europa había administrado solo 6,8 dosis de vacunas por cada 100 personas. En contraste, el Reino Unido había administrado 29 por cada 100 personas y Estados Unidos, 20,6.

Estos datos, que demuestran un considerable retraso en la estrategia de inmunización  en el viejo continente, se producen a pesar de que la Unión Europea había cerrado acuerdos el año pasado con seis fabricantes de vacunas —BioNTech/Pfizer, Moderna, AstraZeneca, CureVac, Johnson & Johnson y Sanofi-GSK—, asegurando la adquisición de más de 2.000 millones de dosis, cantidad suficiente para ser aplicadas  en los 450 millones de habitantes de los 27 países miembros.

Sin embargo  pese a que los contratos  de la Unión Europea con las corporaciones farmacéuticas fueron  rápidos y ambiciosos,  las cláusulas –confidenciales- de suministros  y acopio de dosis  no tuvieron el cumplimiento debido y deseado. La propia presidenta de la Comisión Europea ha reconocido que la UE "llegó tarde" a la hora de autorizar el uso de ciertas vacunas y que “éramos demasiado optimistas en lo que respecta a la producción masiva y quizás demasiado confiados en que lo que pedimos se entregaría a tiempo".

A esto hay que añadir los “problemas logísticos” esgrimidos por las empresas farmacéuticas  en la producción de vacunas, el desvío y venta a terceros países  de estocajes producidos  a precios  tres y cuatro veces superiores a los acordados con la Unión Europea . Por no hablar de la falta de claridad  y las  dudas alimentadas en relación a la administración de  dosis de determinadas  marcas –AstraZeneca- que ha generado en diversos países  la no utilización de numerosas vacunas  por la propia indefinición de las decisiones gubernamentales  en relación al universo  al que dirigirlas.

Tal descoordinación y falta de previsión  está llevando, en tanto en cuanto las dosis prometidas no llegan, a que varios países de la Unión Europea (Dinamarca, Austria…) se estén planteando romper con el compromiso de gestión unificada para “buscarse la vida”  en el mercado de compra de medicamentos. De prosperar  tal iniciativa,  reviviremos la “ley de la selva” en la que el mejor postor situado en el zoco  se lleva la demanda  existente. Un caos que ya conocimos en el origen de la pandemia cuando aviones  cargados de mascarillas  y respiradores se subastaban en origen –China- a pesar de que inicialmente ya tuvieran un destinatario contractual cierto.  

Insisto, las autoridades europeas se la juegan. O se consigue  poner en orden y agilizar  la llegada de millones de dosis  de vacunas en el próximo mes  -incluidas las nuevas  que aún no han contado con el “placet” de la Agencia Europea del Medicamento- o su virtualidad como alianza supraestatal  puede quedar  gravemente dañada.

El retraso general en las tareas de vacunación, padecido en el conjunto europeo ha cargado aún más la fatiga emocional de nuestra población. Una colectividad que solo quiere que “esta pesadilla de pandemia pase cuanto antes”. La consternación general crece con el paso del tiempo y se agita  cada vez que se observan comportamientos incívicos e insolidarios, como los casos que se conocen de personas que valiéndose de su posición, se han beneficiado indebidamente de una vacunación.

Especialmente tóxicos son los bulos que se propagan por los medios virtuales desatendiendo el mínimo sentido de la prudencia  y responsabilidad. Llama la atención  que reconocidos periodistas, con años de profesión a cuestas, se permitan propagar  en la red social del pajarito mensajes tan venenosos como  el siguiente; “Hoy me han dicho que ya se han dejado “caducar dosis de vacunas” en Euskadi”. Tal “fake news” –las vacunas aplicadas de Pzifer caducan a los seis meses- , sustentada  en una fuente  de información tan  anónima como “me han dicho”, sólo  puede tener una intencionalidad; alimentar la crispación y el enfado de la gente contra los poderes públicos.  

Esa motivación de utilizar  la preocupación de las personas, no para intentar solucionar sus problemas, sino para debilitar la solidez de los poderes públicos, es sobradamente conocida en Euskadi.  

Apesadumbra ya escuchar los soliloquios que semanalmente dedican  las parlamentarias Ubera y Garrido  (EH Bildu y PP respectivamente) para desacreditar la acción del departamento vasco de salud, a quien, sin dar respiro, acusan de “improvisación”,  de “falta de planificación”,  y  de sostener una  “gestión irregular y opaca” que “pone en riesgo la vida de las personas”. Parece mentira  la frivolidad con la que una representación parlamentaria trata de sacar tajada política  de una situación  de alerta sanitaria como la que nos afecta, presentando la estrategia de vacunación  como si fuera una carrera  en la que lo importante es correr  y no atender adecuadamente y con eficacia  los protocolos de administración de los medicamentos. 

Exaspera, y mucho, la crítica sin cualificación ni matiz  que solo pretende la descalificación. Sin atender  a las razones objetivas  que se dan, aquí, en Euskadi, y en toda Europa, como se está comprobando objetivamente. Da pena y vergüenza ajena  el intento de convertir  el control  parlamentario en un lodazal en el que lo único que importa  es menoscabar  la confianza de la ciudadanía en quienes  se esfuerzan por gestionar la salud pública. Agitar la demagogia para crispar  y desorientar a la gente.

Vista la experiencia de los discursos que  algunas representantes  hacen en sede parlamentaria puedo creer que la tesis  que afirma  que  los neandertales hablaban como nosotros es real. Seguro que sí. Las evidencias científicas descubiertas lo atestiguan y la longitud de onda de muchas de las cosas que escuchamos hoy también parecen salidas de las cavernas. Además,  el canibalismo, aunque sea en el ámbito político, no se ha extinguido. Neandertales, tan lejos y tan cerca.

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