sábado, 20 de noviembre de 2021

HABLAR SOLOS

Tengo la sensación de comenzar a estar descatalogado. Como si estuviera anclado en un tiempo pasado. Y no entiendo bien por qué. A menudo, las personas tenemos un desfase entre lo mental y lo material. Nuestra edad  mental  poco tiene que ver con  la antigüedad biológica. En mi caso, sigo pensando que soy una persona joven, con ilusiones de joven y formas de pensar de joven. Pero la realidad  indica  otra cosa. 

 

Constato tal cosa sin drama ni ansiedad. Pero la reflexión de percibir los prolegómenos de mi  caducidad se basaba en hechos que creías anecdóticos.  Pero no,  la anécdota  comienzan a ser categoría. Ahí entran las rarezas, las manías, las obsesiones y los cambios sociales que nos atropellan sin darnos cuenta.

 

El otro día llegué a la conclusión  de que cada vez  es mayor el número de gente que parece hablar sola. Siempre ha habido personas que tenían la habilidad de expresarse oralmente sin que nadie atendiera su diálogo.  Pero ahora, el fenómeno resulta generalizado.  

No me refiero a los panolis  que llevan el teléfono móvil  pegado a su cara  y al que se dirigen como si fuera una tostada inteligente que quisieran devorar.  No. Mi observación viene a cuento  de esos individuos que, aparentemente,  mantienen una conversación con nadie. Algunos van en coche y le hablan al salpicadero. Incluso hacen gestos  para acentuar sus afirmaciones. Yo, disimuladamente les miro desde el coche de al lado y con el rabillo del ojo me fijo en la expresividad de unos conductores a los que el tráfico rodado pudiera haberles afectado a estabilidad emocional.

 

Pero los que más me turban son los que conversan con amigos invisibles mientras pasean por la calle.  Deambulan solos  como si estuvieran en compañía. Incluso se ríen o se enfadan. Es todo un misterio. En todos los casos las  conversaciones parecen ser correspondidas y da la impresión que hay alguien al otro lado del monólogo.

 

Es necesario  agudizar los sentidos para cerciorarse de que este comportamiento tiene siempre una explicación; la tecnología. Así, unos  no sueltan el volante  mientras conversan porque  gracias a un sistema llamado Bluetooth consiguen   que su terminal telefónico  se conecte con el sistema de radio del coche y así  interactúan a distancia  con las manos libres. Otros, utilizan unos minúsculos e imperceptibles  auriculares inalámbricos con micrófonos incorporados que escondidos en sus orejas  trasladan la sensación de platicar para ellos mismos  cuando en realidad, lo que hacen es mantener una conversación tradicional con terceros

 

Por lo general, todos  nos hablamos a nosotros mismos. Aunque no nos demos cuenta de ello. En ese arte de la autoconversación hay verdaderos especialistas. Yo conozco unos cuantos pero seguro que cada cual tiene sus referentes. Tolín, por ejemplo, es un rapsoda  que vive en un pequeño pueblo alavés. Desde que se levanta  -que no suele ser muy temprano-  hasta la hora de  volverse a refugiar en casa, mantiene una ávida conversación  consigo mismo. Parece un filósofo tratando de explicar a su intelecto la teoría platónica del demiurgo. Se trata de un comunicador sumamente educado ya que, cuando corresponde, interrumpe su alegato,  da los buenos días a quien junto a él se cruza, y retoma posteriormente  su particular plática. Un vecino ejemplar.

 

No tanto lo era Galilea, un joven voceador  cuya especialidad era cultivar  la técnica del discurso y el mitin. Especialmente en horario nocturno, para escarnio  de los sufridores vecinos  cuya única alternativa para poder dormir  pasaba por una llamada telefónica a la policía municipal. Una acción que solía resultar efectiva al momento pero que, al día siguiente, volvía a tener consecuencias  ya que Galilea, además de insistente, era bastante rencoroso.  Algo parecido  pasaba con “Pizarrin”. Aquella piltrafa humana  más que hablar, bisbiseaba y si bien sus circunloquios resultaban  de difícil interpretación, algunos, especialmente en determinados cuartelillos,  los atendían con especial interés. Hay muchos más personajes que podía mencionar .Todos hemos conocido a “solistas” de la conversación, y en nuestro “debe” particular  indicar que en más de una ocasión les hemos señalado negativamente haciendo burla a su habilidad.

 

Hoy los expertos nos indican que  hablar solos  es bueno ya que  aumenta nuestra motivación, es una forma magnífica de reflexionar, incrementa nuestra memoria y nos proporciona tranquilidad al tiempo que reduce la sensación de soledad.  Los dicen los psiquiatras en el diván.

 

Tal vez por eso o por ese efecto de estar cerca a ser descatalogado me he dado cuenta de que  yo también llevaba un tiempo  repitiendo en voz alta una cifra.  “37 años, 9 meses y 25 días”. ¿Qué era aquel mantra? ¿A qué obedecía?

 

En mis manos tenía unos papeles de colores. Era un informe de la vida laboral y tales cifras representaban el tiempo de mi existencia que había cotizado a la Seguridad Social

 

Las pensiones son una de las principales preocupaciones de la gente corriente. De su sostenibilidad y virtualidad como prestación pública presente y futura dependerá el bienestar de mucha gente -entre ellos yo-. De ahí que su protección y mantenimiento estemos especialmente sensibilizados y alertas.

 

En los últimos años, diversos factores  -empleo activo, envejecimiento de la población, expectativa de vida, relevo generacional, etc- han provocado  una crisis profunda en el sistema público, necesitado de una reforma profunda de cara a garantizar su sostenibilidad, es decir su pervivencia en el tiempo. Este desequilibrio  estructural  ha tenido como consecuencia que los fondos acumulados durante años por las aportaciones de empresas y trabajadores para hacer frente a las contingencias futuras (Fondo de Reserva) se hayan visto mermados considerablemente hasta su práctica desaparición.  La llegada a periodo  de jubilación de la denominada generación del “baby boom” (los nacidos entre los años 50 y los 70, con picos  demográficos anuales de 700.000 natalicios)  va a provocar un estrés considerable al ya maltrecho sistema que puede llegar a provocar su colapso.

 

La falta de consenso interno, tanto en el ámbito político como social ha colocado el debate de las pensiones en un punto inexcusable de no retorno. La situación, que exige ya una respuesta  inmediata, cuenta además con el apremio de la Unión Europea  que ha terminado por amenazar con no aportar recursos económicos para la recuperación tras la pandemia si el Estado español no acomete, antes de final de año, la tan necesaria reforma del sistema de pensiones.

 

Sin acuerdo político -imposible en el actual clima  de confrontación-  y con el dialogo social cojo por la falta de entendimiento  con la patronal, el gobierno español, apremiado por los plazos,  ha optado por presentar una propuesta transitoria que permita, cuando menos, “pasar el charco” de  la incorporación al sistema de los “baby boomers”. Una “patada a seguir” del balón de las pensiones que no resuelve el problema global   y que deja muchas dudas sobre la veracidad de los ingresos calculados por el gobierno español  con las nuevas medidas a adoptar  en los próximos años (incremento de la cotización un 0,6% desde el año 23 y durante una década).

 

Además, se da la circunstancia  que este “parche”, que puede llegar a resultar útil,  ha sido diseñado por un ministro, Jose Luis Escrivá,  cuya capacidad creativa y de poner en órbita globos sonda ha obstaculizado  seriamente  el proceso del diálogo social, enrareciendo  el buen clima pre existente entre patronal y sindicatos  en plenas negociaciones  tanto del ámbito de las pensiones como de la reforma laboral. 

 

Escrivá también habla solo en el campo político –llegará el proyecto de ley a su aprobación sin capacidad de diálogo y negociación-, lo que dificulta notablemente la posibilidad de introducir mejoras  en un texto  que las necesita para ampliar su base de acuerdo. Aún así, de la falta de interlocución, de la solución “provisional” planteada o de la ruptura de la sintonía de los agentes sociales, la búsqueda de soluciones a la falta de sostenibilidad del fondo de las pensiones públicas volverá a obligar  a la representación vasca en el parlamento español a actuar con responsabilidad y en defensa del bien común.

 

Hacer demagogia  en este campo sería bien sencillo. Bastaría con  sumarse a las reivindicaciones vociferantes  de manifestantes pertinaces.  Pero hacerlo sería, igualmente, una forma –distinta- de hablar para uno mismo  y no para el conjunto de la sociedad. Lo que toca en este momento  no es la pancarta sino garantizar las pensiones de jubilación  de hoy  y de mañana.

1 comentario:

  1. Dicen que es posible hacer frente al desafío demográfico y su repercusión en las pensiones atacando el plano de los ingresos y no hacer recortes. Otros dicen que no, que los recortes vienen sí o sí (se admiten apuestas contra esta hipótesis). Pongámonos en este última hipótesis, asumamos que, los "cincuentones" tendremos que cobrar menos para que nuestros hijos no sean los paganos finales del desajuste demográfico (solidaridad intergeneracional lo llaman).
    Y ahora viene mi pregunta, mi queja, mi mala leche....cual es la razón por la que los actuales pensionistas no perderían ni un euro de su pensión mientras nosotros, los que sostenemos las actuales pensiones conseguidas con muchas mejores condiciones que en las que accederemos nosotros, podríamos perder una parte sustancial de la misma?. Esta "solidaridad intergeneracional" solo mira para abajo?. No sería mucho más solidario perder todos un euro en vez de perder solo unos dos?. No tendrá esto que ver , más que con la "solidaridad intergeneracional", con los votos de los actuales y muy próximos pensionistas que con otra cosa? (pregunta retórica).

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