lunes, 27 de junio de 2011

BILDU, UN BAÑO DE REALIDAD

Uno de los riesgos que cabía esperar en el devenir de Bildu es que, finalizado, y con éxito, el proceso electoral, quienes forman parte de su masa sociológica tuvieran la tentación de reeditar actitudes del pasado reciente de difícil contraste democrático.



Los incidentes de Gasteiz, en los que tres jóvenes fueron detenidos cuando realizaban pintadas vinculadas a ETA, la polémica de los escoltas en Andoain, las manifestaciones en relación al Ejército español, no son sino exponentes de que , para llegar a la normalización política de la Izquierda Abertzale nos queda un largo camino que recorrer.

He leído atentamente las declaraciones del nuevo Diputado General de Gipuzkoa, Martin Garitano, a quien conozco y deseo la mejor de las fortunas en su nueva etapa como Ahaldun Nagusia. Reconozco que no me he sentido sorprendido por su aplomo y por su sentido común político. Garitano, de profunda trayectoria en la Izquierda Abertzale, siempre ha sabido analizar y obtener conclusiones meritorias de cualesquiera circunstancia y coyuntura. Por eso esperaba de él serenidad y templanza en sus primeras declaraciones. Lo ha hecho. Sin ocultar su sustrato político y sus convicciones, sus primeras declaraciones públicas como Diputado General no han sido, para nada, estridentes ni evocadoras de conflictos reales o artificiales.

Más les valiera a los dirigentes y a los nuevos cuadros de Bildu seguir el guión de Garitano que caer en la tentación de la radicalidad y el enfrentamiento.

Es cierto que, constreñidos como han estado a una estrategia de “moderación”, pasado el fielato de la legalización y el éxito en las urnas, haya una tendencia a liberarse del corsé y dar rienda suelta a sus impulsos primarios.

Flaco favor harán a su potencialidad futura si no controlan esa tendencia. La ciudadanía, buen parte de ella, ha creído en el cambio de talante de la Izquierda Abertzale. No sólo lo ha creído sino que ha apostado para que se consolide y conforme una nueva organización en la que el valor del respeto y de la civilidad sea una constante.

Volver a la tendencia de la “borroka” será, no ya defraudar esas expectativas, sino marcar el proyecto emancipador de un sesgo irreconciliable con el nuevo tiempo que se dice pretender.

Además, existe una amenaza latente que la Izquierda Abertzale deberá afrontar con inteligencia. Determinados sectores políticos y mediáticos que no han aceptado la legalización de Bildu se van a empecinar en llenar de minas el camino democrático institucional de la nueva formación. Mociones de condena del terrorismo, denuncias elevadas a categoría del más insignificante episodio, buscarán la “ilegalización sobrevenida” de la nueva formación.

La Izquierda Abertzale, que ha visto que el victimismo genera réditos, podrá tener la tentación de formar parte de la “melé”, en un choque de planteamientos ideológicos e identitarios. Una nueva “confrontación democrática” en la que sólo habrá una derrotada; la normalización política en ciernes.

Frente a la “melé”, lo inteligente, y siguiendo el símil de rugby, será la “patada a seguir”, pero para ello va a tener que atar en corto a mucho militante inadaptado al nuevo tiempo que pretenderá responder a las nuevas circunstancias con la medicina que siempre han practicado. Y eso será su perdición.

A la Izquierda Abertzale hoy legalizada, a Bildu, le toca hacer política. Con mayúsculas y minúsculas. Hasta ahora, salvo honrosas excepciones, jamás ha administrado un ámbito tan amplio como el que ahora preside. Le toca, por lo tanto, bajar del campanario para dar trigo. El baño en la realidad puede provocarle momentos de zozobra y de asfixia. Deberán aprender a nadar rápidamente. De lo contrario, su apuesta “estratégica” habrá fracasado. Y eso nadie lo quiere. Yo, al menos, no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario