El pasado 14 de julio, los franceses conmemoraban su “fiesta nacional”. La fecha, instaurada en conmemoración de la toma de la Bastilla, identifica el triunfo de la revolución francesa. Un acontecimiento que supuso un cambio mundial al finiquitar el antiguo régimen e imponer un nuevo modelo organizativo y en el campo de las ideas.

En aquel episodio histórico, plagado de excesos y de consecuencias, también hubo vascos que tomaron parte activa en la defensa de unos derechos que comenzaban a conculcarse y que, pasado el tiempo, dieron origen a lo que hoy se conoce como “conflicto vasco”.
Los hermanos Garat, Joseph y Dominique, son dos de los protagonistas más representativos de la historia de este país, pese a que muchos de los ciudadanos vascos –fundamentalmente los que vivimos al sur del Pirineo- lo desconozcamos. Ambos, sufrieron no sólo la abolición de las instituciones vascas como consecuencia de la Revolución Francesa, sino que fueron los precursores de una reivindicación aún viva en Iparralde: la institucionalización del país de los vascos continentales.
La parte biográfica más interesante de los Garat comenzaba el año 1789, cuando el rey de Francia, tras más de un siglo y medio de impasse, convocaba a los Estados Nacionales para discutir sobre la grave situación en la que vivía el Estado francés. Los Estados Nacionales estaban formados por la nobleza, el clero y el tercer estado (clases medias).
En Laburdi, los tres estamentos se reunieron en abril en la iglesia de Ustaritze para elegir a sus delegados. El clero nominó al párroco de Ziburu, Luis Xavier de San Esteban. La nobleza nominal (en los territorios vascos, los nobles no tenían privilegios y se sentaban en las mismas condiciones que los demás en el Biltzar ), determinó que su representante formal de cara a la asamblea francesa fuera el vizconde de Makea, Nicolás de Haraneder y como representación del tercer estado fueron elegidos los hermanos Joseph y Dominique Garat.
La representación conjunta de Laburdi –los tres estados- elaboraron un “Cuaderno de quejas del territorio” que contemplaba las principales reivindicaciones del territorio. Las principales reclamaciones al Estado francés solicitaban el mantenimiento del régimen particular de Laburdi (representado por su Biltzar), así como la garantía del respeto cultural e idiomático de los vascos.
Idénticas pretensiones fueron suscritas por los diputados de Zuberoa y la Baja Navarra, si bien este territorio no podía enviar una delegación a los Estados Nacionales ya que era el reducto del legítimo Reino de Navarra y por lo tanto no formaba parte del Reino de Francia.
La rebelión del “tercer estado”, el 20 de junio de 1789, encerrándose en el versallesco edificio del Juego de la Pelota y convirtiéndose en Asamblea Nacional, es el germen de la revolución francesa. Allí surge la voluntad de aprobar una Constitución que acabe con el “Ancienne Regime”, convirtiendo a los entonces súbditos de la monarquía en ciudadanos libres.
El mayor de los hermanos Garat, Dominique, formó parte de la comisión que planteó a Luis XVI las exigencias de la Asamblea. Además, formaría parte de la secretaría de la asamblea hasta septiembre de 1791, fecha en la que conocería el lado oscuro de la revolución en marcha.
Para entonces, como un episodio adelantado a lo que años más tarde ocurriría en el País Vasco del sur, el 4 de agosto de 1789, bajo la excusa de acabar con todo tipo de privilegios, se promulgaba una ley que, so pretexto de abolir las diferencias territoriales e impulsar al nuevo Estado Nacional francés, se eliminaban los fueros de Laburdi, Zuberoa y la Baja Navarra, siendo esta última anexionada definitivamente a Francia. Se daba comienzo así al proceso de desintegración del régimen foral y del autogobierno secular vasco que culminaría en Euskadi sur en 1876.
El centralismo francés empezó a caminar con una reorganización territorial que dividía Francia no por criterios geográficos ni culturales, sino por criterios políticos revolucionarios. Así se creaban departamentos, no por razones políticas, históricas o culturales, sino para uniformizar, para evitar “el mantenimiento de los privilegios de la aristocracia”.
Siguiendo este guión, el 12 de enero de 1790, la Asamblea Nacional decretaba que Navarra, las provincias vascas (Laburdi y Zuberoa) y el Bearne debían juntarse para hacer un solo departamento llamado Bajos Pirineos.
Las enérgicas protestas de los hermanos Garat ante esta organización territorial para las provincias vascas quedaron reflejadas en las actas de Enero y Febrero de 1790 con las reclamaciones de Dominique pidiendo repetidamente la creación de un departamento propio para las provincias vascas para evitar que sus ciudadanos se perdieran en el “desierto de Aquitania”. Su voz fue ahogada en el tumulto revolucionario y con ella, la organización política, cultural y social de los territorios vascos del norte.
Después de la abolición foral de Iparralde y la repartición departamental, Dominique Garat volvía a su Ustaritze natal donde se dedicaría, después de padecer la persecución revolucionaria, a tareas municipales y locales (fue alcalde entre 1797 y 1798).
Además de por sus aportaciones a la Revolución y por su disgusto al ver abolidos los Fueros, los hermanos Garat fueron quienes imaginaron el Proyecto de la Nueva Fenicia;reunión de los Siete estados Vascos. Sin duda, esta iniciativa tuvo muchas y muy importantes repercusiones, tanto en la actuación de la Diputación Guipuzcoana en la Guerra de la Convención como en el Proyecto que manejó Napoleón para la creación de un Estado tapón, protectorado de Francia, entre el río Ebro y los Pirineos y, posiblemente, en las negociaciones de las que habla Chaho, hacia 1835, en la Guerra Carlista, entre franceses e ingleses, con Zumalacarregui. Aunque cada uno de los protagonistas de los hechos, utilizó la idea según sus conveniencias y no parece que Francia le prestara demasiada atención a su diseño original, los Garat pensaban en vasco. Diferente fue la actuación de Jean Martin Mondutegui, también del biltzar de Ustariz, quien siempre actuó en favor de la uniformización de los diversos pueblos de Iparralde, incluso fue el artífice de la deportación de buena parte de los habitantes de Sara por ser traidores a la Revolución. Este señor, participó, junto al ejército de la Convención, en la mencionada guerra durante la ocupación de San Sebastian.
ResponderEliminar