El impuesto sobre las renta de las personas físicas es la figura tributaria que mayor cantidad de recursos aporta a las cuentas públicas. Siendo esto así, no debiera contemplarse como un elemento meramente recaudador ya que su función básica, en el ámbito social, es la de redistribución de la riqueza. Es decir que quien más dinero gane más aporte proporcionalmente a las arcas públicas.
Sin embargo, y en las actuales circunstancias de apreturas económicas, hay quien ha pretendido – entiendo que desde la desorientación, cuando no desde la propaganda política- hacer un ejercicio, en el mejor de los casos teórico, buscando una mayor rentabilidad económica a este impuesto, olvidándose de que, la única posibilidad de garantizarse mayores ingresos sólo es posible exprimiendo el bolsillo de todos los contribuyentes, pues la teoría de que “los ricos paguen más” – impecable en un buen discurso- sólo incrementaría el “chocolate del loro” en la recaudación final.
La mejor manera de explicar las cosas es poner ejemplos prácticos que hagan visible los efectos pretendidos.
Ejemplo 1. El lehendakari López, en su documento presentado a los Diputados Generales plantea eliminar las deducciones en renta por vivienda. ¿Qué ocurriría, si de un plumazo se eliminara la deducción de adquisición de vivienda habitual?. Pues que, efectivamente se recaudarían del orden de 250 millones de euros anuales más. Una cifra nada desdeñable pero que, por el contrario afectaría a cerca de 200.000 contribuyentes vizcainos. Es decir que uno de cada tres contribuyentes vizcainos pagarían/mos más.
Ejemplo 2. .-¿ Qué ocurriría su se subiera en 1 punto el marginal a las rentas más altas y se pasaría del 45% al 46%?. Hay que tener en cuenta que en Bizkaia los que más ganan, tributan ya dos puntos por encima del Estado. Pero si lleváramos adelante esta medida se recaudarían cerca de 3 millones de euros más al año, una cantidad a todas luces insuficiente e insignificante habida cuenta de las necesidades económicas.
Ejemplo 3.- ¿Y si eleváramos todos los tramos de la tarifa en un punto?
Pues se obtendría un incremento en la cuota líquida de 153 millones de euros pero los perjudicados seríamos todos, el conjunto de contribuyentes, alrededor de 600.000 en Bizkaia.
Ejemplo 4.- ¿Y si eliminamos las deducciones de edad como indica el Lehendakari López en su propuesta?. El efecto recaudador se incrementaría en 51 millones de euros pero, por el contrario, afectaría a 95.000 contribuyentes de más de 65 años.
Ejemplo 5.-¿Y si se restituyera el impuesto de patrimonio?. La última recaudación de este impuesto en Bizkaia aportó a las arcas públicas cien millones de euros, pero, teniendo en cuenta que dicha figura impositiva no existe ni en Navarra ni en el territorio común, la posibilidad de “deslocalización” de contribuyentes pondría en solfa el efecto práctico de volverlo a implantar.
En nuestro entorno, tan sólo Francia mantiene una figura similar -el impuesto sobre las grandes fortunas-, mientras que todos los demás países de la UE o han prescindido de él o lo han abolido. Desde 1994, Austria, Dinamarca, Alemania, Holanda, Luxemburgo, Finlandia y Suecia lo han tachado del mapa.
Podríamos seguir con los ejemplos, pero resulta evidente que la subida de impuestos -cuyo efecto recaudatorio no sería inmediato sino que se notaría en el ejercicio posterior-, puede llegar a tener determinados efectos de incremento en los recursos públicos pero, como contraindicación, tendría un precio social sobresaliente.
¿Están los ciudadanos, las empresas, dispuestos a que los poderes públicos les expriman más?.
¿Qué subyace tras el inusitado interés del Lehendakari por incrementar la presión fiscal y la reducción de las prestaciones sociales (plantea en su documento modificar la renta de garantía de ingresos)?.
La respuesta es evidente. Al Lehendakari le falta dinero para cuadrar su presupuesto. Su Gobierno, en el mandato de dos años, ha multiplicado por seis la deuda pública de la Administración General de la Comunidad Autónoma. Pero aún así, le siguen faltando del orden de 700 millones de euros para cuadrar su presupuesto. 700 millones de déficit acumulado por la devolución pendiente de Rover, por un desfase entre lo consignado el pasado ejercicio y la liquidación definitiva, por una previsión de ingreso a la baja en este año y por las nuevas incorporaciones de crédito en materia de sanidad y asuntos sociales que han desbordado su gasto en relación a lo inicialmente establecido. 700 millones de agujero que no puede tapar a través de nuevo endeudamiento y que le sitúan al borde del colapso financiero.
Por eso pide a la Diputaciones –cuya situación económica, aunque complicada sigue siendo muyo más saneada que la del Gobierno vasco- que ordeñen más veces a la misma vaca.
López, que siente la presión diaria de Gemma Zabaleta, de Bengoa, de Celáa y del propio Ares, para incorporar nuevas dotaciones económicas que hagan frente a sus necesidades departamentales, comienza a vivir agobiado ante tanta voracidad y tan escasa leche que repartir. Le queda pendiente el ingrato trabajo de “decir basta” y abordar un duro ajuste del gasto. Un ajuste radical que, cómo no, producirá indudables tensiones internas, pero que se le plantea inaplazable.
Como en la economía familiar (cuando el dinero no da más de sí, recortamos gastos, apretamos el cinturón y priorizamos), al Lehendakari no le queda otra que, tijera en mano, pedir a sus consejeros que adelgacen. Subir los impuestos no es la solución. Puede ser un socorrido discurso pero nada más.
Peor lo tiene Zapatero, que ni con la dieta más severa, ni con el ordeñe de toda la cabaña vacuna conseguirá salir del pozo en el que el déficit le tiene atrapado. Pero eso es harina de otro costal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario