lunes, 18 de julio de 2011
UNA PUÑALADA TRAPERA A ZAPATERO
El mismo día que el periódico “El País” desvelaba que “Zapatero pretende convocar las elecciones cuando amaine la crisis” y que “esperará a septiembre para ver si la estabilidad se consolida”, momento en el que consultará con Rubalcaba para definir si los comicios son definitivamente en noviembre o en marzo, el mismo periódico publicaba, además de un editorial titulado “Final de ciclo”, un extenso artículo de Juan Luis Cebrián , titulado “Esta insoportable levedad”, que muchos han calificado ya como de una auténtica “puñalada trapera” contra el presidente del Gobierno socialista.
Son diversas las voces que desde hace tiempo se vienen escuchando alrededor del PSOE denostando la intención de Zapatero de acabar la legislatura en el plazo establecido por mandato.
Su autoinmolación, con la aprobación de las diferentes reformas económicas y estructurales que impidan caer a España a una posición de “rescate europeo”, ha generado una profunda preocupación en el socialismo aún gobernante. El impacto que las medidas aprobadas tienen en la política social, y la grave coyuntura que atraviesa el reino de España –casi cinco millones de parados- ha hecho que las expectativas electorales de los socialistas (con renovación o sin ella) estén por los suelos.
Así, son pocos los que en privado respaldan a Zapatero y son cada vez más los que abiertamente critican la gestión que su aún secretario general ha establecido a modo de “hoja de ruta” del PSOE para hacer frente al ciclón económico adverso que pende sobre las cabezas de los españoles.
A la mayoría de los barones socialistas les hubiera gustado que la legislatura hubiera ya finalizado, máxime tras la debacle electoral de mayo, y no entienden el empecinamiento del “presidente” en continuar con las reformas, aprobando techos de gasto y, posiblemente presupuestos, que “probablemente deberán ser gestionados por otros” tras la celebración de las próximas elecciones generales.
Nadie parece entender “esta sangría” porque bajo la lupa del microscopio solamente se observa el escenario de una contienda electoral y no se alza un poco más la vista para percibir la extremada gravedad de la economía española, que, como no espabile, puede caer por el agujero del desagüe europeo.
Zapatero se ha empeñado en hacer los deberes que hace tiempo deberían haberse cumplimentado. Por eso, para propios y extraños pasará hoy a la historia como el “rufián” de la película que prolongó la vida laboral, que recortó los derechos de los empleados públicos, que acabó con el sistema de las cajas de ahorro, que paralizó inversiones… Si , será el malo de hoy. Y probablemente el reconocido de mañana. Similar situación se vivió ya con Adolfo Suárez. Defenestrado en su día y subido a los altares años después.
Zapatero se siente y se sabe amortizado. Pero también se siente investido de responsabilidad. De la responsabilidad de quien cree que lo que debe hacerse debe abordarse sin dilación. Por eso su intención ha sido la de agotar la legislatura y convocar elecciones en marzo y, si pudiera ser, en abril.
Pero lo que Zapatero no contaba, una vez definido su candidato sucesor, es que desde su propio entorno, se le pretendiera acuchillar con escarnio público. Que “El País” o “Público” apostaran recientemente por un adelanto de la cita electoral (“El País” ratifica hoy en su editorial “fin de ciclo” dicha tesis) fue todo un indicio que enfadó al inquilino de la Moncloa. No tanto por su posicionamiento político sino por hacerlo en plena catarsis económica europea (por la generación de incertidumbre añadida a los mercados). Que Felipe González diera rienda suelta a su retórica en un desayuno con periodistas (volvió ha hablar de la eliminación de las diputaciones y del agrupamiento de los municipios), también era algo que, de cuando en vez, estábamos acostumbrados.
Pero que el Consejero Delegado del Grupo Prisa – Juan Luis Cebrián- pusiera negro sobre blanco, con especial agudeza, un reproche tan contundente como el se esconde tras el título “Esta insoportable levedad”, ha sido entendido por el entorno de ZP como una puñalada trapera en toda regla.
A continuación reproduzco el último párrafo del artículo de Cebrián. No tiene desperdicio alguno. Mientras, algún partido ya se ha apresurado a “comprar” vallas publicitarias para noviembre.
“Hace años –decía Juan Luis Cebrían hoy en “El País”- que deberíamos haber encarado una reforma constitucional que actualizara la gobernación de este país. Una reforma capaz de instaurar un Estado federal moderno, culminando y corrigiendo el proceso de las autonomías, que cuestione la provincia como distrito electoral y establezca las prioridades para las próximas generaciones de españoles. Un programa así exige no solo un liderazgo del que hoy carecemos, sino una voluntad de acuerdo en la política que permita abordar también, de manera urgente y eficaz, la reforma del sistema financiero y la modernización de las relaciones laborales, sin lo que será imposible dinamizar la economía y generar puestos de trabajo. Pero mientras el país confronta la amenaza de ruina, se desvanece la cohesión territorial y aumentan los conflictos sociales. La pérdida de confianza en la gestión del actual presidente del Gobierno es clamorosa dentro y fuera de España. Es imposible suponer que de una legislatura como la que hemos padecido se derive ya ninguna de las soluciones que los ciudadanos reclaman. El deterioro preocupante del partido en el poder amenaza con desequilibrar el futuro inmediato de nuestras instituciones políticas. Y aunque su recién estrenado candidato ha procurado, con éxito inicial, devolverle la esperanza, no es imaginable que acuda a los próximos comicios sin un congreso previo que restaure su maltrecho liderazgo y diseñe un proyecto que le permita recuperar al electorado y elaborar los pactos que el futuro demanda. Para que todo eso suceda, José Luis Rodríguez Zapatero debe de una vez por todas abandonar su patológico optimismo y renunciar al juego de las adivinanzas. Los titubeos, las dudas y los aplazamientos a que nos tiene acostumbrados son la peor de las recetas para una situación que reclama medidas de urgencia. Su deber moral es anunciar cuanto antes un calendario creíble para el proceso electoral. Solo así podrán los españoles soportar la levedad del ser.”
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