martes, 27 de septiembre de 2011

LA RESPONSABILIDAD DE URKULLU

El presidente del PNV, Iñigo Urkullu admitió ayer, en el marco de una iniciativa organizada por la Fundación Sabino Arana, que el trabajo llevado a cabo por su partido por la paz ha tenido como consecuencia el "fortalecimiento político y electoral de la coalición (Bildu)". Pese a ello, el dirigente jeltzale no se mostró contrariado por esta circunstancia. Al contrario, recalcó como seña del Partido Nacionalista Vasco la anteposición de "los intereses del Pueblo Vasco a cualquier otra consideración". "Solo así seguro que acertamos. Si tenemos 116 años de historia como formación no es por suerte o casualidad", consideró.



Urkullu sabe que la consecución de la paz es el “bien mayor para Euskadi” y por eso, alcanzar dicho objetivo hace que el desgaste propio o el lucimiento de otros sean factores aleatorios en este momento. Lo importante es consolidar la paz aunque el precio que algunos deban pagar por ello resulte incómodo.


Urkullu lo dice con conocimiento de causa. Él está siendo protagonista de excepción de la oportunidad política y convivencial que vive este país. Aunque no se sepa y la opinión pública resulte ajena a su gestión.


Su intervención personal durante los últimos meses ha sido crucial para que el proceso avance. El presidente del EBB ha sido y sigue siendo, cauce de conexión entre la Izquierda Abertzale y el Gobierno español. Ha sido y sigue siendo, uno de los puentes básicos que ha permitido avanzar en los momentos más delicados. Han sido numerosas las citas, las conversaciones y encuentros mantenidos, en la más absoluta discreción, con los actores principales de la nueva situación que vivimos.


Ya en el pasado año, su acuerdo con Zapatero en materia presupuestaria y de estabilidad, consiguió ganar un tiempo precioso para trabajar la oportunidad de paz. Un tiempo que se ha ido gestionando con racanería y bajo el lastre del cálculo político. Bajo la siempre perniciosa atención de quien gana o quien pierde más en la balanza política de los gestos o los compromisos.


El mes de agosto pasado fue crítico en tal sentido. Zapatero colocó un “mugarri” a modo de plazo fijo para que ETA afianzara su compromiso democrático. O lo hacía público o el reloj se paraba dando paso a una nueva legislatura y a la incertidumbre generada por la llegada de nuevos inquilinos al palacio de la Moncloa. El riesgo de que la “unilateralidad” fuera reversible, y con ella se desbaratara la expectativa de éxito, hizo cundir el desánimo. Preocupación acentuada con decisiones político-judiciales incomprensibles.


Con anterioridad, la advertencia del PNV y su presidente, en relación a la legalización de Bildu por el Tribunal Constitucional, tuvo su recompensa. No sería justo decir que Bildu es hoy legal y que su éxito se lo debe a Urkullu, pero el posicionamiento público y privado del líder jeltzale sirvió entonces para mucho. La Izquierda Abertzale, sus patrocinadores principales lo saben y algún día lo reconocerán en público.


Hoy, hace apenas unos días, la intervención de Urkullu ha vuelto a ser crucial. “Estamos a tiempo” – se repetía y reiteraba a quien le quisiera escuchar-. Y le escucharon. Los de un lado y los del otro. Su teléfono móvil es testigo de la infinidad de mensajes cruzados. Y más allá de la tecnología, Urkullu se ha movido en persona. Aquí y allá, porque el bien supremo de la paz le exigía arriesgar.


Hoy, tras el comunicado del Colectivo de presos de ETA y su relevancia de cara al cese definitivo de la actividad armada, Urkullu ha pedido a los actores principales de esta transición hacia la paz, que aceleren sus pasos. Que es el momento de poner toda la carne en el asador. Que se destierre el cálculo electoral porque el bien supremo está cercano, “lo acariciamos con las yemas de los dedos”. Es cierto. Y pese a las declaraciones rutilantes de Conde Pumpido y de alguno más, esta vez sí, puede y debe ser la buena. La oportunidad que todos esperábamos desde hace años.


Seguro que Urkullu estará incentivándola. Entre las bambalinas. A sabiendas que al PNV le resultará costosa. Pero eso será una levedad si el bien mayor se obtiene. Y seguro que se obtendrá.


Sé que este comentario resulta un tanto críptico. Faltan los detalles que esclarezcan la foto. Pero el guión exige responsabilidad. La responsabilidad que está demostrando Iñigo Urkullu. Bien lo saben, entre otros,  Rufi  Etxeberria y Rodríguez Zapatero.

1 comentario:

  1. Quiero dejar constar que todo lo que dices en el artículo es cierto y que debería ser valorado. Lo digo con conocimiento de causa

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