martes, 28 de febrero de 2012

SI A LÓPEZ NO LE IMPORTA, ¿A QUIEN IMPORTA EL DÉFICIT?

Cristobal Montoro hizo pública ayer la cifra del déficit público en el Estado. La previsión pactada con la Unión Europea del 6% del pib se vio sobrepasada en dos puntos y medio y el nuevo compromiso para el presente ejercicio del 4.4% aparece como una entelequia.


Las Comunidades Autónomas han sido, en gran medida, el principal factor de distorsión del desajuste final. Se han gastado más de lo que tenían y , pese a los duros ajustes y recortes públicos que en algunas comunidades –Catalunya- se han dado, han desbaratado cualquier posibilidad de sostenimiento del gasto, vital para afrontar con garantías un proceso de recesión y de crisis.

En Euskadi algunos sentirán el alivio tonto de estar en la media o por debajo de los niveles de incremento del déficit. Pero ese no es argumento válido.

El Gobierno presidido por el Lehendakari López se comprometió a no superar el 1,3% del déficit pactado. Algunos, hace escasas fechas, sacaban pecho, argumentando que la fortaleza de las cuentas públicas permitiría a los socialistas cumplir con lo pactado. Pero no. Las “décimas” de incremento que recientemente auguró el Consejero Carlos Aguirre, se han convertido en el doble del déficit previsto. 2,56% del PIB. En la línea de lo denunciado días atrás por Iñigo Urkullu y el PNV . Un vaticinio que concitó todo tipo de desconsideraciones y groseras acusaciones contra los nacionalistas a quienes desde las filas gubernamentales imputaron una campaña de desprestigio contra Euskadi.


Ahora, una vez aflorada la crudeza de la situación, el ejecutivo socialista, a quien poco parece importar la salud financiera de nuestras instituciones, intentará justificar el agujero en virtud a “problemas contables” o , como ha dicho Txarli Prieto, a que el déficit ha crecido por la culpa de los demás y porque los socialistas han preferido atender a las necesidades frente a las exigencias de los mercados. ¿Alguien, además de Prieto, se lo cree?

Cualquier familia sabe que no debe gastar por encima de sus posibilidades. Que tiene que atemperar los gastos a los ingresos si no quiere encontrarse con una situación insostenible que la hipoteque y la haga “sinvivir” en el descubierto. Es, el sentido común. El que los dirigentes socialistas no tienen. Es mejor gastar y hacer el agujero más grande que apretarse el cinturón.

Pero eso les pasa porque son otros los que deciden en los ingresos. Ellos – según dicen- sólo pueden actuar en el gasto, y en el colmo de la insolencia se permiten preguntar a los demás qué hospital o que colegio deberán cerrar para ajustas sus cuentas.



Parecen olvidar que desde hace más de treinta años este país ha funcionado con el mismo esquema que hoy soporta el entramado institucional (haciendas forales , territorios históricos e instituciones comunes depositarias del desarrollo de los servicios públicos).

Su solución pasa por invertir el esquema y residenciar el ingreso en quien gasta. Discurso perverso pues “sensu contrario” podrá decirse que gastarán mejor y con más rigor quienes gestionan los ingresos, aunque para defender esto nadie haya pedido que desaparezca el Gobierno vasco y traslade sus políticas de gasto a las diputaciones. Vamos, que tonterías, las justas.

El Gobierno vasco ha duplicado su déficit. Esa es la realidad, aunque para quienes están instalados en Lakua vale la cita de que “la realidad no te impida un buen titular de prensa”.
Por eso, ante la evidencia, echarán la culpa a los demás y lanzarán sus dardos hacia el adversario. Y , si es necesario utilizarán el “ventilador” para intentar ocultar su incapacidad e indolencia. Ya lo demostró la pasada semana Idoia Mendia.

Ha llegado el momento para ellos de utilizar nuevos señuelos. Ahora toca la pacificación y las medidas propositivas que no han pactado con nadie. Es el tiempo de la demagogia y de la consigna porque el déficit ¿a quien importa?.

Mucho me temo que haya comenzado el tiempo del artificio, de la impostura, del sálvese quien pueda y al precio que sea. Ha llegado el momento de la sal gorda, de los discursos de “las derechas” y la “izquierda renovadora”. El espacio del regate en corto, la improvisación y el atajo. ¿Ha comenzado la carrera electoral?. Para Patxi López, seguro que sí.

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