Ecuador de campaña. Fin de semana de sondeos. Se está haciendo largo. Quince días oficiales
mas la tralla de los mese anteriores resulta un exceso. Sería bueno que los
partidos políticos se pusieran de acuerdo y limitaran más la duración de la campaña. Con una semana sería suficiente.
Si la cuestión fundamental es contrastar propuestas, seguro que en siete
días las formaciones políticas se las
apañaban para presentar en el escaparate público sus alternativas. Y se
ahorraba dinero, que es lo que ahora toca.
Al fin y a la postre,
cuando se convocan unos comicios , hay una parte muy importante del electorado
que ya tiene definida su opción. Las campañas van dirigidas, básicamente a los
“indecisos”, que el último momento decidirán si irán a votar o no y, si optan
por participar, determinarán a qué
opción entregan su confianza.
Estamos ya con la encuestas. Los partidos manejan en su
ámbito reducido las propias. El Gobierno vasco y los medios de comunicación hacen públicas las suyas. “Gara” y el CIS lo
hicieron la pasada semana. Este “finde”
lo hacen Vocento y el Grupo Noticias.
Todas presentan horquillas de escaños amplias que, analizadas en sus mínimos o en sus máximos, auguran
panoramas bien distintos. Más importante
que saber quien ganará y con qué diferencia,
es conveniente observar datos en principio no tan lustrosos como pueden
ser la previsión de participación y el número de indecisos.
Empezando por lo segundo,
quienes no tienen decidido aún si votarán o no, y a quien lo harán ,
constituyen una porción significativa
del electorado. De su activación o no dependerá
el nivel de abstención y de este dato podremos prever varias consecuencias.
La primera de ellas, si la participación es baja (cercana al
60% o inferior), los partidos pequeños tendrán mayores posibilidades de estar
en la próxima Cámara Vasca. Parece evidente que hay una parte del electorado
vasco –que anteriormente pudo haber votado a opciones tales como el PSE, PP o
incluso Aralar- que puede cambiar su
sufragio hacia formaciones de “izquierda”. Ezker Batua, Ezker Anitza, e incluso
UPyD pueden ser su refugio. Para contar en el recuento definitivo y optar
a escaños, deberán superar en cada circunscripción, el 3% de los votos
emitidos. De ahí la importancia de la participación final.
Las “izquierdas” cuentan con un hándicap añadido. Su
división y la difícil identificación de cada alternativa por parte de los
votantes. Decidir bien a quien de estas opciones se quiere votar sin
equivocarse exige , casi, hacer un master, lo que les penalizará gravemente.
La segunda consecuencia que puede extraerse de una baja
participación es que ésta puede beneficiar a EH Bildu, una formación que pese a no tener nada que ver con las
anteriores marcas de la Izquierda Abertzale (parece más un partido hippie que
otra cosa) , mantiene un electorado fiel y activado como pocos. Es la herencia
de un pasado de “prietas las filas” que
aún conserva y que todavía no se ha visto afectado por las contradicción de su
reinserción democrática.
Si, por el contrario, la participación electoral es elevada,
cabe pensarse que el
“constitucionalismo”, finalmente, se ha activado, ante una amplia
mayoría abertzale en el nuevo Parlamento. Otra consecuencia de la mayor
votación sería que, probablemente, el PNV afianzaría su papel de líder,
distanciándose de Bildu, tanto en votos como en escaños.
Digo esto, porque, todos los sondeos, señalan a la
candidatura de Iñigo Urkullu, no ya como la opción ganadora de los comicios del
domingo, sino también con la que más confianza genera entre el universo
electoral, incluidos los “indecisos”.
En resumen, cuidado a la hora de interpretar los guarismos
de las encuestas publicadas. Una “cojonésima” de participación arriba-abajo puede hacer que unos salgan a escena o no, que
unos ganen con suficiencia o se queden justos,
y ello provocará, en cascada, que la posibilidad de un gobierno de
izquierdas (PSE,Bildu, Ezker Batua-Anitza) se verosímil, o que las fuerzas
constitucionalistas (PSE-PP) puedan tener opción de tener un nuevo lehendakari
si en la primera votación parlamentaria, quien gane, no obtenga la mayoría
absoluta.
Todo abierto e incierto a la espera de una semana más de
mensajes y actos, poco o nada seguidos por una ciudadanía preocupada
básicamente por si situación laboral, familiar, por su economía doméstica o por
la afección de los recortes a su bolsillo.
Una ciudadanía que
penalizará gravemente a quien le mienta y que se lo pensará dos veces
antes de depositar su voto, porque esta vez sí, se juega su interés y su
futuro. Lamentarse después por haberse
equivocado ya no saldrá gratis.
Experimentos, con
gaseosa
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