viernes, 30 de enero de 2015

NI PODEMOS, NI NO PODEMOS; HACEMOS

El único monedero que le interesa a mi madre es el que utiliza para ir a la compra. Es una carterita pequeña donde guarda, bien plegados, los billetes que desaparecen en la plaza del mercado, en la panadería o en la frutería. Los monederos de hoy son más austeros que los de antaño. Antes, todo el mundo tenía uno y en ellos guardábamos la calderilla.

Amama Teresa tenía una cartera  negra de esas de cierre en tijera  que hacía un ruido característico tanto al abrirse como al cerrarse. Una especie de chasquido que te indicaba  que en su interior había un gran valor. La  de mi amama pesaba un potosí. No era mi grande, pero lo tenía llena a reventar de monedas de peseta  -aquellas  “rubias” con la jeta del “generalísimo”- que atesoraba como si fuera  su bien más preciado. Los domingos, en un exceso, abría  la faltriquera y daba a cada nieto una peseta. “Para que echéis en misa”. Pobre cura. Si tenía que vivir con la “dádiva”  que le dejábamos nosotros pasaría más hambre que Carpanta.

Con la edad, las personas mayores suelen aferrarse al dinero metálico obsesivamente. Aunque la cuantía que guarden resulte ridícula. Es algo psicológico. Quizá de otra generación. La que vivió la miseria y las dificultades de postguerra. La que sacó a la familia adelante en un ejercicio heroico. Trabajando en la fábrica y en casa  tras salir del campo de concentración. Comiendo titos, habas  y patatas. Sacudiéndose el frío con leña o con carbón. Heredando ropajes de primogénitos a benjamines.

No es de extrañar que, tras tanta penuria, pasado el tiempo y ganada calidad de vida, cuando se tuvieron cuatro perras, las cuidaron bajo un concepto supremo de posesión, de seguridad,  de reserva vital. Teresa Ibarretxe no era “agarrada”. Al contrario.  Siempre estaba dispuesta a darte unos “sugus” –caramelos masticables- o unos “checles” que alguien le compraba a escondidas. Pero la cartera no la soltaba ni a sol ni a sombra. Y cuando dormía, la guardaba en el primer cajón de la mesilla, al lado de la cabecera de la cama.

Mari Tere, su hija, -mi madre- todavía no ha adquirido esa manía de acumular monedas hasta llevar consigo incorporada una bolsa  de más de libra y media de peso. Diré que no es tan mayor como lo era su antecesora –si digo lo contrario me corta las orejas-. “Oye tú – suele repetir- que viejos son los trapos”. “Y las personas mayores” –apostillo yo mientras me gano un certero manotazo-.
Lo cierto es que, pese a parecerse cada día más a su progenitora, su monedero  es liviano y apenas conserva monedas. Y, mucho menos 445.150 euros.

Esa es la cuantía que, según diversas informaciones periodísticas, facturó el número tres de “Podemos” , Juan Carlos Monedero,  por sus trabajos de asesoría a diversos gobiernos latinoamericanos.

No tengo nada contra el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid. Ni contra su actividad política o empresarial. Cualquiera que trabaje honradamente puede ser millonario en esta imperfecta  economía de libre mercado en la que nos ha tocado vivir.

Lo que ya no entiendo tan bien  es la doble moral que algunos parecen tener. Los que exigen ética y transparencia a los demás sin aplicarse el mismo rasero a ellos mismos.

No voy a entrar a calificar la legalidad o ilegalidad del procedimiento llevado a cabo por el dirigente de “Podemos” a la hora de obtener  una remuneración económica tan  notable. Solo apuntar que, en Euskadi, las “sociedades pantalla”, las que sin tener asalariados a su cuenta se crean para eludir una tributación de rendimientos del trabajo personales  derivándola a la correspondiente normativa de sociedades, estarían bajo la lupa de la inspección. Por presunto fraude de ley y elusión fiscal. Pero eso es en Euskadi, no en Madrid o en el Estado.

Hasta ahora se creía que sólo los futbolistas galácticos, las estrellas mediáticas o los profesionales liberales  de elevados rendimientos eran capaces de utilizar la ingeniería fiscal para contribuir menos a las arcas comunes. El caso Monedero ha revelado que no. Que también  los líderes emergentes que pretenden  el cambio social son capaces de utilizar las triquiñuelas legales que el sistema permite para engordar su pecunio. Aunque los sabrosos beneficios sean utilizados en proyectos comunitarios. Aunque la televisiva “Tuerka” no sea precisamente ni Intermon Oxfam o Unicef  precisamente.

Otro profesor de derecho y compañero de Juan Carlos Monedero en Euskadi, Roberto Uriarte Torrealday, decía el pasado viernes en un artículo de prensa que “es evidente que “Podemos” surge como un movimiento y se consolida como un partido con puntos débiles y discursos poco fundamentados. Pero nadie puede negarle un gran acierto y es el de haber sabido captar que para cambiar el poder, hay que cambiar primero la cultura del poder. Y en ese ámbito “Podemos” está siendo un magnífico instrumento para el despertar de la ciudadanía”.

Cierto. Los impulsores del nuevo partido en construcción  han tenido el acierto de recoger el sentimiento de desafección ciudadana a la política y encauzarlo  hacia una nueva forma de hacer las cosas. Lo que no se entiende es que, a las primeras de cambio, los principios de honradez, honestidad,  transparencia  y autenticidad, exhibidos y reclamados para el cambio por los dirigentes de “Podemos”,  sean solo exigibles para los demás y no para los comportamientos propios.

Iglesias, Monedero y compañía se quejan, no con cierta razón, de que los poderes de “la casta” han puesto sobre ellos una lupa. Que les han “declarado la  guerra” y que les acusarán de haber asesinado a Kennedy o de haber asesorado a “Islero” para que embistiera a Manolete. Es verdad que desde  los sectores más casposos de la opinión publicada en España se ha iniciado una especie de “macartismo” que trata de envilecer a toda costa a la nueva formación en ciernes y a sus impulsores. Esa “caza de brujas” no hará otra cosa sino victimizar a “Podemos”, presentándola ante unos como una amenaza y , ante otros, como  la alternativa que se combate por todos los medios para evitar su éxito electoral.

Y en ese fuego cruzado  en el que  la política  se convierte en espectáculo de insulto e infamia, en el que los periodistas ejercen de políticos y los políticos de periodistas, en el que lo más valorado  sea  que un dirigente que opta a gobernar  se dirija un opinador con ambiciones de poder  como “pantuflo”, quien pierde de verdad es la ciudadanía que aspiraba y deseaba un cambio cultural de la política, como señalara Uriarte en su artículo.

Mucho me temo que este clima de enfrentamiento en España va a ir creciendo notablemente. Se pretende sustituir el bipartidismo PP –PSOE por una nueva polarización; PP-Podemos. Alimentando por un lado el miedo a lo nuevo y, por otro,  la reacción visceral contra el poder corrupto establecido. Blanco y negro. Sin matices.
El PP y Rajoy han establecido su estrategia. Un sólo adversario contra el que cabe utilizar todas las armas a su alcance. Su “no podemos” será un llamamiento al “voto refugio” frente a la abrupta amenaza revolucionaria que se avecina. Y el PSOE ni está, ni se le espera.

Las encuestas que se han conocido determinan que sólo un 15% de quienes dicen que votarán a “Podemos” lo harán por simpatía ideológica. El resto, por cabreo. Porque quienes se apuntan a esta previsión de voto quieren un cambio de verdad. Les da igual las razones. Votarán con los pies o con las tripas. Siempre y cuando quienes representen ese cambio estén libres de pecado y lo demuestren.

La arrogancia con la que Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias han contestado a las primeras sombras de duda que sobre ellos han recaído, no han ayudado a sostener la inocencia que hasta ahora presumían. Al contrario. Han reaccionado de la misma manera  que quienes ellos abiertamente critican y engloban en esa “casta”  deleznable. Primer asalto. Rajoy 1- Podemos 0.


En Euskadi, esa pugna también nos llega, aunque con efecto rebote o por amplificación informativa. Más nos vale  que no nos despistemos. Ni podemos, ni no podemos. Aquí, somos más de hacemos, como dice Rementeria. Con el monedero ordenado para el día a día y las cuentas claras.  

1 comentario:

  1. ERA UN HOMBRE CON COLETA
    QUE QUERIA VOLVER A LA PESETA
    IDEAS NO LE FALTABAN
    Y TODAS DE EL MANABAN
    ERA INTERESANTE SU DISCURSO?
    SOLO PARA LOS DE SU CURSO
    LO DECIA HASTA DECIR BASTA
    Y PARA ELLO CRITICABA A LA CASTA
    ERA LISTO Y CUANDO ORABA
    AL JODIDO SE LE CAIA LA BABA
    PABLITO,PABLETE TIO MAJETE
    CONTIGO NOS DARAN
    POR EL OJ.......TE
    SI A TODOS SISCIENTOS DAS
    Y A LOS SESENTA JUBILARAS
    DE ALGUNOS EL VOTO TENDRAS
    SI DICES COMO LO HARAS
    TE ESCUCHO Y TE ATIENDO
    PERO COLETAS NO TE ENTIENDO
    SI ALGUIEN ESTA MINTIENDO
    ALGUNOS LE ESTAN CREYENDO.
    pdta. NO CREAS, POR CREER.

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